La agenda conservadora en plena campaña

Sergio Estuardo Castañeda Castañeda | Política y sociedad / EXPLORACIONES

El conservadurismo es el conjunto de doctrinas y posicionamientos –habitualmente de derecha o centro-derecha– que favorecen determinadas tradiciones y «valores», oponiéndose, en paralelo, a cambios políticos, sociales y económicos progresistas o radicales. Ahora bien, para que este prolifere y logre instaurarse socialmente, estas creencias deben enraizarse como parte fundamental del carácter psicosocial de la población. Esto lo hace construyendo una hegemonía cultural que no es más que el establecimiento de un supuesto sentido común creado conforme a los intereses de la ideología dominante para que así las élites económicas conserven su statu quo. Para ello, el poder utiliza diversos métodos que logran conquistar las mentalidades de las personas al nivel de considerar ciertas ideas como naturales y esenciales.

Por ello, el poder conservador triunfa cuando el individuo, lejos de cuestionarse aquello que le han enseñado como verdad absoluta, abraza esas creencias rígidas y se tapa los oídos ante otras, simplemente porque no coinciden con las que les han sido implantadas.

Ahora bien, hace algunos días, muchos candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de diferentes partidos políticos participaron en la firma de la «Declaración vida y familia», actividad promovida por la Asociación la Familia Importa (AFI). En el evento también estuvo el presidente del Congreso, Álvaro Arzú Escobar, quien, una vez más, y a pesar de que Guatemala es un Estado laico, dio declaraciones de evidente tono religioso y habló como si las creencias de todos los guatemaltecos fuesen homogéneas.

En cuanto a la declaración firmada por la mayoría de candidatos (pues al margen se mantuvieron algunos presidenciables y vicepresidenciables, se recomienda ver la lista), es necesario un análisis medianamente crítico del documento para lograr comprender su trasfondo. Se trata de una agenda de políticas conservadoras en temas de educación sexual a nivel escolar y en una férrea oposición al matrimonio igualitario, lo que responde realmente a una hostilidad más profunda respecto a la comunidad LGBTI. Esto, además de una patética doble moral de algunos candidatos, demuestra una visión fundamentalista y esencialista que se opone a reconocer la diversidad del ser humano.

En un país donde 641 niñas de entre 10 y 14 años se convirtieron en madres en los primeros tres meses del año y donde se dan diversos abusos sexuales constantemente, incluso en el propio hogar de la víctima, es inadmisible que aspirantes a cargos públicos ayuden a levantar tremendo circo. ¿Pero cómo pedir peras al olmo? En los tristes datos recién mencionados se observa la ineficacia del sistema de justicia para tomar acciones penales contundentes contra los victimarios. Pero vamos más allá; el tema de fondo pasa por un aparato estatal no solo incapaz para resolver estos problemas radicalmente sino, también, indiferente a intentarlo (y que, por si fuera poco, vulnera, reprime y excluye a las mayorías). Pues hablamos de un Estado construido, históricamente, para velar por los intereses de las élites económicas que basaron un sistema en el despojo y la explotación, y donde los políticos a cargo de las instituciones así lo confirman, ejerciendo puestos como meros gendarmes sistémicos mientras se enriquecen a través de actos de corrupción.

Dentro de esta alianza conservadora, los candidatos ofrecieron, de llegar al gobierno, colocar a personas acordes y «comprometidas con la vida» en estratégicas instituciones estatales, para perpetuar este tipo de lógica. Sobre todo, claro está, en ministerios como el de Educación, para tener el control y rechazar la educación sexual integral, al menos en la escolaridad pública, y también en el Ministerio de Salud para menguar cualquier intento de orientación a la población en cuanto temas de métodos anticonceptivos y mucho menos la posibilidad de un debate sobre el derecho al aborto. Así las cosas en este territorio y en pleno siglo XXI, el terrible daño a nivel nacional producto de tales ideas y nefastos intereses parece continuar perpetuándose.

Porque más allá de los debates sobre estas cuestiones, tal y como lo entiende quien escribe, estos temas deben asumirse desde la profundización de las necesidades y cuestiones que atañen a la vida social en común. En un territorio donde la desigualdad es de las peores del mundo, no pueden tratarse como mera campaña electoral o como reafirmación de las propias creencias religiosas, pues el ejercicio político debe atender no solo a mis pares sino también a los otros. Por eso, como de alguna manera dijo el filósofo estadounidense John Rawls, en temas de justicia social hablemos desde una visión política y no metafísica.

Ante siglos de colonialismo y un sentido común creado por ideas conservadoras dominantes, no es fácil percatarse de muchas artimañas y procedimientos espurios que suceden día a día en este golpeado territorio. Pero es evidente que nos afectan a todos como sociedad e individuos.

Esa deleznable declaración representa, en el fondo, una mera instrumentalización de conceptos –siempre abiertos, en constante cambio y movimiento– como la familia, la sexualidad y el género. Es una muestra de cómo ponen el dedo en la llaga temas que por fortuna ganan más espacio, y entonces el reaccionarismo se activa de nuevo. Por eso no es poca cosa el no haberse prestado a tal circo por parte de algunos contados candidatos. Porque las acciones contrarias y discrepantes a ese conservadurismo que se opone a la apertura y al diálogo resultan necesarias hoy más que nunca. También recordemos que nada es inmutable en la naturaleza y que todo puede ser de otra forma, de otra manera, incluso, esta Guatemala.


Sergio Estuardo Castañeda Castañeda

Estudiante de ciencias sociales, escritor y explorador que ha concebido la indagación de diversos escenarios como parte fundamental en el proceso de aprendizaje. Vinculado a la realidad política y social a través de la participación en colectivos críticos urbanos. Consciente de la necesidad de expulsar ideas para abrirnos al diálogo, al debate, a nuevas formas de compartir aprendizajes e intentar llegar a pensar por nosotros mismos.

Exploraciones

Un Commentario

oscar 25/05/2019

Terrible esos planes ultra-conservadores.

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