Mauricio José Chaulón Vélez | Política y sociedad / PENSAR CRÍTICO, SIEMPRE
Hago una pausa en el análisis que estoy haciendo en dos entregas sobre la importancia de la película Roma, del director mexicano Alfonso Cuarón. El motivo es que considero importante referirme a la infiltración en las organizaciones populares que representan un peligro para el establishment, así como la instrumentalización que los partidos políticos dominantes en Guatemala han llevado a cabo con personas determinadas para ese y otros fines. Comienzo mi texto con esta idea: muchas de las personas con las que los grupos de poder infiltran las organizaciones populares, las utilizan ofreciéndoles y dándoles puestos en sus partidos políticos y en el Estado. Infiltración e instrumentalización van de la mano.
En Guatemala, los partidos que han mantenido desde las derechas el poder en el sistema político guatemalteco, sin excepción, se han nutrido de personas muy cuestionables en muchos sentidos, para que actúen como operadores en campaña y como candidatos a puestos de elección. Para muestra, el tipo de Congreso que tenemos actualmente, el cual es una expresión de criminales en varias curules, negociantes de la política y vulgares representantes de intereses espurios.
Esos partidos han sido precisamente los que han vulgarizado la política, de manera intencional, y las consecuencias las sufrimos todos.
Entonces, cuando surge un partido desde la organización social popular, las redes de operadores para desestabilizarlo se activan, desde la lógica, intereses y experiencia de los partidos dominantes, o sea, desde el poder. Los instrumentalizados que movilizan campañas electorales y estructuras partidarias pasan a formar parte de grupos que infiltran los movimientos del pueblo organizado desde otra forma de hacer política. Esa infiltración es para espiarlos, desestabilizarlos, quebrarlos y destruirlos. Y responde a los intereses de los grupos dominantes. Es cuando la infiltración pasa a ser una de las formas de instrumentalización dentro de las muchas que existen.
Es cierto que en la organización de un partido político, y sobre todo si existe un ímpetu desbordante al tratarse de un instrumento político inédito en la historia debido a que proviene de un movimiento social campesino y popular orgánico, siempre habrá discrepancias y situaciones que deberán discutirse fuertemente. Si surgen situaciones de personas que son idóneas o que no lo son, será por sus capacidades, pero no por su extracción de clase. Habrá personas que no estarán de acuerdo con su postulación y otras que sí, lo cual es parte del ejercicio democrático interno, sobre todo cuando los sectores populares ven una oportunidad de participar, y más si se trata de un movimiento político único e histórico.
Lo que es importante para la honestidad y honorabilidad de un instrumento político que surge de la organización popular es que cualquiera que no responda a los objetivos y la ética del mismo, no se tolerará ni se defenderá o justificará en nada: quien deba ser separado lo será a través de los procesos que marca la ley. Pero tampoco se pasará sobre el derecho democrático de postulación, y lo importante será que no existan puestos comprados, como sucede en todos los demás partidos.
Me refiero a que un instrumento político de este tipo constituye una expresión popular que obviamente marcará desbordes, y lo que hay que hacer es aprender de la experiencia, atajarlos, evaluarlos, discutirlos y si se debe corregir algo, pues se hará. Si una postulación es un error, el instrumento político mediante sus mecanismos deberá de verlo, evaluarlo, analizarlo y tomar cartas en el asunto para resolverlo. Pero, por condición o extracción de clase no se le vedará el derecho de participación a nadie.
Es en este proceso que tratarán de infiltrarlo, instrumentalizando a personas que pertenecen a sectores populares, pero que han sido compradas por el poder dominante. Entonces, llegan a desestabilizar, aparentando que por su extracción de clase pueden pertenecer al nuevo partido o instrumento político, y causan confusión. Es ahí donde el movimiento social organizado en su instrumento político será firme, y al detectar la infiltración, actuará con toda su fuerza y ética que demanda su propia historia y los compromisos con los pueblos. Las trampas del sistema son perversas, pero vendrán y habrá que sortearlas.
«Este es el caos más perfectamente organizado de la historia» escribió el Che Guevara, refiriéndose al inicio del gobierno de la Revolución cubana. Cualquier movimiento de ruptura con el orden social que establecen las clases dominantes explotadoras, presentará desbordes propios del ímpetu de su avance y crecimiento. Los desaciertos no son ajenos a ello y la responsabilidad reside en verlos de manera crítica, no ignorarlos, pero también atajarlos, evaluarlos y accionar sobre ellos con la justeza que merecen y la radicalidad que demanda un movimiento de trascendencia.
Sería ilusorio y fetichista pensar que las equivocaciones no estarán. La política perfecta jamás ha existido ni existirá. Eso es una trampa ideológica que proviene de los mecanismos de dominación para hacer creer que el esclavista, el señor feudal, el aristócrata o el burgués capitalista todo lo plantea bien. Algo así como la infalibilidad del papa.
Y más cuando los movimientos campesinos y populares han estado marginados y subalternizados en la política, y gracias a su nivel de lucha y resistencia han logrado organizarse políticamente y en un momento emergen para disputar el poder, las posibilidades de cometer errores aumentan, lo que no significa que por ellos todo un movimiento deba caerse e invalidarse.
Los movimientos sociales orgánicos desde lo campesino y lo popular, van aprendiendo desde sí mismos, con muchas desventajas, puesto que se carece de medios de producción, medios de comunicación masivos y recursos materiales para luchar en condiciones más o menos iguales. Se navega contra corriente, muchas veces sin más que la disposición absoluta de luchar hasta el final, con plena conciencia de transformar las condiciones de explotación que consumen al sujeto y a la sujeta.
Esto no significa que cualquier persona tenga el derecho de hacer lo que quiera dentro del movimiento. Los objetivos del mismo exigen una ética que sea correspondiente a las luchas y al respeto histórico de quienes las han hecho posibles.
Tampoco significa que por provenir de los sectores populares se tenga pertenencia al movimiento. Recordemos que uno de los grandes éxitos del poder hegemónico ha sido instalarse en las clases y grupos dominados, normalizando el ser subalterno hasta el punto de que lo legitiman y hasta le sirven, haciendo que la relación ethos señorial-ethos servil cobre sentido.
Para la militancia revolucionaria es de vital importancia la autocrítica y no esconder los errores. Pero, al mismo tiempo, resolverlos y continuar en el trabajo orgánico y de construcción de camino para la consecución de los objetivos, sobre todo cuando los aciertos y los logros son mayores y más relevantes que los errores.
Quien sea responsable de algo que asuma sus consecuencias.
Por supuesto que el poder dominante, a través de sus medios de comunicación y sus operadores tratará de sobredimensionar los errores de un movimiento orgánico de clase, al cual sí ven como el más profundo enemigo.
La consigna debe ser corregir el error como deba de hacerse y continuar con la lucha en el camino trazado, sin minimizarse por los errores cometidos y con la confianza de que si se abordan con justicia, los pueblos seguirán confiando en su movimiento y en su proceso de liberación.
Y es al instrumento político de un movimiento social campesino y popular organizado al que tratarán de infiltrar por muchas maneras, a través de los operadores que en otros partidos que sí pertenecen a los poderes dominantes ocupan puestos estratégicos y hasta ganan candidaturas. Y los planes de infiltración forman parte de las estrategias contrarrevolucionarias y abusivas de una clase dominante que trata de descabezar cualquier movimiento que provenga del pueblo. Así que, a cuidarnos de los instrumentalizados que infiltran nuestros movimientos de lucha y resistencia, y a combatirlos con firmeza.
Mauricio José Chaulón Vélez

Historiador, antropólogo social, pensador crítico, comunista de pura cepa y caminante en la cultura popular.
Un Commentario
Exactamente artículo, determinante y claro sobre la postura de las autoridaes en eminencia, me encanta la manera tan clara en la que describe la participación en la edificación de un país.
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