Jacobo Vargas-Foronda | Política y sociedad / BÚHO DE OCOTE
La envergadura y significado electoral del 2019 no han sido asimilados en su totalidad. Dadas las condiciones concretas de Guatemala con la dictadura de la corrupción, puede ser el de mayor alcance histórico desde la firma de los incumplidos Acuerdos de Paz, 1996. Esto se confirma con el desesperado contraataque de las hienas de las extremas derechas, sus élites políticas y económicas de la oligarquía y el empresariado monopólico, y las huestes castrenses de la seguridad nacional, tierra arrasada y contrainsurgencia genocida. Todo eso resguardado por las poderosas cámaras empresariales y sus grupos con sus depravadas diputaciones.
La dictadura de la corrupción tiene larga data. Mencionamos algunas administraciones que consideramos anunciaron su crecimiento geométrico: Ydigoras Fuentes, 1958-1963, todo intento de denuncia era suficiente para ser señalado de comunista y ser asesinado; sigue Méndez Montenegro, 1966-1970, con el pacto militar secreto contrainsurgente. El enriquecimiento de la alta oficialidad se dispara vertiginosamente. Todos los regímenes militares desde Arana Osorio, 1970-1974, con el ilegal acaparamiento de tierras comunitarias, a lo largo y ancho del país con especial atención en la conocida Franja Transversal del Norte, por los hidrocarburos y los minerales cuyo historial arranca con EXMIBAL en 1962.
Arzú Irigoyen, 1996-2000, la implementación del neoliberalismo económico y la privatización de las principales empresas del Estado; Berger Perdomo, 2004-2008, el auge del contrabando, aeropuerto y minería; Colom Caballeros, 2008-2012, eleva la espuma del financiamiento electoral anónimo e ilícito y ampliación de los corruptos bastidores del sector público y privado. Esa dictadura, con imparable e incontrolable inmunidad, llegó a la gota que rebasó el vaso, el idílico binomio Baldetti Elías-Pérez Molina, 2012-2015. La inoperancia Morales Cabrera-Cabrera Franco, desde el 2016, fortalece la reorganizada embestida de las hienas, cuyo publicitario inicio fue lanzado por la Fundación contra el Terrorismo en septiembre de 2013. Esta dictadura de la corrupción nada tiene de nueva, lo nuevo es que se haya destapado.
En la antesala, está en juego la prórroga de la visa de Iván Velásquez Gómez, comisionado de la Cicig, cuyo vencimiento es el 18 de septiembre de 2018. El 2019 tiene un doble reto. El proceso electoral presidencial, diputaciones y alcaldes, 2020-2024 (arrancando en enero, con la primera vuelta en mayo y la segunda en junio), y la decisión de la existencia de la Cicig en Guatemala, cuyo mandato vence en septiembre de 2019.
Las elecciones han azuzado el despavorido contraataque de las hienas, quienes levantan aguas enturbiadas para desorientar, confundir, a trocha y mocha, el análisis y comprensión política de lo que está en juego es: la restauración de las extremas derechas oligárquicas, empresariales y contrainsurgentes con su tradicional impunidad y corrupción, o el despertar de una inusitada amplia y consecuente alianza de tendencias políticas del centro-derecha hacia la izquierda que aspire iniciar un proceso político democratizador, una economía incluyente y políticas públicas con justicia social a desde el Ejecutivo, Congreso y municipalidades.
Otra característica del año electoral es la posibilidad de control al financiamiento electoral anónimo e ilícito, el declive del monopolio publicitario, radio, televisión, prensa escrita y deslumbrantes vallas. La desesperación de las tránsfugas diputaciones ve con pánico la imposibilidad de reelegirse. A su favor, aparecen dos posibles candidaturas que les alienta el manto protector de la impunidad. Esos rostros son Zuri Ríos Sosa y Sandra Torres Casanova. La primera, inconfundible representante de las extremas derechas genocidas y oligarquía, sean civiles o militares con los fundamentalismos religiosos. La segunda, exponente de las tranzas económicas y políticas sin límites para promover su imagen y negociar favoritismos. Ambas carecen de la aceptación y prestigio popular a nivel nacional. En estos momentos no hay ningún nombre masculino de relevancia política, aceptación y popularidad nacional.
Otra particularidad, es que un solo nombre haya despertado tantos airados ataques en poco tiempo, desde la derecha corrupta como de los solitarios enredadores que se autocalifican de izquierda. Hablamos de Thelma Aldana Hernández. Ella, además de ser mujer, ha demostrado una sinceridad política no común en Guatemala: reconocerse como una persona con visión política de derecha. En Guatemala, con la gritería de no queremos política, ni derecha ni izquierda, esa autoidentificación adquiere un importante significado. No menos importante, que ella ha dicho claramente que no cuenta con un partido político, es decir no tiene pertenencia y, su final decisión para aceptar la candidatura, depende de la formación de una amplia plataforma multipartidaria con participación de organizaciones y movimientos sociales que le permita visualizar proyectos incluyentes hacia todos los pueblos y sectores pobres indígenas y no indígenas.
Los ataques contra Thelma Aldana, desde la derecha extrema, la corrupción e impunidad, son comprensibles: le tienen un enorme miedo. Su conducta en el MP los aterroriza. Ya los netcenters y fabricantes de memes no han parado de mostrarla con el uniforme y boina de Hugo Chávez Frías. Sandra Torres Casanova fue la primera en lanzar la idea de promover en el Congreso una ley que impida a la ex Fiscalía General del MP poder optar por la candidatura presidencial, y el haber utilizado el MP «para hacer imagen». Curiosa posición. Nadie en Guatemala ha propuesto que quien haya sido alcalde metropolitano no pueda ser candidato a la presidencia. Es público que la Alcaldía Metropolitana de la Ciudad de Guatemala ha sido el pedestal utilizado por los candidatos masculinos a la presidencia.
Los solitarios enredadores también lanzan sus embestidas, Thelma Aldana trabaja para la gran derecha, sentenciando que quienes la apoyen «son traidores». No queda claro a que se traiciona. Todavía no han lanzado su enervada consigna: «en estas condiciones no queremos elecciones», la cual ya ha sido tomada por la Fundación contra el Terrorismo, Vea Canal, y Guatemala Inmortal, el 16 de agosto en el TSE, durante la firma de la carta de entendimiento entre la Cicig y el TSE para fortalecer y profundizar el control contra el financiamiento ilícito electoral. Así, la extrema derecha coincide con los solitarios de esa izquierda organizadamente inexistente.
Las hienas del neoliberalismo empresarial-contrainsurgente no han perdido su tiempo. Dionisio Gutiérrez Mayorga, con la agilidad y olfato de sus corruptas prácticas políticas y empresariales, ha sido el primero en intentar rodear, enroscar, a Thelma Aldana, teniendo en el horizonte la creación de «su oficinita». Con eso da cuerda a los solitarios enredadores, quienes, cayendo en sus fauces, le hacen el juego con sus dardos contra ella. La clara intencionalidad de Dionisio es aislarla, alejarla de cualquier acercamiento con movimientos sociales y partidos políticos orientados hacia la izquierda. No podemos menospreciar la personalidad demostrada por ella, y su postura cuando, en la entrevista que le hiciera Dionisio, fue muy clara al afirmar que “la intervención de 1954 retrocedió, política y socialmente, a Guatemala en más de 200 años”. Dejarla absolutamente sola, es poner la bandeja de plata a esos fácticos poderes.
Hasta el momento, el único partido que ha apoyado la candidatura de Thelma Aldana es Encuentro por Guatemala, centro-izquierda. Ahora, Nineth Montenegro Cottom, enfrenta el retiro del antejuicio solicitado por el MP y la Cicig, por financiamiento electoral no declarado. De acuerdo con Gladys Olmstead, «aunque ha procurado mostrarse respetuosa del trabajo del MP y la Cicig, Nineth Montenegro responde que sí le da en qué pensar el que el antejuicio se presentara luego que Thelma Aldana anunciara su posible candidatura a través de Encuentro por Guatemala» [1]. Aquí tenemos la simultánea solicitud de levantar el antejuicio al mandatario y la congresista, lo que nos muestra una doble faceta de Consuelo Porras Argueta.
La batalla del antejuicio contra el gobernante se encuentra cuesta arriba. Falta que sea aceptado por la Corte Suprema de Justicia –CSJ–, y luego por el Congreso, donde el FCN, UNE y demás corruptelas harán lo imposible para evitarlo. Curiosamente, el proceso de cancelación del FCN no avanza en el TSE y Registro de Ciudadanos. El proceso contra Nineth Montenegro, a partir del MP, va a ser más fácil y rápido, tanto en la CSJ como en el Congreso, ya que tiene suficientes enemistades por su rechazo a los cambios en la ley que protege a los secretarios generales de los partidos políticos, como por su abierto apoyo a la Cicig, su lucha contra la corrupción y desmantelamiento de los poderes en el sector judicial.
Una última atipicidad, desde las colectividades, es el posible surgimiento de dos nuevos partidos políticos, a partir del centro hacia la izquierda. Su certera ubicación, más allá de las declaratorias, la tendremos cuando muestren sus proyectos políticos y los nombres de sus potenciales candidaturas a la presidencia, diputaciones y alcaldías. Arrancamos con el Movimiento Semilla, autodefinido como socialdemócrata, que ya ha manifestado su potencial apoyo a Thelma Aldana. Falta ver si logran llegar y superar el mínimo requerido de afiliados, sedes partidarias en 14 departamentos y ser reconocido por el TSE, y legalice su participación electoral en el 2019.
Al Movimiento por la Liberación de los Pueblos –MLP– posible partido político proveniente de Codeca, que indica representar a más de 90 mil campesinos en 20 de los 22 departamentos de Guatemala, y tener más de 23 mil miembros afiliados al MLP, aún le falta ser reconocido por el TSE. Promueve la lucha por la tierra, la nacionalización de los recursos y presenta su consigna de «vamos por un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional». Queda claro que, para lograr la convocatoria a la constituyente, requiere de contar con un fuerte número de diputaciones. De lanzarse por la presidencia, queda la incógnita sobre si tendrá una personalidad que supere la popularidad y reconocimiento que tiene Thelma Aldana a nivel nacional e internacional.
Quedan los partidos de izquierda que presentan serios distanciamientos, no insalvables, para presentar un frente común. Convergencia, Urng-Maíz y Winaq, en orden alfabético. Si se lanzan de manera aislada, es muy probable que continúen con escazas diputaciones, lo cual no representa una fuerza contundente para promover los urgentes cambios que el país necesita, en un Congreso que ha de ser integrado por 160 diputaciones. ¿Tendrán estos partidos una potencial candidatura que supere la popularidad y reconocimiento nacional e internacional que tiene Thelma Aldana, ya sea en lo individual o en colectivo, para dar la batalla presidencial?
En nuestra opinión, solo una amplia alianza político partidaria desde el centro hacia la izquierda, con participación comprometida de los movimientos sociales, a partir de Convergencia, Encuentro por Guatemala, MLP, Urng-Maíz, Semilla y Winaq, con la participación del centro derecha empresarial no monopólico y sector castrense no contrainsurgente y genocida, se logrará crear las condiciones para el inicio de las transformación de Guatemala en la búsqueda de su refundación política, económica, cultural y social, a partir de la Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional encaminada a la Liberación de los Pueblos, dar la batalla contra la corrupción e impunidad, desterrar el neoliberalismo económico y contener la cruenta embestida de las extremas derechas oligárquica y empresarial, civil y militar.
Los últimos años nos ha demostrado que un Ejecutivo con aspiraciones de implementar políticas públicas incluyentes, con orientación social, requiere contar con un Congreso integrado por diputaciones proclives a legislar el sustento legal indispensable para su ejecución coordinada en todos los niveles y sectores a nivel nacional. Por lo tanto, la batalla en el 2019 exige la presencia de una fuerte alianza política, cívico-militar, que permita llegar al Ejecutivo, Congreso y municipalidades con una visión de coordinación en la refundación del Estado de Guatemala.
Todas las imágenes que acompañan este texto fueron proporcionadas por Jacobo Vargas-Foronda.
Jacobo Vargas-Foronda

Jurista y sociólogo. Aprendiz de escritor, analista y periodista freelance. Libre pensador y autodefinido como gitano, es decir, ciudadano universal.
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