Jiménez Suchité | Arte/cultura / VOZ EN OFF
La casa de las flores es la nueva comedia de Netflix y al poco tiempo de su estreno generó dos marcados bandos: el bando que la considera una buena serie y el bando que la considera una telenovela más como las de Televisa, que no está a la altura de las grandes series de nuestro tiempo. ¿Quién tiene la razón?
Ninguno de los dos.
No es una gran serie, tiene fallos en su estructura narrativa, tiene incoherencias, algunos personajes incompletos y carentes de sentido, todo eso aunado a algunas actuaciones chafas. Pero tampoco es una telenovela de Televisa. Pasa que nos gana lo snob, que cualquier serie nueva la queremos poner a la altura de Breaking Bad, Los Soprano o The Wire, queremos encontrar profundidad y grandes lecciones artísticas en cualquier producción audiovisual, olvidando que todos los productos tienen un público específico y, por lo tanto, un objetivo acorde a ese público.
La casa de las flores fue creada para entretener y cumple muy bien con su objetivo, divierte y cada capítulo se va más rápido. Claro que deja algunos mensajes importantes, cosas como que es de «nacos» juzgar a la mujer por cómo viva su sexualidad y la importancia de la diversidad. Sin embargo, ninguno de estos mensajes está planteado para desarrollarse a mayor profundidad, y está bien, no pasa nada, no es eso lo que debiéramos esperar de la serie.
La casa de las flores es Paulina de la Mora, el personaje que se roba el show con su forma de hablar hi-per-me-ga-fre-sa y su firme personalidad. Las mejores risas son gracias a ella, en momentos que ya son memes como el «olvidé cancelar el mariachi», el «éramos lesbianas» y el espontáneo «salúdame al cacas». Después de algunos años olvidaremos la serie, pero no a doña Paulina de la Mora.
Cuenta con una bonita paleta de colores, fotografía bien cuidada y un tiempo adecuado para cada capítulo, lo cual asegura que te podrá gustar o no, pero no te aburrirá.
Entonces sí, se las recomiendo, pero solo si lo que andan buscando es pasar un buen rato de distracción y un par de fáciles carcajadas.
Fotografía tomada de Netflix.
Jiménez Suchité

Mal amante de la literatura y el cine, series, música e historias en general. El arte me salva la vida y yo la voy haciendo peligrar, así nos complementamos y así, algún día, algo saldrá mal. Cargo con muchas etiquetas, pero solo me hago responsable de las que he elegido yo. Ya no pregunto por quién doblan las campanas, ahora sé que doblan por mí. Rechazo y resisto, no conozco otra forma de vivir.
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