Enrique Castellanos | Política y sociedad / ENTRE LETRAS
Hoy la pregunta,
luego el viento la hace un gesto
la hace un rol, por un fuego que no des a tiempo
puede no salir el sol.
Canción contra la indecisión. Silvio Rodríguez.
Todas las personas somos de alguna manera parte de la indecisión. En un momento la vida, y siglos en la historia. Decisiones e indecisiones, preguntas sin respuesta, respuestas sin pregunta.
Hay días que te traban al desasosiego. Te lanzan a la intemperie. Al despoblado. Allá vas a campo traviesa, tropezando, a tientas, suponiendo que ya va a amanecer. Te duele la apatía. Te duele todo. Instantes que te ligan al dolor histórico. Te sujetan a la sombra del tiempo. Por donde quiera que andes siempre será orilla. Y siempre vienen las preguntas generadoras y siempre la contextualización teórica y siempre las enormes abstracciones cual barriletes gigantes de Sumpango, muchas veces sin sintéticas concreciones.
Por alguna muy precisa o vaga y extraña circunstancia, o por fin de mes, suelen surgir preguntas: ¿qué pasa en Guatemala?, ¿qué pasa a nuestro alrededor?, ¿qué ocurre con la gente?, o, ¿qué perspectivas hay para esto o aquello?… y estamos ahí, en medio de todo. Inmersos con nuestra individualidad a flor de asfalto, sintiéndonos en un turbulento mar de incertidumbre.
Nos vemos motivados por la necesidad a analizar qué pasa a nuestro alrededor, cuáles son las perspectivas, o cuáles las rutas para salir adelante. Hacer lo mismo o atrevernos a cambiar algo o mucho, según el caso. En lo cotidiano, (como sabemos) todo el tiempo se toman decisiones. Las más simples (de cajón) ni se piensan. Se dan por sentadas. No se programan. Las pequeñas pero importantes, se piensan un poco más. Al menos, qué beneficios nos traerán, ¿por qué y para qué las hacemos?
Las grandes decisiones, complejas, Llegan poco, pero llegan. Mientras más grande es el riesgo, más cuesta tomarlas. El tema es que muchas veces se sabe que son grandes decisiones cuando ya las hemos tomado, o dejado de tomar. Al menos eso enseña la vida. (Lamentaciones no enseña). Es uno, el buscador postraumático que encuentra y retuerce caminos. O aprende o simplemente tiene nociones de que algo importante le pasó tan cerca. (Rozando). Cuando se ha llegado a tomar cierto nivel de conciencia, digamos, fuera de nuestra humanidad, hay cosas que duelen. De pronto te das cuenta de todo, ves que no todo anda bien. La decisión de autoconcienciarse es larga. Ni cuenta te diste, pero la tomaste a sorbitos. Como una larguísima playa solitaria donde vas dejando huellas. Duele todo. Duelen vidas que se van, o que están, pero duelen. Y de pronto, proverbialmente, estás comprometido y tenés visión de país y tus pasos se regodean con la destreza de crear, de generar, de querer que otros sigan esa playa.
Empezás a ver que las calles están llenas de autómatas apagados. Anclados a tonterías. Anquilosados a la nada. Quisieras que no fuera así, pero es. Entumecidos de memoria histórica. De sueños, atrofiados. Te preguntás ¿qué hago aquí?, ¿quiénes son?, ¿a dónde van?, ¿qué hacer?
Con el tiempo se acumulan sufrimientos y dolores, pero surgen nuevas magias. Vas creyendo en nuevas voces. Vas escuchándote a ti mismo. Vas blandiendo otras ideas, que no pariste, pero coincides. Vas comprendiendo que, al final, solo cada quien entiende lo que quiso decir, pero vale la pena escuchar. Comprendes que no hay decisión sin indecisión.
Ojalá quienes vienen detrás, con el auxilio de las tecnologías, puedan ver y curiosear que la toma de decisión no es solo la elección correcta sobre un tema determinado, o, un camino seguro. En última instancia, la toma de decisiones es algo que te impulsa a vivir. La vida es siempre apasionante y no hay nada que supere ese sentir. Irán surgiendo ideas sobre la equidad, la igualdad, la justicia, la dignidad. Pero, sobre todo, debe hacerse libre y testimoniar, algún día en tu posteridad, que tomaste decisiones de cuya magnitud ni siquiera imaginabas. Vista así, dialécticamente, la indecisión es una sabia consejera.
Aprender a tomar decisiones es algo que la educación enseña poco. El verdadero sentido se aprende con el tiempo. Los errores, los riesgos y los costos te los da la vida.
Al final, tus ideas de moldeador de conciencias se estrellan horrible contra el muro del ocaso. La maravilla del caos de crear en libertad apasiona casi como la piratería. Tu idea de corsario cobra vida. Entre la decisión y la indecisión hay un puente que bien pudiera llamarse: transformación.
Fotografía tomada de Pinterest.
Enrique Castellanos

Estudios de Historia, educador popular, promotor del desarrollo. Voluntario de cambios estructurales y utopías.
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