INE institucional

Víctor Manuel Reynoso Angulo | Política y sociedad / INTERÉS PÚBLICO

Contra algunos indicios y pronósticos, el nombramiento de los cuatro nuevos consejeros del Instituto Nacional Electoral fue institucional, es decir, siguió la letra y el espíritu de la ley.

A fines del siglo pasado se dieron cambios en distintos ámbitos que transformaron el sistema político anterior para dar lugar a uno nuevo. Consistieron en desconcentrar una serie de facultades que estaban en manos del presidente de la República, como la organización de las elecciones.

Los presidentes mexicanos tuvieron un notable poder formal e informal. La transición mexicana consistió en irle poniendo balances y contrapesos de muy diversos tipos a la institución presidencial.

1982 fue la apoteosis del presidencialismo mexicano. Sus excesos lo llevaron a su fin. Los dos sexenios siguientes estuvieron marcados por conflictos electorales. El primer IFE, antecedente del INE actual, el de 1989, fue una solución parcial, pues seguía dirigido por el secretario de Gobernación. El cambio definitivo se dio en 1996, cuando la dirección de la institución queda en manos de ciudadanos.

El IFE-INE no llegó solo. Fue acompañado por otras instituciones que iban en el mismo sentido: restarle facultades a la Presidencia, generar un sistema de balances y contrapesos. La Comisión Nacional de Derechos Humanos, la autonomía real del Banco de México, la del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el Instituto Nacional de Acceso a la Información y otras que llegarían con el siglo XXI van en el mismo sentido.

Teóricos de la política han considerado, con cierta razón, que un poder dividido, un poder con balances y contrapesos, puede ser menos eficiente. Pero no necesariamente es cierto, pues los contrapesos pueden apoyar la eficacia y eficiencia del Gobierno.

El Poder Ejecutivo en nuestro país no tiene que preocuparse actualmente por organizar elecciones. «Delega» esa actividad en el INE. Delega también el cuidado de los derechos humanos, la competencia económica, el acceso a la información, la generación de datos, la impartición de justicia. Lo que le quita poder, en cierto sentido, pero le permite concentrarse en otras cosas para ser más eficiente. Le genera, además, información objetiva que le puede permitir hacer mejor las cosas.

Los nuevos consejeros no necesariamente son apartidistas. Uno de ellos fue diputado federal del PRD. Lo importante es que se cumplió felizmente el proceso de selección, lo que hace más probable que esos consejeros cumplan con sus funciones.


Víctor Manuel Reynoso Angulo

Profesor investigador de la Universidad de las Américas, Puebla. Doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de México, maestro en Ciencia Política por FLACSO México y licenciado en Sociología por la UNAM.

Interés público

Correo: vmra58@yahoo.com.mx

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