Irrespetar la civilizaciones crea choques

Fernando González Davison | Política y sociedad / DING DONG

Daniel McCarthy, publicó un interesante artículo alrededor del libro Choque de civilizaciones de Samel Huntington, muerto hace unos meses. Lo intituló: «Whose Civilization? Which Clash?» ¿Qué choques? Para él las civilizaciones son la: occidental, ortodoxa, confusionista, islámica, india, africana y latinoamericana y la de Israel. Para Huntington sus rivalidades han llevado a guerras, incluso las más recientes de este siglo XXI. No digamos en la época colonial cuando Europa dominó el mundo. Las migraciones del sur hacia el norte espolean los conflictos y chocan al llegar a los países occidentales. Algunos consideraron a Huntington un reaccionario porque pareció defender el mundo «anglo» occidental frente a las demás culturas. Lo interesante del artículo de McCarthy es que me permitió comprender el miedo que ejercen las migraciones de otras civilizaciones en occidente, porque su gente teme perder su identidad. Ese temor es más poderoso que las ideas de un mundo global y de la democracia que promocionó Clinton en la década del noventa. En occidente existe ahora un serio cuestionamiento sobre la globalización porque hizo avanzar a las potencias emergentes como China, Corea… que, con Japón, se han vuelto la fábrica del mundo, seguidas por India y otros países. Entretanto, no acaban las guerras en el mundo islámico porque no hay un Estado allí capaz de controlarlos como hizo el imperio turco hasta inicios
del siglo XX, hoy reducido a Turquía.

Para McCarthy, la intención de Huntington era que EE. UU. desistiera de expandir su cultura en el mundo, en particular en Medio Oriente, porque su gente reaccionaría con un «choque» contra occidente. Así ocurrió tras las guerras contra Irak de Bush padre e hijo en esa zona, donde se gestó al Estado Islámico. Huntington se opuso a la guerra contra Irak, ordenada en 2002 por el vicepresidente Cheney, quien así quiso favorecer a su conglomerado petrolero que presidió antes de asumir ese cargo. Y no le importó la muerte de medio millón de civiles y de miles de soldados estadounidenses. Por esa guerra absurda Estados Unidos perdió su imagen de buen componedor internacional y dejó de dirigir el orbe como Trump lo vino a confirmar. Occidente se divide. El fisco de EE. UU. se endeudó por doscientos mil millones de dólares que costó la guerra de Irak en beneficio de ese conglomerado petrolero. Esa avaricia es la que llevó a la crisis de 2008. Obama quiso recomponer esa situación volviendo a la prudencia en la banca y cuidando los asuntos mundiales, en especial con Siria e Irán, consultando con sus aliados de la OTAN, para estabilizar Medio Oriente y bajar así el gasto militar estratosférico de EE. UU. Pero Trump hizo lo contrario y hasta le quitó impuestos a los ricos.

Empero, hay un temor real en occidente por las migraciones y por el acecho de las civilizaciones. La ortodoxa de Putin intervino a favor de Trump en su campaña electoral porque facilitaría el declive de EE. UU., Putin también fomentó el brexit, la salida inglesa de la Unión Europea, para debilitar a occidente por igual. China enfrenta sus propios problemas con los grupos islámicos igures y los ha puesto en campos de concentración. Huntington le dijo a occidente que se acomodara a ese mundo diverso de culturas, porque de llevarles la contraria iba a chocar. Y ello sucedió en Pakistán, Medio Oriente… donde occidente está saliendo con la cola entre los pies, mientras China se vuelve el centro del mundo, haciendo fintas con sus vecinos para llevarlos a la rica ruta de la seda, sin criticar a ninguna civilización, porque el mundo es uno y diverso y no más.


Fernando González Davison

(1948) Escritor, internacionalista y exdiplomático guatemalteco.

Ding dong

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