La barbarie en Facebook

-Barbara Trentavizi Orr / VOCES DESDE MIAMI

Cuando Facebook se creó, alrededor de diez años atrás, parecía algo muy diferente a lo que hoy se manifiesta antes los ojos de cualquiera de nosotros. Una red virtual hecha de gente de carne y hueso, alcanzable desde cualquier parte del mundo que permitiera conectarse con individuos de los más diversos: examigos de la infancia que se habían perdido, personas con quien compartir intereses, noticias que se podían difundir en un segundo.

Facebook proporcionaba además una ventana individual donde el usuario podía publicar fotos, recuerdos, impresiones, música y videos, cualquier expresión que quisiera volver pública o que llamara su atención.

Hasta hace poco, el usuario tenía nada más el poder de darle like y compartir las páginas que llamaran su atención, y en caso de crisis políticas o sociales, activarse para expresar y contribuir a difundir opiniones. Animados por la idea de que atrás del teclado se estaba aportando algo al mundo.

Cuando empezamos a conectarnos en Facebook no era todavía una moda comentar las noticias con nuestra opinión, o por lo menos no se hacía de la manera en que se hace ahora. No logro todavía entender cuando Facebook se volvió el medio para sacar las frustraciones y odios de la mayoría a través de comentarios breves y mal escritos. No importa tanto las diferencias de géneros y edades, tal vez ni de clase social, especialmente en el caso de ciertos temas, este medio se ha vuelto una especie de plaza de ejecución pública.

¿Y cuáles son estos temas? Espaciando globalmente en diferentes partes del planeta y limitándome a la cultura occidental que me atrevo a decir, conozco un poco mejor, se puede ver cómo el tono no cambia mucho de país a país respecto a ciertos temas. Me refiero a los que tradicionalmente han generado en el ser humano sentimientos de miedo, inseguridad, agresividad, recelo, vergüenza.

Yo evidenciaría principalmente tres grandes bloques temáticos capaces de provocar los más agresivos y despiadados comentarios en las redes y que exponen al periodista, a los protagonistas de la noticias e incluso al que participa en tales debates a lo más violento de los linchamientos verbales: sexo y roles de género, religión y el extranjero.

No incluyo en esta lista la política, porque estoy convencida de que se trata de un tema trasversal, la política y los políticos en general han caído en tan grande desgracia a los ojos de la opinión pública que los comentarios violentos manifiestan en gran parte la expresión subyacente de estos tres grandes temas.

No es casualidad que los linchamientos virtuales se manifiesten alrededor de estos temas principales, en realidad no se dice nada nuevo. La caza de brujas acaecida en Europa y más tarde en el nuevo mundo comprendía los tres temas contemporáneos: se trataba de mujeres, involucraba la autoridad religiosa que lideraba las persecuciones, hacía de la víctima una extranjera fuera o no miembro de la comunidad.

Y no es casualidad que las ejecuciones en el pasado convocaran a un tan alto número de personas que se sentían cómodas en el medio de la plaza, enfurecidas, dándole rienda suelta a sus instintos mas agresivos. Las ejecuciones públicas, linchamientos legalizados, eran un lugar donde se reunía toda la sociedad, no solo el populacho como estamos acostumbrados a pensar. Las autoridades políticas y eclesiásticas ocupaban un lugar privilegiado para asistir, la clase media y los profesionales participaban de cerca, mujeres bien vestidas se mezclaban con la clase trabajadora y de más humilde origen. El frenesí casi orgiástico que caracterizaba estos eventos, era considerado como un acto publico de diversión para la masa. Los gritos, las burlas, los insultos que acompañaban al condenado a su destino confirmaban a la sociedad en su conjunto sus valores, creaban la ilusión de una justicia infalible, protegían de los miedos de la disgregación social y espiritual, colocaban cada cosa en su orden establecido y alejaban el mal.

La expresión pública del odio y el resentimiento dirigida y canalizada hacia un individuo, una víctima en particular, un grupo social o étnico, fortalecía la seguridad del grupo, y confortaba del terror de ver disuelto el orden del mundo conocido.

Las autoridades lo sabían muy bien, maestros en este arte habían sido los romanos con sus juegos de muerte y sangre, el equivalente de nuestras manifestaciones deportivas, ofrecían el escenario para que las masas canalizaran en el sus oscuros y violentos instintos.

Hoy la expresión mas fácil de estas pasiones se puede dar fácilmente, casi anónimamente y sin necesidad de moverse del sillón, con un dedazo se invoca la más violenta de las muertes a una mujer que se atrevió a denunciar a un hombre por abuso sexual, se desea la desaparición de todo un grupo étnico y hasta se llega a augurar la tortura al que se atreve a dudar de un dogma religioso.

Barbara Trentavizi Orr

Antropologa social, italiana. Me mudé a Guatemala hace viente años, trabajé como consultora para problemáticas de pueblos indígenas, tuve un restaurante italiano en Antigua, fundé una revista en esta ciudad.

Voces desde Miami

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