-Bienvenido Argueta Hernández / DANZA CÓSMICA–
Recientemente, un psicólogo nicaragüense dedicado a la prevención de la violencia juvenil, me recomendaba revisar el concepto de “indefensión aprendida”. Esta noción describe múltiples manifestaciones del comportamiento actual del ser humano. En términos generales, se refiere al estado de personas sometidas a circunstancias que atentan contra su bienestar y que no pueden remediar de inmediato, lo cual las lleva a considerar que nunca podrán transformar su situación.
En el campo del derecho, se entiende la indefensión como los hechos que de manera indebida limitan a una persona a ejercer sus derechos o ser reconocidos en un conflicto y ante las instancias judiciales correspondientes. El sujeto político-jurídico que se siente impotente ante un sistema legal que imparte justicia solo a favor de determinado grupo sin importar el hecho, la prueba y la misma norma.
Este concepto es utilizado en psicología para explicar cómo los individuos llegan al punto de aceptar su incapacidad para transformar su entorno luego de reiterativos intentos infructuosos para modificar el estado de las cosas. Esto puede ser una situación común en mujeres víctimas de violencia, niños que sufren de abuso sexual o maltrato, estudiantes sometidos al acoso escolar o adolescentes y jóvenes presas de las pandillas juveniles. Pero este fenómeno de carácter individual puede pasar a ser colectivo y convertirse en un hecho social que transfiere la inmovilidad a otros individuos a través de instituciones sociales como las familias, la escuela y la sociedad en general.
La indefensión se convierte, por tanto, en un hecho aprendido y visto como una situación natural. En otras palabras, aprendemos a aceptar las situaciones tal cual son y sobre todo a aceptar marcos de acción que solo favorecen las condiciones que sufrimos y que atentan en contra de nuestro bienestar individual y social. Como una esquizofrenia colectiva o como un estado social ilegítimo se instaura un régimen en contra de los cambios. La emergencia de los canales de comunicación en ese proceso de aprendizaje valida de manera permanente aquellas experiencias y contenidos conservadores que no permiten ir más allá, dejándonos solos e indefensos ante cualquier ejercicio que impide la realización de formas de vida apegadas al derecho humano y a una vida saludable.
Bajo esta perspectiva, por ejemplo, en Guatemala lo que estaría en juego en la lucha contra los hechos de impunidad, corrupción y explotación sería la condición de eliminación de un tipo de conciencia que hemos aprendido durante siglos y que se intensificó durante el conflicto armado. El ejercicio propio de la libertad debería estar presente en las relaciones entre los niños y los adultos, en las relaciones de pareja, laborales, entre pares y compañeros, pero particularmente en la dinámica de la política, cuando se pretende construir una democracia.
Aún así el concepto queda limitado por una dinámica que trasciende al sujeto, como lo señala Habermas en su obra sobre los problemas de legitimación en las sociedades actuales. En la sociología política se discute acerca de lo insuficiente que resulta hablar de la crisis equivalente a la indefensión cuando el ciudadano reconoce que su acción pierde el sentido originario que crea una sociedad y que ya no es capaz de conectar las expectativas del mundo con un sistema moral. Así se crea una crisis que establecería una especie de sensación de indefensión que se arraiga en ambientes donde impera el desorden, la impunidad, la violencia y la corrupción. Esta crisis es de tal orden que aún las religiones ven disminuidas sus influencias para soportar los males que aquejan a los feligreses.
Sin embargo, esta perspectiva se afinca en una interpretación psicológica donde el individuo y sus manifestaciones de liberación de las condiciones que lo limitan en el goce de sus derechos o su bienestar son igualmente catalogados por el establishment como manifestaciones de problemas psíquicos. Cuando los individuos se rebelan frente a las limitantes que imponen de manera injusta o violenta otros individuos organizándose en conglomerados mayores para develar las condiciones de sometimiento y modificar las condiciones que garanticen el bien común, estos son condenados y criminalizados. En otras palabras, el propio sistema se protege frente a los cambios. Así, quienes generan las condiciones en las relaciones de individuos o sociales generan mecanismos aún más fuertes para impedir la resolución de problemas que ocasionan los descontentos.
En todo caso, el problema planteado como indefensión aprendida conduce a revisar nuestros marcos interpretativos y de acción sobre la constitución y liberación de individuos y la constitución social, los marcos normativos y las posibilidades reales frente a hechos que atentan en contra de la dignidad humana.
Bienvenido Argueta Hernández

Aprendiz permanente de los relatos encantadores de las gentes y explorador de las historias que nos muestran mundos diferentes entretejidos entre poesía, cuentos y pinturas. Me gusta jugar, subir volcanes y cruzar arroyos, recorrer laberintos y ser capaz de observar estrellas, paisajes y sonrisas. Escucho jazz o rap y en los intermedios hago investigación social y escribo sobre filosofía y educación.
Un Commentario
Como siempre un artículo muy interesante que nos mueve el piso y nos invita a reflexiones profundas.
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