Jimmy Morales: ¿presidente de mentiras?

-Ramiro Mac Donald / ALIQUID STAT PRO ALIQUOT

(…) Tengo 60 años de ser artista y nunca, nunca… jamás pensé que un cómico iba a llegar a ser presidente de la República. El problema es que la gente lo va a seguir viendo como artista. Yo creo que va a cumplir más de 20 años de estar actuando como comediante. Y cuando hable en público, (la gente) va a seguir viéndolo como artista, pues. Va a ser dificil para él quitarse esa imagen (…)
Velorio, cómico guatemalteco
Los comediantes se ponen serios. Plaza Pública

A inicios del 2016, Plaza Pública colocó en su portal institucional una interesante producción, del videoartista Gerardo del Valle, en donde se mezclaban opiniones de tres conocidas personalidades nacionales ligadas con la farándula. Se registraron las opiniones de Velorio, Ronal McKey y Rex Mamey sobre la llegada de un compañero de tablas a la primera magistratura de la nación: Jimmy Morales Cabrera. Las respuestas fueron intensas, sinceras y muy críticas. Los análisis que hicieron los tres personajes, acostumbrados a “chistear” por todo y de todo, fue de extrema seriedad. Incluso, hasta se notó preocupación en sus voces. Honda. Sincera. Preocupación por lo que nos venía encima a los guatemaltecos, por eso lo volví a ver, para recapitular sus puntos de vista que me impactaron hace 2 años, ahora que se cumplen de la asunción de Jimmy Morales.

En el acápite destaco las frases más relevantes de lo comentado por Velorio. Tenía toda la razón ese viejo zorro de la comicidad chapina, que he visto como capta con maestría la esencia de nuestra idiosincrasia y la traduce en chistes. Su capacidad de análisis no nos sorprende, ni la posibilidad de encontrar en sus conceptos, un examen semiótico para otorgarle credibilidad a sus ideas. Lo que sucede es que los seres humanos entramos en contacto con la realidad a través de los signos, coinciden filósofos y semiólogos. Los símbolos son los que nos permiten acercarnos a la realidad. Y precisamente por eso entendí la preocupación de los tres cómicos, pero en especial las palabras de Velorio.

¿Dos años después, los guatemaltecos siguen viendo a Jimmy Morales como el cómico que durante más de dos décadas aparecía haciendo bromas (y muy malas, por cierto) en su programa Moralejas en la televisión abierta todos los domingos al caer la noche? ¿Ha logrado Jimmy Morales cambiar, entre el pueblo de Guatemala, esa imagen de cómico de TV para convertirse en el presidente de la República?

Difícilmente, porque ese primario contacto ha permanecido en la memoria de quienes lo relacionan con la actuación cómica, no con la actividad política. ¿Es un actor que está interpretando un papel, el más importante de su vida, como presidente de una nación? ¿O Jimmy Morales es verdaderamente un político que le ha tocado conducir los destinos de este país por los últimos 2 años? ¿Cuál es la imagen que ha escogido el guatemalteco?

Morales era un icono de la comicidad nacional que representaba diversos personajes creados por su productora de televisión, junto a su hermano. Esta serie de interpretaciones, al parecer, le alcanzaron para llegar a la Presidencia, en un carambolazo que ni él mismo imaginaba… aunque seguramente lo soñó algún día. Ante todo, porque su triunfo es atribuido a causas exógenas, más que a señales claras de capacidad política o un liderazgo demostrado.

Hoy, casi a dos años, se puede decir que el éxito electoral de Jimmy Morales se debió al desgaste sufrido por los sectores tradicionales de la política nacional, luego del destape del caso La Línea, generado por las investigaciones anticorrupcción de la Cicig y el Ministerio Público. Muchos coinciden que fue el Departamento de Estado de EE. UU. quien motivó las renuncias de Roxana Baldetti y Otto Pérez, porque eran impresentables como socios y estaban hartos de su desmedida ambición de poder y dinero.

Los escándalos de corrupción descubiertos fueron como un remolino político que levantó una ola de indignación y protestas ciudadanas por 19 semanas entre sectores medios de la población, que finalmente se pasó llevando a las organizaciones políticas Partido Patriota -PP- y al Líder, de Manuel Baldizón, quien resultó arrastrado, de colada, por la crisis de 2015.

En ese contexto, Jimmy Morales ganó la Presidencia, no por méritos propios, sino por descarte o desgaste de su competencia, aunado a su reconocida experiencia de hablar ante las cámaras y tener un discurso facilón, enfrentando en el balotaje a una Sandra Torres sin garra, que jugó un papel muy centrista y se enredaba en sus propias palabras cada vez que se presentaba ante un Jimmy Morales sereno, con ese discurso que los guatemaltecos querían escuchar: cambiar el modelo de hacer política.

Sandra Torres quedó relegada a la «vieja forma» de hacer política y Jimmy Morales jugó, inteligentemente, el papel del nuevo joven de la cuadra, con una imagen inmaculada y discurso conservador. Dos o tres combates en televisión fueron suficientes para ver a una Sandra Torres disminuida, incapaz de hilvanar un discurso convincente, titubeante, con párpados caídos y sonrisas forzadas. Todo lo contrario a las poses del actor: siempre fresco, con preparación discursiva aunque un contenido pobre y débil en cuanto a propuestas y repuestas claras. Pero se empoderó del papel y salió a ganar, que es lo que hacen los buenos políticos: proyectar una imagen siempre de seguridad y confianza.

¿Sigue siendo esa la imagen que tienen los guatemaltecos de este presidente con dos problemáticos años a cuestas? O como dice el título de este artículo ¿es un presidente de mentiras? Con toda la implicación conceptual que pueda significar. Porque ahora proyecta poca seguridad, ningún ápice de confianza y se enreda cada vez que habla.


Imagen principal por Wilder López, tomada de soy502.

Ramiro Mac Donald

Semiólogo social. Académico de Ciencias de la Comunicación. Periodista.

Aliquid stat pro aliquot


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