-gAZeta-
El pasado 13 de septiembre, bancadas aliadas para garantizar la impunidad y la exoneración penal por actos de corrupción quisieron enviar un mensaje de fuerza y poder, no solo a otras bancadas, sino a sectores progresistas y a la cooperación internacional. Quizá en la más clara demostración de lo poco que a estos personajes les importa la población, obviaron hacer un cálculo de la reacción del pueblo. La protesta no se hizo esperar.
La reunión de jefes de bloques convocada para el jueves 14 dio inicio a puertas cerradas en el salón de la Junta Directiva, mientras las bancadas opositoras al paquete de la impunidad esperaban en el Salón del Pueblo, quienes se sumaron al percatarse de la maniobra. Al terminar se dio una breve conferencia de prensa, en la que se explicó el procedimiento que se utilizaría para impedir que los Decretos 14 y 15-2017 nacieran a la vida jurídica.
La instancia de jefes de bloques apeló al derecho de objeción a una ley y, con base en ello, programó una sesión plenaria para el 15 de septiembre, con el objetivo único de archivar definitivamente la aberración recién aprobada.
Entre incertidumbre y certeza de que los llamados dignatarios de la nación, se presentaran para aprobar el acuerdo legislativo, la población que se encontraba de asueto se hizo presente desde muy temprano para recibir y mostrar su disgusto a todos y cada uno de los diputados que se fueran presentando.
Pese a la criminalización de la protesta, hecha la noche anterior por el presidente Morales, calificándola de violenta, la población llenó las calles aledañas al Organismo Legislativo, armada únicamente con la fuerza de su voz y la profunda indignación.
Diputados y diputadas fueron ingresando desde las diez de la mañana, temiendo el enojo del pueblo, fuera de todo pronóstico, o probablemente presionados por la mano que mece la cuna, al hemiciclo ingresaron 130, todo bajo un fuerte operativo de seguridad, acompañado por la Procuraduría de los Derechos Humanos y de la comunidad internacional. A la prensa se le permitió únicamente el acceso al palco de prensa y a los equipos de las bancadas se les prohibió en ingreso al palco del segundo nivel, excepto a los del diputado oficialista de la Junta Directiva.
130 votos
Antes de proceder a la votación para archivar los dos decretos, se dio un largo debate, hubo quienes justificaban y afirmaban que no se había cometido ningún error, mientras que algunos pretendían abanderar la lucha contra la corrupción, pese a aparecer en los listados de votos a favor, y otros que hacían un llamado a la reflexión para por fin avanzar en una agenda de orden social y de respuesta a las necesidades de la población.
Más bien parecía que hacían tiempo, mientras el pueblo indignado decidía ir a comer o retirarse a sus hogares, lejos de eso, la cantidad de gente aumentaba, así como aumentaba el descontento hacia los 107 parlamentarios que respaldaron la corrupción.
El momento de la votación llegó y los 130 presentes votaron a favor de archivar el paquetazo de la impunidad. La sesión culminó poco antes de las seis. Del hemiciclo salieron presurosos, esperando que la manifestación se hubiera disipado, pero para entonces, gente, en las afueras, exigía la renuncia de los 107 diputados y que continuaran la sesión para retomar el antejuicio que atormenta al presidente Morales.
El encierro, amigo ingrato de la calma
Los protectores de la corrupción temieron a los manifestantes y se concentraron en el parqueo, los parlamentarios que han apoyado la lucha contra la corrupción fueron informados de que la genuina manifestación del pueblo había sido infiltrada, incluso, circuló en redes que la infiltración se había organizado desde adentro del Congreso. Múltiples mensajes en redes advertían que si “había un muerto durante la jornada, sería responsabilidad del Comisionado Velásquez y la Cicig”, era como el anuncio de lo que ya se tenía preparado para justificar un estado de sitio y atemorizar a la población que manifestaba.
Varios fueron los intentos de salida, todos infructuosos, la situación era tensa y difícil de controlar. En el parqueo, diputados se mostraban irreconocibles, disfrazados de pueblo, esperaban salir sin que la ciudadanía les identificara, pero afuera ya la gente no distinguía entre trabajadores, asesores y diputados. Un par de jóvenes diputados intentaron saltar, pero su atuendo casual, entre el muro y los árboles, no pasó desapercibido por la gente, tuvieron que volver, no sin pasar haciendo destrozos en el edificio.
Una veitena permanecía tranquila, entre ellos, los 14 que desde el inicio se opusieron a las reformas. Ellos decidieron esperar y salir tranquilamente hasta que todo se calmara, así fuera al día siguiente, fueron tajantes en respetar el derecho a manifestarse y se opusieron a cualquier acto que vulnerara la seguridad de la ciudadanía. Contrario a aquellos que se declaraban “secuestrados”, afirmaron, “nosotros no nos sentimos secuestrados, venimos a trabajar y estaremos aquí hasta que el pueblo decida”, algo que irritó aún más a quienes incluso tramitaron un recurso de exhibición personal.

El pliego de peticiones
Los manifestantes hicieron saber, a través de los medios que se encontraban presentes, que querían hablar con la diputada Nineth Montenegro. Una persona entró al parqueo a informar de las condicionantes: renuncia de los 107 diputados votantes del pacto de la impunidad, renuncia de la actual Junta Directiva, que los 14 opositores asumieran la presidencia de la Junta Directiva, retormar el antejuicio al presidente y legislar para el pueblo. Lo cierto es que 14 votos no alcanzaban para cumplir con las peticiones, la manifestación permaneció en las afueras, las golosinas de la máquina se terminaron.
La ausencia de un plan de contingencia, de protocolos y salidas de emergencia se evidenciaron. El Congreso de la República de Guatemala, no está preparado para una emergencia de ningún tipo. Algunas bancadas prefirieron resguardarse en sus oficinas y terminar sus abastos etílicos. Otros transitaban en medio del hemiciclo, desorientados.
La mano siguió meciendo la cuna, arrullando tranquilamente, mientras la desesperación de parlamentarios se hacía cada vez más visible así como su enojo, lejos de arrepentimiento, sus miradas mostraban ira. De pasillo en pasillo se escuchaban reclamos entre compañeros de ejercicio parlamentario, ¿será que el techo aguanta un par de helicópteros?, ¿por qué no llaman al ministro?, si no fuera por tu interpelación, ya nos hubieran “rescatado“, ¿y qué dice el presidente?
El malagradecido presidente no dijo nada, la misma mano o quizá más de una, también mecían la silla presidencial y lo conminaban a mantenerse al margen.
Periodismo profesional
Durante las casi diez horas de encierro, periodistas que cubren la fuente permanecieron adentro, algunos salieron y cubrieron del otro lado, otros continuaron informando a la población, captando las reacciones de viva voz, quienes cubren para la televisión fueron más visibles. Pero el profesionalismo de un reducido número de periodistas ofreció a la población el curso de la noticia en directo, no sin causar molestias a los diputados, quienes no tuvieron reparos en comportarse groseros con periodistas nacionales e internacionales. Vaya imagen la que enviaron.

El gas, los buses y las señas de manos
Finalmente, a eso de las once de la noche, cuando la manifestación sobre la novena avenida había disminuido notoriamente, ingresaron policías especializados en contingentes, ya habían preparado el operativo de evacuación. Informaron que los diputados serían trasladados en buses que esperaban por ellos, para disipar la protesta se usaría un despliegue de antimotines y gas pimienta, al mismo tiempo que informaban, las molestias en las vías respiratorias se comenzaron a sentir en los pasos perdidos del Congreso.
Amontonados y desesperados, unos 110 diputados, junto a sus equipos de seguridad, salieron entre reclamos e indignación de manifestantes por el uso del gas, cubriéndose con pañuelos. Algunos iban asustados, mientras que otros desde las ventanas de los buses hicieron señales con las manos hacia los manifestantes, buses que la población calificó como “los mismos en los que transportan delincuentes”. En ese momento ya no se veían tan envalentonados como el pasado miércoles 13.
Periodistas que cubrieron la salida también sufrieron intoxicación, ellos no tuvieron tiempo de mojar pañuelos con vinagre.
Unos veinte diputados y sus equipos de confianza esperaron hasta que todo se calmó. Salieron quizá una hora más tarde, unos en sus propios vehículos y otros se acomodaron en un último bus ante la insistencia del ministro de Gobernación que buscaba garantizar su seguridad.
El fin de semana llegó como agua de mayo
El siguiente martes, en sesión de jefes, dos bancadas propusieron retomar el antejuicio para retirar la inmunidad al presidente Morales, una de ellas ponente de las leyes y otra votante de parte del proceso. El diputado oficialista Javier Hernández afirmó que no debían sacrificar al presidente solo por la presión de veinte tuiteros con doscientas cuentas. Con nueve votos a favor, se agendó conocer la moción privilegiada que debía modificar el orden del día jueves 21.
Ese mismo martes, el presidente ofrecía su discurso ante la ONU, casí en soledad y al final de la lista de ponentes. De nuevo arremetía contra la Cicig, mientras, en las afueras, guatemaltecos manifestaban en su contra. Vergonzosas imágenes en los medios internacionales.
Desde Guatemala, sus ministros de Finanzas, Trabajo y Gobernación le enviaban de vuelta un mensaje. Su renuncia conjunta ante la certeza de que la oportunidad de realizar su trabajo se había cerrado.
El Paro del #20S
El mismo miércoles 13, la renovada AEU conovocó al paro universitario, pronto se sumaron organizaciones, población en general, pequeños comercios. Esta vez el Cacif no se sumó e hizo un llamado al “diálogo”.
Desde muy temprano del miércoles, ciudadanos ondeaban banderas de Guatemala en plena Plaza, antes de dirigirse a sus lugares de trabajo.
Hacia las nueve de la mañana, columnas nutridas del movimiento campesino ingresaban a la ciudad, al mismo tiempo más de cincuenta mil estudiantes salían de la rectoría, esta vez, a diferencia del 15 de mayo y del Paro nacional de 2015, las filas de la universidad ocupaban tres avenidas desde la dieciocho calle hasta el parque. Entre comparsas, disfraces, estudiantinas y el apoyo del pueblo, hicieron una entrada histórica con su primer dirigente mujer a la cabeza, quien ofreció, en sencillas palabras, la claridad de su praxis. Nosotros no somos violentos.
De violencia no tuvo nada el Paro, las reglas, criticadas por muchos, fueron respetadas y todo transcurrió en armonía, familias completas participaron, el gran operativo policial convivió cordialmente con manifestantes que abarrotaron el centro. La atención prestada por cuerpos de socorro se debió más bien a insolación y deshidratación por el calor extremo que se registró ese día. Hacia las once de la noche, seguía llegando gente a la Plaza.
En las redes se reportaban marchas y paros a nivel nacional, la plaza de la ciudad de Guatemala no fue la única que se llenó.
La demostración de descontento era clara, cientos de carteles se referían a los 20 tuiteros que mencionó el diputado oficialista, intentando minimizar la protesta.
Los net centers también se levantaron temprano ese día, criminalizando las demandas, parecía que su mayor irritación era que campesinos vinieran a su plaza central, criticaron el acompañamiento del procurador de los Derechos Humanos y a medios noticiosos que cubrieron objetivamente el evento.
Las características de este Paro que lo diferenciaron del paro de 2015 fue la composición de sus asistentes, notoria la participación de la juventud, movimientos campesinos, nuevos rostros, nuevos liderazgos, el pueblo descansó ese día con la posibilidad de una renovada esperanza.
Nuevo blindaje al presidente
El jueves 21 se presentaron 109 congresistas, 49 se ausentaron para evitar tener que retirar la inmunidad a su presidente.
Después de debate, en el que se insistía en interpelar a un ministro que, aunque presente, ya había presentado su renuncia y en defender de oficio al presidente, la votación se dio en los mismos dos tiempos que la anterior. El primero tiempo a favor de votar para la formación de causa, el tiempo concedido fue de un minuto y medio, 70 diputados votaron a favor. En el segundo tiempo, para declarar sin lugar la formación de causa, con diez segundos más que la anterior, alcanzó apenas 25. Innegablemente, los números cambiaron en el tablero, nuevamente no alcanzó ni una, ni otra votación, el presidente sigue inmune, de nuevo agradeció al Congreso.

La indignación, pero también el desánimo, crecen, sectores poderosos han convocado a un diálogo, que el pueblo considera excluyente y ante todo inviable si no se cumplen las demandas primero, es inaceptable dialogar sobre las mismas bases, como si aquí nada pasara.
El pulso está dado, gana quien abandere el diálogo y proponga la salida a la crisis política provocada en gran medida por el presidente, pero producto del histórico saqueo y corrupción organizada dentro del Estado.
Las monedas de cambio: el presupuesto y el fantasma del antejuicio que no se define y que cada vez se ve más lejano de resolver definitivamente a favor del presidente.
Qué será primero, el diálogo, la solución, la aprobación del presupuesto o una nueva solicitud de retiro de inmunidad al presidente. El Ministerio Público y medios investigativos continúan su trabajo, cada día salen nuevos indicios de corrupción y financiamiento ilícito.
La tensión es fuerte, pero el más vulnerado sigue siendo el pueblo de Guatemala.
Fotografías por gAZeta.
0 Commentarios
Dejar un comentario