-Mercedes Fuentes / LUCIÉRNAGAS–
…como la luciérnaga, que viene de la noche con luz propia, es más, no solo sale victoriosa de la noche,
sino abona al mundo con su luz, para que todos los días haya amaneceres.
Las criaturas del aire, Gerardo Guinea
Sirva este espacio para rendir homenaje a mujeres artistas guatemaltecas, mujeres luciérnagas, que iluminan el camino para los demás, mujeres luz.
Ayer nos dijo adiós la maestra Julia del Carmen Solares Vanegas.
Julita nació en 1942, la década de la primavera guatemalteca, y fue una pianista y maestra de piano, querida y respetada por colegas y alumnos.
La intención de esta columna no es hacer un ejercicio bibliográfico, así que diremos únicamente que su formación la llevó a cabo en el Conservatorio Nacional de Música, en Guatemala, también en Bélgica, Venezuela, Italia, entre otros países. En cuanto a su carrera como pianista solista y acompañante, tuvo múltiples intervenciones en el Conservatorio Nacional de Música, la Universidad de San Carlos de Guatemala, el Instituto Italiano de Cultura, Alianza Francesa, museos, salas, asociaciones, un sinfín de conciertos en Guatemala y el extranjero, que en tan extensa carrera no sería el caso mencionar detalladamente, sin embargo dan cuenta de una de las carreras más sólidas que la música guatemalteca haya conocido en el siglo pasado.
Personalmente, tuve el honor de tratarla durante el año 2016, como profesora de piano en la Escuela Superior de Arte de la USAC, y me permitiré tenerla como referencia para hablar de las relaciones profesores-estudiantes.
Mientras escribo estas líneas, sus compañeros y estudiantes le hacen un homenaje en el Conservatorio Nacional de Música, donde se graduó en 1972 como bachiller en Arte Especializada en Piano, estoy tratando de apresurarme para acompañar el homenaje y el sepelio. Hay cientos de personas acompañándola, muchos o quizá la mayoría de ellos fueron sus estudiantes.
A lo largo de la historia, en la mayoría de instituciones académicas, de formación, educación, o cualesquiera denominaciones que utilicemos, se han establecido relaciones de poder entre maestros y alumnos. Estas relaciones, basadas en principios jerárquicos, dan lugar al ejercicio de un poder muchas veces opresivo, donde los estudiantes, al estar a merced de las calificaciones que de su desempeño reporten los profesores, son los más vulnerables y muchas veces oprimidos.
Según Weber (1992) “Por poder entendemos la posibilidad que tiene un individuo o grupo de imponer su voluntad dentro de una relación social”.
Si hablamos de educación o formación artística, enfrentamos una situación aún más compleja, puesto que la naturaleza de la actividad artística conlleva procesos creativos que si no se llevan a cabo en condiciones de libertad, difícilmente se logrará el pleno desarrollo de las capacidades y del potencial del estudiante.
Por supuesto que bajo sistemas de opresión, los artistas encuentran también la manera de expresarse y rebelarse ante la opresión misma, incluso podría especularse que estados opresivos o limitaciones de toda índole llegan a estimular cierto tipo de creaciones. Sin embargo, en ese lugar que debiera ser sagrado, que constituye el campo del honor, el aula, en múltiples ocasiones la rigidez disfrazada de rigor, el autoritarismo disfrazado de disciplina, no hacen más que mermar la capacidad creadora de estudiantes en su mayoría muy jóvenes, que ven frustrados sus anhelos de ser artistas libres y creadores.
Estas relaciones de opresión se pueden cristalizar de diversas formas, y la mayoría de veces ni siquiera son evidentes. Con tono amable y cordial se puede descalificar y desacreditar, casi al grado de la humillación, las propuestas de los estudiantes, cuando se formulan críticas sin fundamentos sólidos, muchas veces basándose en apreciaciones personales, que además analizan únicamente el resultado y no el proceso creador.
Pareciera que toda la estructura está planteada para ejercer y sostener estas relaciones de poder. Sin ir más lejos, los espacios físicos en su mayoría, están diseñados para alejar al profesor del grupo de estudiantes, para dividir, para dejar clara la jerarquía.
En una experiencia personal reciente, un profesor desde el primer día de clases nos pidió readecuar el espacio, colocando los escritorios en un círculo. Han pasado casi dos años y ningún profesor volvió a requerir esta disposición del espacio, sin embargo, nosotros lo incorporamos en nuestra dinámica, y continuamos utilizándolo de esa manera, que nos permite vernos a las caras los unos a los otros, provocando una interacción totalmente diferente no solo con los profesores, sino entre nosotros mismos, gracias a ese pequeño gran cambio.
Vuelvo a la maestra Julita Solares, un digno ejemplo de cómo se puede ejercer la docencia en relaciones respetuosas, de igualdad, de libertad. Un ejemplo de Maestra con mayúscula, que valoraba continuamente los avances de sus estudiantes y los motivaba a dar lo mejor de sí, a ser mejores músicos pero también mejores personas.
Gracias Julita.
vamos caminando, dejando huella, repartiendo miradas y estrellas
Fotografía cortesía de Mercedes Fuentes.
Mercedes Fuentes

Actriz y directora de teatro, desde 1998 ha dirigido obras de autores latinoamericanos, europeos, y creaciones colectivas, abordando temas sociales de actualidad. En 1999 junto con Patricia Orantes, funda Rayuela Teatro Independiente, agrupación que incidió en el movimiento teatral guatemalteco a través de programas de creación, formación e intercambio teatral. Actualmente es directora de la Escuela Superior de Arte, de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
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