Mario Castañeda | Arte/cultura / EL ARCO, EL SELLO Y EL GRIMORIO
Del 19 al 22 de septiembre, participé en el Seminario Permanente de Estudios sobre el Heavy Metal, en la Ciudad de México, coordinado por el licenciado Diego A. López, el licenciado Alfredo Nieves y la Dra. Olivia Domínguez, y en la Jornada Académica en Estudios sobre Heavy Metal que la División de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad de Guanajuato a través de la coordinación de la Mtra. Gabriela Fragoso, en conjunto con el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Posgrado en Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), realizaron en Guanajuato, México. Mi ponencia se titula Metal en la Ciudad de las Calaveras: el Colectivo Internal Circle y la experiencia de escribir su historia. Reflexiones contextuales y metodológicas.
Tuve el gusto y el honor que, durante la jornada del miércoles 19 en el Seminario, en Ciudad de México, compartí mesa con el queridísimo Joel Morales Castro, quien lleva años a cargo de American Line Productions, una disquera mexicana dedicada al metal extremo. Morales, quien habló sobre el metal en Centroamérica, ha sido un puente importante entre el circuito metalero internacional que México y la región centroamericana tienen, puesto que desde la década de 1990 ha contribuido en la circulación de productos musicales de todo el orbe entre nuestro vecino del norte y el istmo.
La experiencia fue significativa en varios sentidos. Primero, porque el interés de estudiantes, académicos profesionales y población en general es evidente. Hay ganas de dialogar y problematizar el devenir histórico del metal mexicano considerando una fuerte vinculación a su historia y las particularidades de sus regiones. Esa riqueza que la cultura popular siempre ofrece y que se engarza con los elementos que esta expresión mundial, generosamente, nos brinda. Segundo, porque nos demuestra que hay un esfuerzo institucional por apoyar estas iniciativas académicas que están abiertas al público y que dialogan de manera horizontal. Tercero, porque la calidez y seriedad con que ambos eventos se desarrollaron, no solamente mostró un trato amable y equilibrado para quienes participamos, también evidenció interés y respeto por cada presentación. Y cuarto, porque construimos puentes que permitirán fortalecer los lazos de los procesos iniciados y los que vienen en camino. En ese sentido, nos toca a Guatemala, y a Centroamérica en general, comenzar a posicionar nuestras reflexiones en el escenario internacional académico sin perder la perspectiva de los posicionamientos políticos y de diálogo con nuestros pueblos. Pero, fundamentalmente, para contribuir a las reflexiones desde nuestra mirada. Si bien los grandes centros de producción de conocimiento europeos y estadounidenses han contribuido a la comprensión del metal en diferentes dimensiones, América Latina ha quedado en rezago doloroso y no aparece en esas historias. Nos toca proponer, desde nuestros espacios, interpretaciones desde las diferentes disciplinas y en diálogo pleno.
Finalmente, tuvimos oportunidad de recorrer parte del centro de Guanajuato y el Museo de las Momias de Guanajuato, para retornar a la Ciudad de México el 22 a la presentación, en la Cineteca Nacional de México, del material rescatado del director Sergio García Michell sobre Avándaro, importante evento de la memoria del rock mexicano.
El domingo fue el retorno a Guatemala y se selló con el obsequio que un oficial de seguridad del aeropuerto de México me hizo. Resulta que el 19, al llegar a la Ciudad de México, estaba en la banda de espera para el equipaje y se me acercaron dos policías. Cuando los vi, pensé que iban a realizar alguna requisa en mi mochila. Pero no fue así. Uno de ellos vio que portaba la playera de una de las bandas emblemáticas del death metal mexicano, Cenotaph, del disco Riding our black oceans, y rápido se identificó, pues, según él, pocos conocen a la banda y su calidad. Este oficial, después de una conversación de cuarenta minutos, aproximadamente, y de compartirle un casete de la banda guatemalteca Gangrena, afirmó que, cuando llegara al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso, me compartiría un compacto con una amplia colección de metal mexicano. Gran parte de ella está girando en mi dispositivo. Saludos a Víctor Mosco. Gracias por la empatía.
Lo triste fue regresar al país, venir lleno de buena energía y encontrarse con la censura al metal. Marduk, la legendaria banda de black metal era censurada por los diputados, quienes, con la mejor pantomima para distraer a la población, centraron su odio en una expresión que no comprenden. Peor aún, mientras eso sucedía, se realizaban los juicios por genocidio contra militares que violentaron a la población Ixil durante las peores épocas de la guerra en Guatemala, y otras jugadas tramposas dentro del Congreso.
Hoy, cuando cierro estas líneas y se cumplen casi 24 horas de la cancelación del concierto de Napalm Death y Cannibal Corpse, solamente queda no agachar la cabeza, denunciar y accionar contra estas lacras políticas, religiosas y empresariales que dominan esta finca a su sabor y antojo.
La experiencia académica en México nos fortalece. Se vienen cosas importantes y no pararemos de confrontar la estupidez humana y la acelerada conformación de un Estado teocrático y represor que ve en el metal un chivo expiatorio para ocultar la corrupción.
Fotografía tomada del muro de Facebook del Seminario Permanente de Estudios sobre Heavy Metal.
Mario Castañeda

Profesor universitario con estudios en comunicación, historia y literatura. Le interesa compartir reflexiones en un espacio democrático sobre temáticas diversas dentro del marco cultural y contracultural.
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