La caja de Pandora

Luis Felipe Arce | PUERTAS ABIERTAS

Uno de los mitos Griegos más difundidos es el que se conoce como: «La caja de Pandora», del que se dice que salieron todos los males para la humanidad.

Según lo relata, en Griego Antiguo, el historiador y escritor Hesíodo: «todos los hombres habían vivido hasta entonces libres de fatigas y enfermedades, pero Zeus, el señor de los dioses creó a Pandora, la primera mujer, para introducir el mal en la vida de los hombres, liberando todas las desgracias humanas».

Al parecer, los mortales y los inmortales vivían todos en la Tierra pero se separaron por conflictos de intereses.

Según este mito, la caja se cerró antes de que «la esperanza» fuera liberada, y desde ese entonces, la humanidad está cómo está, y la caja sigue desaparecida, motivo por el cual no se puede revertir la paz para los pueblos y naciones.

Guatemala es un país con una historia muy poco grata, condimentada con una larga lista de deslaves, inundaciones, erupciones y terremotos… tantos males y tantos miedos confabulados que hacen que uno llegue a pensar que fue aquí, y no en las inmediaciones del Olimpo, donde alguien abrió la «caja de Pandora» y dejó escapar de su interior todos los males, habidos y por haber, sean estos sociales, económicos o políticos.

La pobreza, el desamparo, la inseguridad y el miedo son cuatro puntuales constantes en toda la historia de nuestro país.

El guatemalteco teme a la enfermedad, a la violencia o a la pobreza tanto cómo a lo imprevisto… de ahí que la inseguridad haya sido siempre un precedente recurrente y molesto acompañante en nuestras vidas.

El miedo y la incertidumbre siguen siendo los mismos de todos los siglos. Si bien los adelantos científicos en las diversas ramas del saber han contribuido, en gran medida, a reducirlos, no han podido evitar que aparezca el miedo a otros males, como las catástrofes de todo tipo, la autodestrucción, las drogas, las extorsiones, el terrorismo, la impunidad y… los políticos corruptos.

En consecuencia, matar un miedo significa, hoy por hoy… dar vida a otro u otros (como la desconfianza y el miedo al futuro).

La desconfianza, cada vez más generalizada, de la población en sus gobiernos de turno, crece impulsada por la democracia misma. Estamos ante un marcado escepticismo que se ha venido constituyendo cómo uno de los valores políticos más importantes de nuestro tiempo.

Los repetidos gobiernos de la «era democrática» ya no son vistos como entes de moral y de razón, sino como estructuras integradas por funcionarios que abusan de sus atribuciones (la puesta en escena de la desafortunada pantomima del pasado viernes 31 de agosto y actos subsiguientes desafortunados, como la prepotencia de la presencia militar en los actos de independencia, ordenada por el señor Morales, son casos patéticos de lo que afirmo), de ahí, el insistente y cada vez más poderoso clamor para que se les vigile, se les audite de manera más directa y, que se les juzgue por sus delitos cometidos.

La criminalización de la política, se torna en un problema cada día más recurrente. El tráfico de drogas, el crimen organizado, las extorsiones, el tráfico de influencias, el nepotismo, la rapiña desenfrenada de las finanzas públicas, las alianzas entre las mafias internacionales con las altas cúpulas de poder local, las estructuras paralelas, entre otras, ya no son una constante de la vida social… son una variable que crece.

Este es el desolador panorama, es la realidad actual que tenemos que digerir. Nos encontramos a las puertas del inicio de un nuevo proceso electoral para elegir presidente, diputados y alcaldes. El desafío es grande, el futuro sigue siendo incierto, pero, con nuestro voto razonado y responsable, está el poder hacer una nueva nación con esperanza para la vida de las generaciones que están llegando.

El guatemalteco siempre ha andado a la caza de seguridades y por eso siempre ha recurrido y seguirá recurriendo a la esperanza… la esperanza por lo bueno y mejor, claro está.

En nuestras manos descansa, hoy más que nunca, poder salir del estercolero en el que nos han metido abusivamente por generaciones, unos pocos listos e irresponsables (los mismos de siempre) que han hecho piñata con nuestra pobreza, causando el dolor y el desamparo de los muchos, en beneficio propio.

Debería dictarse una ley por la cual todos los dirigentes del pueblo deberían ser castrados al hacerse poderosos. De esta manera, serían inmunizados contra el deseo, la locura y el mal… entonces sí gobernaría la razón. Al respetar solo a la ley, entonces sí se conducirían por la virtud. Deberían sacrificar sus testículos en aras de la justicia y el amor a su país.

Marco Tulio Cicerón (106-43 a. C.)
Senador y cónsul Romano
Tratado de Officiis (Tratado sobre el deber)

El futuro está en nuestro voto responsable.


Luis Felipe Arce

Guatemalteco. Ingeniero civil. Por varios años gerente de Producción para Centroamérica de una conocida corporación mundial en la fabricación de materiales refractarios y aislantes. Actualmente, consultor independiente.

Puertas abiertas

2 Commentarios

arturo ponce 09/10/2018

No hay nada que discutir en tus verdades pandorescas pero el desastre en nosotros es que ya nos acostumbramos a lo que va a pasar, hasta predecimos lo que viene y al final hasta lo apoyamos; no tenemos identidad ni de nosotros mismos y estamos viviendo con una monotonía infinita en todo.
RAZONAR EL VOTO PARA QUÉ, si somos la absoluta minoría de las minorías, nuestro poco ó mucho talento no hará ninguna diferencia ni influirá en el resultado que las masas cimarronas seguramente provocarán y los politiqueros de siempre continuarán manejando.
MUy buen artículo mi hermano querido, gracias.

fabian enrique imeri azurdia 08/10/2018

Excelente Luis Felipe Arce

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