Independencia en tiempos del internet

Cynthia Rojas Ureña | Política y sociedad / ENFOCÁNDONOS EN LO IMPORTANTE

Durante aproximadamente 300 años Latinoamérica fue dominada y saqueada por sus colonizadores, autorizados según ellos bajo un mandato celestial, tomaron todo cuanto vieron de valor para su economía y, de camino, destruyeron casi toda nuestra herencia cultural, dejando tras de sí indígenas, pobres, enfermos y con pocas perspectivas en cuanto a su futuro. Aproximadamente 197 años después de nuestra independencia, podemos ver con sorpresa que la historia no ha cambiado mucho. La conquista y subyugación socioeconómica se asemeja más a una metamorfosis que a un evento histórico.

Un ejemplo de ello es que, en nuestros días del internet, las redes sociales y la interconectividad, Latinoamérica tiene una dependencia casi colonialista de los proveedores de internet, así lo indica Zibechi quien expone que «(…) ocho de los nueve cables submarinos que unen América del Sur con Europa pasan por EE. UU. Algo muy grave porque, además, la ciudad brasileña Fortaleza está más cerca de la península Ibérica que de Miami. El noveno, es un cable obsoleto y saturado, de modo que el 99 % del tráfico de internet desde Sudamérica es controlado desde Washington». Como se puede ver el principal proveedor de internet para Latinoamérica es Estados Unidos. Esta situación genera, se quiera o no, una coyuntura que permite a quienes prestan el servicio (empresas y gobiernos) tener los medios para poder espiar el tráfico de datos de toda índole que pasa por el ciberespacio. En nuestro continente, según The statistics portal, tenemos un promedio de 375 millones de usuarios y representamos el 10.3 % de usuarios a nivel mundial. Poseemos 171 millones usuarios que visitan Google Sites y 141 millones accedan Facebook, un mercado nada despreciable. Los países con mayor penetración son Brasil, México, Argentina y Colombia.

Cuba apenas se encuentra incursionando en el proceso de adopción; sin embargo, este último ha denunciado el proyecto denominado ZunZuneo el cual tenía como objetivo derrocar el Gobierno cubano. Una vez realizada la denuncia se conoce que «La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) reconoció que los programas sobre el proyecto de Twitter cubano, conocido como ZunZuneo, tenían una inadecuada supervisión y conflictos de interés ». Se indica en dicha denuncia que este plan estaba en marcha desde el 2009 mediante una maraña de empresas entre las cuales se mencionan empresas norteamericanas como Usaid, CAII entre otras (Falcón, 2014).

Por otro lado, tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea (UE), durante este 2018, los líderes de las empresas más importantes como Facebook y Twiter fueron llamados a cuentas con el fin de exponer planes de acción para evitar la influencia de terceros en los procesos electorales, la venta descontrolada de datos de sus clientes, así como evitar la manipulación de los gustos de compradores de bienes y servicios por parte de las empresas que compran los datos con estos fines. Todo esto indica que gobiernos como el norteamericano, el ruso y la UE tienen más que claro el impacto que la tecnología tiene en la economía y la política, dejando expuesto para todos la falta de políticas y reglamentos para el control de las mismas; sin dejar de lado que aún en nuestro vecino país del norte se continúa a duras penas con la investigación sobre la influencia rusa en las últimas elecciones.

Esto último ha dejado en descubierto que empresas como Cambridge Analytica apoyaron a Donald Trump a llega al poder. Sobre este caso puntual según Cadwalladr y Graham, la cantidad de información de cuentas privadas accesadas ascendió a más de 50 millones. Pero esto no se dio únicamente en Estados Unidos, sino que, otros gobiernos usaron los servicios de Cambridge Analytica para influir en los votantes, entre ellos se mencionan gobiernos europeos, norte y sur de América, Asia y el Caribe. Según Ghoshal, para Latinoamérica se señala entre sus clientes a Colombia y Argentina. Se indica también que los servicios varían según los requerimientos de los clientes. Es importante mencionar que esta empresa posee amplia experiencia en minería de datos, así como altos conocimientos en algoritmos automatizados que permiten perfilar a los tipos de votantes, sus miedos, sus necesidades y así sugerir e influir en sus decisiones mediante sus cuentas de Facebook, Twitter u otro medio digital. Información muchas veces errónea o manipulada para influir deliberadamente en la decisión de voto a favor de su «cliente». Esto no sale a la luz pública sino hasta luego de las pasadas elecciones en Norteamérica, lo que provoca todo un revuelo a nivel mundial.

Este despertar tardío de las democracias más «maduras», tiene como objetivo desesperado poner límites éticos y legales a los datos de sus compatriotas, los cuales están siendo manipulados por toda una estructura sistematizada, organizada y apuntalada por un nicho nuevo de mercado que ha visto la oportunidad inescrupulosa de generar capital a costas de la manipulación deliberada de las intenciones de las masas. Y entre toda esta conmoción política, los gobiernos latinoamericanos siguen dormidos y no se han pronunciado. Se continúa con el paradigma dependiente de siervos menguados callando nuestros derechos, olvidando deliberada e irresponsablemente que muchos en el pasado han peleado y hasta entregado sus vidas por lo que creían llamar libertad. Nuestros pueblos deben elegir libremente, tienen el derecho a que sus datos no sean espiados, vendidos, y no seamos manipulados deliberadamente. Es urgente que nuestras universidades públicas abran espacios de discusión, que los comunicadores conocedores y conscientes de esta problemática hagan mayor uso de sus espacios para informar, denunciar y apoyar el proceso de concientización y educación en nuestro continente.

Es hora que exijamos a nuestros gobernantes que entiendan la seriedad de este tema y que desde una perspectiva ética y unificada demanden acciones concretas para nuestros pueblos latinos en materia de comercio y manipulación de datos a empresas como Facebook , Twitter, entre otras, así también que se creen lineamientos que permitan la ciberseguridad de manera tal que no perdamos nuestra independencia digital.

Es imperativo que Latinoamérica invierta en infraestructura de telecomunicaciones y seguridad, que le permita una independencia tecnológica, pero para ello se ocupa voluntad política de nuestros gobiernos, esto incluye desde las economías latinas más grandes como Brasil, así como al resto de economías en vías de desarrollo, sin embargo, esto no ocurre. Un ejemplo claro lo menciona Zibechi, quien señala que Brasil, país que pretende ser una potencia global emergente, vive una grave dependencia en las comunicaciones: el 46 % de su tráfico internacional de internet viene de fuera del país, y de esa cantidad el 90 % hace una «parada» (pitstop) en Estados Unidos. Ahora bien, lo cierto es que se han venido realizando algunas propuestas esporádicas en dirección a la independencia en materia de comunicaciones, pero son pequeños avances que son realizados por algunos países aislados, pero no como bloque común, lo cual permitiría economías de escala y gestión de nuestras propias telecomunicaciones. Sin embargo, prima la falta de voluntad política, en donde el fantasma de la corrupción y pensamiento individualista obstaculiza la organización conjunta en pro de una independencia en este sentido. Es decir, en pleno siglo XXI, casi 200 años después, es necesario volver a unirnos y trabajar por una independencia digital que nos asegure que nuestra idiosincrasia se mantenga, que nuestros gobernantes sean elegidos sin sesgos ni manipulación. Debemos luchar por desarrollar un pensamiento crítico que cuestione, que desarrolle capacidades acordes a nuestros tiempos, que nos permitan competir en economías locales en donde nuestras decisiones no están siendo manipuladas por intereses conquistadores inescrupulosos, donde prima el lucro, la dominación y el saqueo de nuestros recursos. Que en nuestros tiempos ya no son ni oro ni plata, ahora son nuestros datos financieros, nuestro perfil socioeconómico, demográfico, religioso y hasta psicológico, que al final se traducen en dinero que sigue enriqueciendo a quienes tienen más poder y que tal como en la conquista, no tienen ninguna intención de invertir en nosotros pues su interés es que sigamos sumidos en la pobreza y la dependencia socioeconómica creyendo que los espejos cambiados por nuestro oro fue un buen negocio.


Bibliografía

[I] Cadwalladr, C. & Graham, E. (2018, marzo 17). Recuperado de The Guardian.
[II] Falcón, R. A. (2014, agosto 18). Creative Associates: del Zunzuneo a los viajeros de la subversión (I). Recuperado de Cuba debate.
[III] Ghoshal, D. (2018, marzo 28). Recuperado de QZ.
[IV]The statisctics portal. (2018). Recuperado de Statista.
[V]Zibechi, R. (2017, junio 14). Recuperado de Sputnik News.

Cynthia Rojas Ureña

Ingeniera en Sistemas con más de 20 años de experiencia en el sector, máster en Resolución de Conflictos y Mediación en España, máster en Administración de Negocios con énfasis en Gestión Tecnológica y doctora en Ciencias de la Administración de la UNED en Costa Rica. Apasionada lectora e investigadora de temas relacionados con tecnología, sociedad y ciencias empresariales. Fiel creyente que la tecnología sigue siendo un medio para la sociedad y no un fin en sí misma.

Enfocándonos en lo importante

2 Commentarios

Alejandro Acevedo SILESKY 15/09/2018

Es un escrito para valorar ,y desde luego excelente, realidad que hoy vivimos

Maritza Rojas 15/09/2018

Es edificannte saber que se escribe sobre este tema. En estas fechas patrias en Costa Rica sobresale la duda del término Independencia y nos amplia los horizontes sobre el manejo de nuestros datos.

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