Inmigrantes

Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES

¿Pierden los inmigrantes su identidad? No lo sé. Lo que sí sé es que tiene sus ventajas y sus desventajas eso de ser inmigrante: por un lado, conoces dos culturas, dos formas de ser, dos idiomas y tus hijos hablarán dos idiomas y conocerán dos culturas, pero también pagas las consecuencias de ser el de afuera, el que llegó, el extranjero. Es como en las manadas de cualquier mamífero superior: nunca llegas a integrarte, a ser parte de la manada, del grupo… aunque los humanos te digan que sí.

El inmigrante se convierte en una cosa extraña, rara. He visto a mujeres (una compañera de trabajo en particular) que han pasado 20 años aquí en Suecia y pretenden hacer una fiestecita para conocer a los vecinos. En esta cultura, los vecinos no se conocen, no comparten sus vidas, ni se prestan azúcar ni café, son tímidos y consideran que no deben meterse en la vida del vecino, haga lo que haga. Mi amiga murió sola en su apartamento y de nada le valió hacer convivios con sus vecinos, nunca la consideraron una igual. Es lastimoso y a la vez hermoso, te recuerda cuán solos estamos en este planeta.

Y ahora resulta que separaron a padres de niños pequeños en la frontera de México con los Estados Unidos, ¿se imaginan lo que eso debe de ser? Un desastre, tanto, que hasta los gringos que estaban de acuerdo se echaron para atrás junto con su payasote de presidente.

Yo creo, y me disculpan quienes no estén de acuerdo, que se trata de lo que siempre he dicho: de falta de evolución humana. Nos deben faltar unos 500 años más en el horno para que saquemos al ser humano ese que queremos ser. A ese ser chocolate (mezcla de todas las razas), bondadoso y servicial, ayudador de los demás humanos y sin corrupción alguna, benévolo y misericordioso.

¿Dejaremos algún día la payasada de tratar de ser superiores por un estatus social o una cantidad de papelitos verdes o de cualquier color que te hacen sentir por encima de los demás? ¿Nos faltará mucho tiempo, muchas generaciones de evolución para que entendamos todos que tenemos una sola alma universal? ¿Que todos somos uno?

Hoy estuve viendo un video que me envió una amiga desde Panamá. Es sobre Adela Cortina, una señora que acuñó el término aporofobia (que es el detestar al pobre). La verdad es que ella tiene razón, es muy diferente en estos momentos de evolución humana llegar de turista a un lugar o tener mucho dinero. Te dan la bienvenida inmediatamente. En mi país existe la xenofobia contra algunos colombianos, contra los que entran por la frontera, los pobres, los que buscan trabajo para sobrevivir, no contra los adinerados que vienen en avión con sus miles de dólares (muchos mal habidos), los inversores, esos son siempre bienvenidos. La verdad es que discriminamos al pobre, al necesitado. Es muy diferente llegar de fuera con mucho dinero, que llegar como pobre y necesitado. ¿Que esto es una locura? Claro está, deberíamos apoyar a quien más lo necesita, pero en realidad no es así. Reverenciamos al dios dinero. ¡Qué vergüenza para la raza humana!

Y ahora mismo se juega el Mundial de futbol en Rusia. Entre los finalistas están Francia y el Reino Unido de Gran Bretaña, dos grupos futbolísticos llenos de inmigrantes. ¿Que no sirven los inmigrantes? ¿Qué sería del fútbol sin ellos? Y qué sería de la comida, ese factor tan importante en la vida humana. Aquí, por ejemplo no habría llegado la pizza italiana si no hubiera llegado de la mano de un inmigrante. Ni la comida china que tanto nos gusta, ni la hindú.

Bueno, comprenderán lo que quiero decir: hay inmigrantes positivos y negativos. Aquellos que, como siempre, llegan a engrandecer una cultura y los que llegan a destruirla. Es una pena, pero por lo pronto así será.


Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.

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