Camilo García Giraldo | Arte/cultura / REFLEXIONES
En este texto, Edgar Allan Poe nos relata la historia de una muy valiosa e importante carta que fue enviada a la reina de Francia, cuyo contenido exacto no precisa, y que fue robada por el ministro para usarla en determinado momento en su contra, mostrándosela al rey. El ministro, experto en ocultar los objetos, la coloca en su tarjetero de su despacho a la mano de todos. Y la reina le solicita a la policía que despliegue todos los medios a su alcance para encontrarla, buscándola en las oficinas del ministro. La policía así lo hace, y, sin embargo, no la encuentra, a pesar de buscarla minuciosamente en todos los lugares donde el ministro la habría podido esconder. En vistas de este fracaso de la investigación policial, el jefe de la policía le pide, entonces, al legendario e inteligente detective Dupin –más inteligente que el ministro- que la busque. Y este rápidamente la encuentra en el tarjetero que estaba sobre su escritorio, a la mano y a la vista de todos. La razón que explica su hallazgo y que le da su colaborador es que precisamente el mejor y seguro lugar para esconder algo –hecho que el ministro sabía– es el de colocarlo en un ««lugar lógicamente inapropiado»», es decir, en un lugar en donde a nadie se le ocurra o sospeche que está escondida porque precisamente no lo está.
El psicoanalista francés Jacques Lacan sostuvo en el seminario –uno de los numerosos que dirigió a sus alumnos y discípulos, y que después recopiló en dos volúmenes de su libro «Escritos»– que le dedicó a este relato de Poe en 1955, que esta carta es un símbolo cultural significativo que indica el orden y el funcionamiento del inconsciente de los hombres que Freud descubrió. En efecto, para él, el inconsciente está ordenado de una manera lingüística que funciona metonímica y metafóricamente. Como metonimia concentra en un aspecto concreto la totalidad de su contenido o significado; y como metáfora cada aspecto o parte que lo constituye alude a una realidad diferente de la que aparece en la superficie. De ahí que el significado que encierra siempre se desplaza metafóricamente de su lugar «natural» a otro que no le es propio, que no es «apropiado». El inconsciente, entonces, se constituye como «el discurso del Otro».
La labor del psicoanalista es, entonces, ayudar al paciente a buscar ese significado que contiene la vivencia traumática o dolorosa que ha vivido en el pasado, y encontrarlo, o sea, recordarlo en su plenitud a pesar de los obstáculos y resistencias que él mismo interpone; es decir, repetirla o revivirla con su propias palabras, con su discurso verbal, para lograr que ese Otro discursivo o lingüístico que está oculto o escondido en el inconsciente aparezca como tal, se presente en la escena para que lo vea; y al aparecer deja de ser el discurso inconsciente del Otro reprimido alguna vez en el pasado para convertirse en parte de sí mismo como sujeto. Por eso Dupin es el personaje ficticio o imaginario que simboliza al psicoanalista: es el que sabe dirigir su mirada al lugar real donde se encuentra el significado reprimido, oculto o «perdido» en el inconsciente del paciente –la carta robada– para que este lo pueda ver también con él recordándolo.
Pero, además, este relato tiene un significado adicional e igualmente importante, a saber, el de mostrarnos la existencia de una conducta relevante y muy común de los seres humanos en la que suelen buscar, como el inspector de policía del relato, algo valioso, como el amor o amistad que anhelan porque no lo tienen o lo han perdido, en las personas o en los lugares que ilusamente creen los más apropiados, en los sitios donde normal y lógicamente se encuentran o pueden encontrar; o lo que es lo mismo, en no buscarlas en los lugares que les parecen inapropiados, dejándolos al margen o por fuera de su mirada. Y cuando esto ocurre esas personas que buscaban no aparecen ante ellos, quedan par siempre como ausentes o inexistentes. De ahí que esa búsqueda termine siendo en muchas ocasiones fallida. En cambio, quien obra como el inteligente detective Dupin para buscar a la persona o las personas que le permitan vivir en la realidad alguno de estos bienes que desea, tendrá una alta probabilidad de encontrarlo en un lugar que le parece inapropiado, en el lugar que menos había esperado o previsto, y que con frecuencia lo había tenido cerca y a la mano. Y ese amor o amistad será también con mucha probabilidad uno de los más profundos y duraderos que haya tenido en su vida.
Esta conducta de los hombres es tan común y extendida que se erige como un rasgo de su ser, como una característica infaltable de su existencia. El ser de los hombres es tal porque precisamente no buscan, por lo menos una vez en el curso de sus vidas, lo que desean o lo que necesitan para vivir con plenitud en los lugares que creen inapropiados sino, al contrario, en los que consideran más apropiados; y ahí cometen una falta que los revela como los seres en falta o incompletos que son desde que nacen, desde que son arrojados al mundo, tal como lo comprendió bien Lacan, y que este gran relato literario de Poe puso por primera vez en evidencia de modo simbólico en el horizonte de la cultura moderna.
Imagen tomada de La ficción.
Camilo García Giraldo

Estudió Filosofía en la Universidad Nacional de Bogotá en Colombia. Fue profesor universitario en varias universidades de Bogotá. En Suecia ha trabajado en varios proyectos de investigación sobre cultura latinoamericana en la Universidad de Estocolmo. Además ha sido profesor de Literatura y Español en la Universidad Popular. Ha sido asesor del Instituto Sueco de Cooperación Internacional (SIDA) en asuntos colombianos. Es colaborador habitual de varias revistas culturales y académicas colombianas y españolas, y de las páginas culturales de varios periódicos colombianos. Ha escrito 7 libros de ensayos y reflexiones sobre temas filosóficos y culturales y sobre ética y religión. Es miembro de la Asociación de Escritores Suecos.
3 Commentarios
Gracias por compartir sus conocimientos, he aprendido mucho de los diferentes temas que publica.
Excelente, no me pierdo sus comentarios, son muy valiosos.
Muy agradecido, con Ud.
Gracias por compartirla. Una clase de psicoanalisis.
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