Incoherencia y falsa democracia

Virgilio Álvarez Aragón | Política y sociedad / PUPITRE ROTO

Con prácticas clásicas de intervencionismo en asuntos internos de la época de la Guerra Fría, los autoproclamados defensores de la democracia han decidido, sin que medie convenio o acuerdo internacional de por medio, que las elecciones en Venezuela no les parecen y que, aunque el ganador obtuvo una masiva y mayoritaria votación, debe dejar el poder porque a ellos él no les satisface.

Se acusa al Gobierno de Venezuela de que el proceso electoral no fue libre ni plural, aunque tuvo cuatro candidatos participantes, y participaron todos los que quisieron ir a votar, sin ninguna limitación ni cortapiza. Pero como la oposición más estridente y vociferante, apoyada desde décadas por Estados Unidos y España, decidió no hacerlo, sabedores de que no tenían el caudal de votos necesarios para ganar, sus aliados internacionales han decidido boicotear al régimen venezolano.

Se dice, además, que no fue transparente, pero pudieron asistir los observadores que quisieron, con la participación activa y decidida del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, quien, junto al papa Francisco, han insistido que la salida de la crisis es el diálogo y no las sanciones que han empobrecido drásticamente a la población venezolana, impuestas por Estados Unidos, España y su coro de voces destempladas que, en cada uno de sus países, no son, para nada, ejemplos de respeto a los intereses y decisiones de la mayoría de su población.

Entre los países firmantes y agresores a Venezuela está el Gobierno mexicano, que no solo es donde más periodistas se han asesinado y perseguido, sin que el Estado haya hecho algo para protegerles, sino también todos los sectores de oposición acusaron de fraudulentas las elecciones en el Estado de México, coto de poder y enriquecimiento del actual presidente Peña Nieto. Si un Gobierno en la actualidad no es para nada transparente ni respetuoso de la libertad de opinión de sus ciudadanos es México, pero ahora, junto a los descalificados presidentes de Honduras y Guatemala se abrogan el derecho de intervenir en los asuntos internos de otro país.

Como se sabe, en Honduras no solo se manoseó la ley para permitir la reelección del actual presidente sino, derrotado en las urnas, hizo malabares para producir un fraude de lo más grotesco. Contrario a toda lógica jurídica y política, en Brasil se juzgó y encarceló a un expresidente, solo por el hecho de que «parece» que quiso quedarse con un apartamento –nada lujoso– que la empresa constructora había reparado y puesto a la venta.

En ninguno de estos dos casos los ahora llamados defensores de la libertad y la democracia alzaron su voz, sino todo lo contrario, se aliaron con los defraudadores y tramposos para legitimarlos, simplemente porque sus opositores no eran defensores de las políticas económicas y sociales que a los regímenes dictatoriales de España y Estados Unidos apetecen.

Imagen proporcionada por Virgilio Álvarez Aragón.

La descalificación del proceso venezolano no se trata, por lo tanto, ni de defensa de la democracia ni de respeto a la voluntad de los ciudadanos, ¡mucho menos de soberanía!

Lo que sucede es la ratificación de alianzas internacionales y continentales para imponer regímenes sumisos y acordes a una sola manera de pensar la economía, la política y el poder. Irresponsables en el cumplimiento de sus propios acuerdos, como sucede ahora con el retiro unilateral estadounidense del acuerdo firmado con Irán, los líderes mundiales solo se mueven cuando la soga les llega al cuello, dejando a la ya flácida potencia, hoy liderada por el señor Trump, hacer diariamente el mundo más explosivo que antes, aferrados todos a sus inmediatos intereses económicos.

En Venezuela se presiona a la salida de Maduro porque allí está una reserva petrolera aún codiciada con pasión por el capital norteamericano. Se busca su salida porque los más oscuros intereses económicos españoles quieren volver a hacer su rapiña. Puede Maduro haber cometido errores garrafales en política económica y financiara, defecto que, de nuevo, tienen igual o más todos los que ahora le descalifican, pues sus índices de pobreza y explotación no son, para nada, indicativos de real y efectiva democracia económica y social.

Puede Maduro no ser santo de la devoción de muchos, pero resulta preocupante que aquellos que llegaron al poder a través de fraudes, como es caso del Gobierno hondureño, o que han asfixiado a sus sociedades con procesos acelerados de empobrecimiento de sus poblaciones como los de Argentina y México, vengan ahora, para salvar la cara y comprar la simpatía temporal de Trump, a atacar abusivamente a un país soberano.

En el caso guatemalteco, la situación es más dramática, lamentable y bochornosa. Recientemente la ministra de Relaciones Exteriores pidió el retiro de la embajadora venezolana, argumentando, precisamente, una supuesta injerencia en asuntos internos. Sin embargo, y sin que se hubiese secado la tinta de tan absurda afirmación, se suma abiertamente al coro de críticos electorales y se pronuncia drástica y abusivamente contra asuntos internos de ese país. ¿Puede existir más incoherencia?

La situación política y social en Venezuela es crítica, pueden gustar o no las formas de actuar de sus gobernantes, pero eso no autoriza, a nadie, a inmiscuirse en sus asuntos políticos, más allá de un público consejo y opinión. Todo lo demás es llano y puro intervencionismo.


Fotografía principal tomada de Telesur.

Virgilio Álvarez Aragón

Sociólogo, interesado en los problemas de la educación y la juventud. Apasionado por las obras de Mangoré y Villa-Lobos. Enemigo acérrimo de las fronteras y los prejuicios. Amante del silencio y la paz.

Pupitre roto

3 Commentarios

Fernando Zuñiga 27/05/2018

Excelente

Ana María Rodas 26/05/2018

Ya era tiempo de escuchar una voz diferente, encima del coro de sinvergüenzas que, sin autoridad alguna –solo su adhesión a lo que M.R.Morales ni siquiera llamaría «la derecha lila»– deciden meter sus manos en los asuntos de países ajenos. Cuán cierto que la pobreza que se sufre en Venezuela tiene como causa las sanciones que Estados Unidos y sus aliados le han impuesto a ese país, como lo hiciera EEUU con Cuba. ¿No les parece raro que las únicas siete bases que EEUU tiene en América Latina hoy están en la frontera de Colombia con Venezuela?

Fredy Rodríguez 24/05/2018

Muy acertado artículo. De todos los que critican la situación venezolana, ninguno, absolutamente ninguno tienen la solvencia moral para hacerlo.

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