¿Invitado o colado?

José Domingo Carrillo Padilla | Política y sociedad / CALEIDOSCOPIO

En reiteradas ocasiones me invitaron a escribir en este medio. Por distintas razones aplacé el envío, más importante aún, la redacción del mismo. ¿Temor a la crítica? No, parto del principio que no existe la crítica positiva o la negativa, existe nada más la crítica y debe aprenderse a criticar y ser criticado, sin que corra la sangre. Así que temor, no lo fue. Sucede que me sorprende la facilidad con la que las personas acostumbradas a escribir columnas en los medios digitales o impresos saltan de un tema a otro con la agilidad de un chapulín.

Me acostumbré, o me acostumbraron porque las universidades son eso, antros del saber en los cuales obligan al aprendiz a escribir con métodos, acompañados de teorías y técnicas específicas de investigación. Es decir, en el medio académico la improvisación, la falta de rigurosidad son penalizadas. Por esa razón tomé algunos días en aceptar la propuesta, y me dije, aquí los criterios son otros. De calidad siempre, pero sin los requerimientos propios de la academia.

La transición de uno a otro ámbito no es fácil. La absoluta libertad de expresión no debería tomarse al pie de la letra, es decir, desde la perspectiva de esas líneas no significa que escribo lo que quiero, como yo quiero que se interpreten los hechos. ¿Por qué sucede esto? Porque me encuentro afirmaciones en los medios de Guatemala, como que la historia del país no se debate en público mientras se realizan eventos con participación de estudiantes y profesores de tres universidades. O aquellas que cuando llega el mes de septiembre aún continuan con la misma afirmación que repiten año con año según la cual no hubo independencia, mientras en la misma Guatemala se publican libros sobre el tema.

Entonces, qué escribir o más bien sobre qué no escribir. Por lo pronto, como dicen acá en México, corro la cortesía y envío unas líneas, me cuido porque dicen que los guatemaltecos somos delicados, no vaya a ser que el tema de obtener algo de Belice –sueño ladino– los tenga muy sensibles y, como los terrones de azúcar, se disuelvan en ese oscuro objeto del deseo.


José Domingo Carrillo Padilla

Doctor en Historia, investigador nacional del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), profesor/investigador de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México

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