Francisco De León | Teatro / MEMORIAS DE UN VIAJERO
A medida que Carrillo me contaba con mucho entusiasmo la idea de la Verbena, yo empezaba a imaginar en mi cabeza, el vestuario, la iluminación, los escenarios que podíamos utilizar, los actores, la decoración, etcétera. Él era un maestro para motivar y contagiar a los demás con sus ideas, era una persona altamente creativa e inteligente, con muchas vivencias y experiencias de trabajo creativo, no solo en Guatemala, sino en otros países de Europa, Latinoamérica y en Estados Unidos.
Carrillo hablaba y escribía inglés y francés. El inglés lo aprendió sobre la práctica, escuchando conversaciones y viendo películas en ese idioma, leyendo libros de texto para niños y por sus largas estancias en Nueva York, como él solía decirlo. El francés lo aprendió de niño y lo recordó y puso en práctica cuando se decidió ir a vivir a París para aprender dramaturgia y hacer teatro con el dinero que su padre le había heredado.
Contaba muchas anécdotas de su estancia en Francia, de cómo su hermano Raúl había sido condecorado por el Gobierno francés por el acto heroico de haber salvado a una mujer que se estaba ahogando en el río Sena durante el invierno.
¡Raúl mi hermano, sin pensarlo dos veces se lanzó desde uno de los puentes que están sobre el Sena para salvar a una mujer! ¡Qué horror! –solía decir–. También contaba cómo había conocido a los actores del Teatro Berliner Ensemble fundado por Bertolt Brecht y se había ido con ellos de gira por algunas ciudades de Europa.
Carrillo no solo era gente de teatro, tenía también una cultura general muy extensa; con él se podía hablar de política, deportes, pintura, escultura, diseño, danza moderna, contemporánea, etcétera. Es por ello que las tertulias con él se tornaban interminables.
El almuerzo donde doña Lupita terminó con un hasta pronto. Carrillo me dijo:
Nos vemos la otra semana Francisco, piense en lo que le dije. Tengo programada una reunión en Bellas Artes el viernes a las 7 de la noche. Si acepta la propuesta, llegue también con la gente que considere que puede funcionar, coménteles la idea. Cuídese mucho.
Me fui con una ilusión muy grande dentro de mí, pensaba en las cosas maravillosas que tendría la oportunidad de hacer. Por ningún momento pasó por mi mente preguntar sobre dinero, en aquellos años los que nos dedicábamos al teatro dejábamos esa pregunta en último plano, se trabajaba real y literalmente por amor al arte.
Me puse inmediatamente en contacto con Rudy Mejía, nos reunimos en la UP, allí le conté sobre los planes de Carrillo, aquel se entusiasmó y se contagió con la idea, la agarró al aire y aceptó su participación sin pensarlo dos veces.
Con Rudy habíamos tenido una experiencia laboral muy dolorosa en el Teatro Nacional y necesitábamos de alguna manera algún proyecto que nos hiciera sentir bien de nuevo dentro de lo que hacíamos. Con aquel nos conocíamos perfectamente bien y sabíamos que podíamos confiar mutuamente el uno en el otro.
Llegamos a la reunión a Bellas Artes con toda la batería cargada, entre ellos como ya recordé Marco Antonio Esquivel quien llegaría a ser al paso de los años socio y compañero inseparable de Rudy, con quien formarían el grupo de Teatro Pierrots. Tatú (Marco Esquivel) incluso estaría al lado de Rudy hasta la hora de su muerte.
Carrillo se sentía satisfecho con toda la gente que llegó a la reunión, los aceptó a todos y de inmediato empezamos a planificar el montaje de la Verbena. En la capital él ensayaba las escenas de teatro que se presentarían en los escenarios y coordinaba el trabajo de vestuario con Cristy Cóbar, conmigo veía detalles de la coordinación técnico-artística como la utilería, la escenografía, la iluminación y la regición de escena. Solíamos viajar a Antigua Guatemala los fines de semana, inclusive formamos en la Casa Brañas un centro de operaciones.
Casi todo lo que planificamos sobre papel lo llegamos a concretar en la realidad, fuimos a buscar y contactar artesanos para que hicieran la utilería, las bases de las antorchas, fabricar espadas hechizas, corazas, petos, lanzas de madera, faroles, globos de papel que serían lanzados desde la plaza y juegos pirotécnicos. Contactamos vendedores de churros, de comida típica española y guatemalteca, etcétera.
Viajamos a Puerto Barrios y contratamos al moreno que tenía su espectáculo con fuego, contratamos magos y Cristy Cobar se encargó de ensayar canciones españolas típicas de las verbenas españolas.
Planificamos tres escenarios y tres montamos, el principal o mayor en el frontispicio de la iglesia y los otros dos sobre su plaza. Fue fundamental el apoyo de la tramoya de Bellas Artes dirigida en aquellos años por Filiberto Cruz y en la iluminación por el maestro Ricardo García, mi buen amigo y consejero en estas lides.
La plaza de la iglesia de San Francisco fue iluminada con series de faroles colgantes que comunicaban los tres escenarios y servían de guía para los espectadores que podían caminar por la plaza, viendo las tiendas de recuerdos, ventas de comida típica, vino, atol de elote, etcétera, y ser abordados por gitanas que les leían la palma de la mano, o verse implicados en un duelo de espadachines o servir de coro en una serenata. Los espectadores se sentían transportados a un mundo mágico, cargado de armonía y color, en el cual eran activos participantes. Se recibieron muy buenos elogios de la prensa.
La Verbena iniciaba con un desfile de carrozas de caballos que salía frente al Palacio de doña Leonor. Desde el balcón del palacio daba la bienvenida a la Verbena doña Leonor de Alvarado Xicoténcatl (la primera mestiza nacida en Guatemala), interpretada por Judith González una de las actrices favoritas de Carrillo y mi actual esposa, y don Pedro de Portocarrero. El desfile llegaba hasta la iglesia de San Francisco donde se desarrollaba el resto del espectáculo, un total de 4 horas.
En la Verbena Cervantina comencé a conocer el carácter de Carrillo, sus gustos y habilidades. Le encantaba tomarse los tragos, la Quezalteca era de sus bebidas favoritas. Le gustaba comer tiras, revolcado de cabeza de marrano y caldo de res para quitarse la goma. Además, tenía un gusto muy particular por el mole dulce de plátano. Cuando estaba con sus tragos le gustaba bailar, era un excelente bailarín de foxtrot en marimba, le gustaba divertirse a lo grande y bromear, parodiar a la gente, tenía dotes histriónicos muy interesantes. Estando ebrio no perdía la compostura y era siempre comprensivo con todos. Con las actrices era muy amable y ellas lo llegaban a querer y respetar por sobre todas las cosas, eran sus aliadas casi de inmediato.
Cuando terminó la Verbena, nos quedamos picados con Rudy y la demás gente, queríamos hacer más, planificamos una cena de despedida para platicar con Carrillo y comentarle nuestro interés por hacer otro montaje, que la gente estaba motivada, que queríamos continuar con él. Le comentamos esto, sin embargo, él tan solo sonrió y nos dijo que era un poco difícil y que teníamos que tener un financiamiento, que la Navidad estaba por venir, que lo buscáramos en enero o él se comunicaría con nosotros.
Pensamos que todo había terminado, que cada uno seguiría en lo suyo, lo tomamos tranquilos, sabíamos que Carrillo había iniciado el movimiento de teatro para estudiantes años atrás y solo tendríamos que buscar una obra que él pudiera adaptar al teatro. Nos despedimos con Rudy y quedamos de comunicarnos cuando tuviéramos algo sólido que proponer.
Me quedé pensando qué poder hacer, recordé que algunos años atrás había organizado con otros compañeros del Aqueche un ciclo de Cine fórum para recaudar fondos para un seminario de estudios, allí habíamos presentado, entre otras, la película María protagonizada por Taryn Power y Fernando Allende, basada en la novela de Jorge Isaac, esta novela era una de las lecturas obligatorias en el curso de Idioma Español para los estudiantes de nivel medio y había sido la película más taquillera y más discutida dentro fórum, pensé que de repente podría funcionar. Platiqué con Helen Meyhan, mi antigua profesora de Literatura Universal, quien me proporcionó una lista de todas las novelas de lectura obligatoria que en aquellos años incluía el Ministerio de Educación en su programa de estudios. Con esa lista y la propuesta de María que me había maquinado en la cabeza me comuniqué con Rudy y nos fuimos a buscar directamente a Carrillo a su casa en el callejón Del Fino.
Fue una mañana de enero de 1983, cuando llegamos y preguntamos por él. La doméstica que nos atendió nos dejó esperando en la calle un poco más de 20 minutos, cuando ya nos marchábamos salió y nos dijo que pasáramos adelante, nos hizo entrar a la sala y allí esperamos un tiempo más. Finalmente llegó Carrillo y nos saludó muy eufóricamente con un fuerte abrazo, preguntándonos cómo estábamos y cómo habíamos pasados las fiestas de fin de año. Recuerdo que estaba vestido con su clásica bata azul y pantuflas, nos preguntó si queríamos tomar café, le dijimos que no se molestara que recién con Rudy lo habíamos hecho antes de llegar a buscarlo. Sin más rodeos le contamos lo que traíamos en manos y lo que pensábamos hacer. Otra vez se sonrió y nos dijo que lo pensaría. Sin embargo, algo le interesó en la plática y en lugar de ver pretextos vio posibilidades, se preguntaba y se contestaba a la vez:
¿Y el teatro? –se preguntaba–, sí, podría ser el IGA, podría hablar con la hermana de Chepito.
Pero, ¿dónde ensayamos? Sí, podría hablar con la Shenny, mi hermana, y podríamos comenzar aquí, también podría hablar con la Miriam. Bueno eso se soluciona –pensaba en voz alta–.
Pero ¿y el dinero? ¿El dinero para el montaje, el vestuario, la escenografía, las luces?
De repente se nos quedó viendo fijamente y nos dijo:
Cuento con ustedes incondicionalmente, ¿verdad?
Sí, le respondimos, como lo hicimos en la Verbena, por eso venimos a buscarlo.
Bueno Francisco –me dijo– ¿Tiene una copia de la novela con usted? Tengo que sentarme a trabajar inmediatamente.
De cual de todas, le respondí, traigo María, Doña Bárbara, El principito, Historia de un Pepe, La vorágine, Carasamba…
No, no, no –me dijo–. Déjeme solo María, yo sé que la tengo, pero tengo que buscarla entre un chorro de papeles, mejor déjeme la suya, voy a empezar a trabajar de inmediato, luego nos comunicamos cuando tenga algo en limpio.
Nos dio la mano y nos acompañó a la puerta de entrada de su casa, nos despidió con su tradicional Cuídense mucho, ¡eh!
Con Rudy nos fuimos un poco cabizbajos, caminamos hacia el sur del callejón Del Fino, pensando que sucedería. Al llegar al final del callejón nos despedimos.
Bueno vos Pancho, –me dijo Rudy– al menos lo intentamos, yo me voy para la UP, quedé de juntarme con el morado del Jorge Cabrera, hay te comunicás conmigo cuando tengas noticias de Carrillo.
A finales de enero de ese mismo año llegó Rudy a mi casa, estaba muy contento, me contó que había encontrado a Carrillo en el centro, que quería que nos reuniéramos, que ya había terminado el primer acto de María, que podíamos empezar a ver lo del elenco.
El primer ensayo de María lo realizamos en AMARES (Amigos del Arte Escolar), pues Ligia Bernal de Samayoa era amiga de Carrillo y nos facilitó el local para ensayar, pero solo podríamos utilizarlo entre semana y en horas de la tarde. A ese primer ensayo llegaron Cristy Cóbar, Pablo Antonio del Cid, Edna Guillén, Gustavo Mazariegos, Marco Esquivel, Ángel López, Joel Mendoza, Evelyn Torres, Mario Santis, Elda Mejía, Rudy Mejía y yo. Carrillo nos leyó el primer acto, nos dijo que estaba escribiendo todavía el segundo acto, pero que podíamos comenzar, que sobre la marcha lo iría escribiendo. Asignó casi todos los papeles, sin embargo, hacían falta los protagónicos, de los cuales no tenía idea de quienes podrían ser.
Al terminar la lectura del primer acto y fijar las fechas para los demás ensayos, Rudy y yo nos sentamos con Carrillo para platicar sobre la producción, no teníamos mucho dinero, tan solo 159 quetzales para la escenografía. Me preguntó si podíamos hacer algo con ese dinero, le dije que me dejara leer detenidamente el primer acto, para ver qué podríamos hacer. Nos informó que teníamos el teatro del IGA a partir de la segunda semana de mayo por tres meses que se podían alargar un poco más, dependiendo de las funciones que se lograran vender. Marco Antonio Esquivel, quien trabajaría en la producción, fue clave en la mercadotecnia de la obra, logrando vender las primeras funciones.
Luego de leer el primer acto de la obra ya tenía una idea clara de la escenografía, mi intención era recrear la sala de la hacienda El Paraíso en Cauca, Colombia, y una del jardín de esta donde solían encontrarse María y Efraín. Fue una de las escenografías de más bajo costo que realicé.
Fui al Mercado Central, compré unos cuantos petates, corté ramas de jacaranda del jardín de mi casa, pedí prestadas alfombras a la casa de un amigo, dos taburetes y una banca de la casa de Carrillo, una silla de montar, entre otras cosas que ya no recuerdo, y un juego de cortinas que nos prestaron en la iglesia de la Villa de Guadalupe. La iluminación sería lo de menos, con un ciclorama al fondo del escenario, las cortinas de la iglesia y las luces recreé sin problemas lo que me había propuesto.
Pasaron dos meses de ensayo y aún no habíamos encontrado quienes serían Efraín y María, las escenas de ellos las parodiábamos con el staff técnico, hasta que un día Carrillo llegó con la noticia que la hija de una su amiga estaba interesada en el papel. Era una chica sin experiencia en el teatro, pero físicamente justa a las exigencias del personaje, se llamaba Giuliana Gossmann, leía bastante bien y cumplía con las acotaciones que le hacía Carrillo. Según parece esta fue la única experiencia en el teatro que tuvo Giuliana.
Ahora solo faltaba Efraín, probamos con Gustavo Mazariegos, Javier Chocano y otro par de actores de los quienes no recuerdo su nombre, hasta hicimos un casting, pero ninguno de los que llegaron le parecía adecuado a Carrillo. El primer acto casi corría y el segundo ya se había terminado de escribir. Los parlamentos de Efraín los sabíamos de memoria luego de haberlos repetido en los ensayos. Llegó un momento en que pensamos que no estrenaríamos, teníamos programadas y giradas las invitaciones para el ensayo general con público de los grupos de teatro e invitados especiales de la prensa.
Fue en un ensayo a principios de abril del 83 en el que le dije a Carrillo que esta vez iba a hacer yo el casting para el papel de Efraín, que me sabía de memoria no solo los parlamentos de Efraín sino los de los demás personajes masculinos de la obra. Carrillo acepto el casting, pero me puso como condición que hiciéramos primero la escena romántica con María. Accedí sin mayores complicaciones, a esas alturas del partido no tenía nada que perder.
Cuando terminamos la escena, espontáneamente Carrillo empezó a reírse, al principio no lo entendía, pero después me dijo:
Y usted, ¿dónde estaba metido? Le dimos la vuelta al mundo buscando al Efraín y aquí estaba. Ja, ja, ja. Solo pulamos algunos detalles y listo. Bien hecho.
«Del tingo al tango», «…viva la flor», «…a la pura quien vive» «…tampoco es para tanto, ¡no me chingue eeeh!», eran algunas de las expresiones usadas por Carrillo en su lenguaje cotidiano, frases que eran muy propias de su jerga y que lo caracterizaban como «el maestro Carrillo».
También solía señalar con un bolígrafo las acotaciones que hacía en los ensayos, como si se tratara de una batuta de un director de orquesta. Sus indicaciones y marcaje de dirección eran claras y concisas. Solía motivar al actor diciendo:
No le ponga más, no le ponga más, allí está bien. Cómo ha subido su nivel de actuación pero no le ponga más, porque si no, no sé qué van a hacer los demás actores para estar a su nivel. Déjelo allí, déjelo allí. Bien papá.
Los ensayos continuaron, salvamos todos los obstáculos del montaje y así, un 20 de mayo de 1983, estrenamos María en el Teatro del IGA, teníamos vendida toda la primera temporada.
La noche del estreno, luego de terminada la función, nos sumimos en un enorme abrazo con Rudy, el Tatu y la demás gente del cuerpo técnico. Rudy había interpretado magistralmente el papel de José, era él que abría la primera escena y sobre quien recaía todo el tempus de la misma. Además de haber sido el regidor de escena. Estaba muy contento y me gritaba eufórico:
¡La hicimos Pancho, la hicimos, otra vez la hicimos!
Esta primera temporada de María fue todo un éxito, realizábamos tres funciones diarias de lunes a viernes a teatro lleno, 365 estudiantes por función, más las funciones para público en general de viernes a domingo en donde también se vendía a instituciones culturales como el Club Rotario, la Alianza Francesa, la Cámara de Comercio, el Inguat, etcétera. Carrillo aprovechó la oportunidad del éxito de la obra para que el grupo de teatro rindiera homenaje a destacadas personalidades del arte y la cultura del país.
Realizamos una segunda temporada en el Teatro de Bellas Artes, también nos presentamos en la sala del Teatro Nacional y del Teatro de Cámara, que hoy día lleva el nombre de Hugo Carrillo. En esta segunda temporada Luisa Fernanda Ebrí protagonizó el papel de María. Luisa Fernanda, hija de Cristi Cóbar, era una actriz que tenía mucha experiencia en el teatro y el balet clásico, para ella fue muy fácil acoplarse al personaje y al elenco en general.
Llevamos la obra en gira departamental por la mayoría de los departamentos del país y finalmente realizamos una última función en Morales, Izabal, la más sufrida y sórdida función para terminar una temporada de teatro, debido a los pocos recursos con que contaba el cine del pueblo, había un calor insoportable, no contábamos con camerinos y nos teníamos que cambiar de vestuario casi a la vista del público. Cuando la función terminó nos acomodaron en el único hotel existente en aquella época en Morales.
Recuerdo que me tocó compartir el cuarto con Rudy, que raramente se quedaba en un cuarto de hotel después de las funciones, pero ese día estábamos cansados y desilusionadas porque la última función de María terminara en esas condiciones. Apagamos la luz del cuarto y nos pusimos a platicar un poco sobre lo que había sucedido en prácticamente un año de andar en este devenir del teatro y como poco a poco el grupo había ido creciendo y como observábamos que los intereses de la gente que iba llegando al grupo influían positiva o negativamente a Carrillo, ya se tenía en mente el próximo montaje, que sería Doña Bárbara. Haciendo esas reflexiones estábamos cuando empezamos a escuchar aleteos en el cuarto. Pensé que de repente se había quedado atrapado un pájaro en el cuarto y que quería salir, instintivamente me pare y encendí la luz, nos quedamos sorprendidos con Rudy cuando vimos que estábamos totalmente rodeados de cucarachas que volaban en el cuarto, salimos prácticamente corriendo de la habitación. Escuchamos gritos y risas que venían de los otros cuartos, todos empezamos a salir, las mujeres del elenco estaban asustadas.
Tratamos de localizar al conductor del microbús, pero se había ido de parranda con otros miembros del elenco a Puerto Barrios, nos quedamos afuera del famoso hotel platicando y haciendo bromas, estábamos muy cansados. Sin embargo, esperamos a que Carrillo regresara con el resto del elenco de la parranda y propusimos retornar a la capital en ese momento.
Paradójicamente me encontraba en el comedor Irma, en el cruce de la Ruidosa, había terminado de almorzar, me había quedado más de dos horas con mis recuerdos. Pagué la cuenta, me subí al picop y proseguí mi camino, había recorrido unos cinco minutos cuando vi el letrero con la información del cruce hacia Morales, crucé hacia mi izquierda e instintivamente me dirigí hacia la aldea, quería volver a ver el hotelito y el salón en el cual habíamos presentado esa última función. En pocos años, el pueblo desolado, caluroso y polvoriento que era había cambiado considerablemente, a tal punto que no logré ubicarme. Me desesperé al no encontrar lo que buscaba, di la vuelta en el recodo del camino y proseguí mi viaje hacia la capital.
Carrillo ganó el primer premio en la rama de dramaturgia del Certamen Permanente Centroamericano 15 de septiembre de 1981 con la obra de teatro para niños El lorito fantasioso, por ello la Dirección General de Cultura y Bellas Artes estuvo dispuesta a financiarle el montaje de la obra.
Aprovechando la oportunidad que teníamos de estar en la segunda temporada de María en el Teatro de Bellas, realizamos el montaje de El lorito utilizando parte del elenco de María y parte con actores y actrices invitados. El proyecto de este montaje fue muy ambicioso, pues Carrillo quería que se hicieran tres estrenos simultáneos en Antigua Guatemala, Quetzaltenango y Escuintla. No recuerdo al final si se hicieron, pues yo me concentré solamente en el montaje en el Teatro de Bellas Artes.
Carrillo me pidió que en la escenografía quería que volaran por el escenario utensilios de cocina, como ollas, sartenes, cubiertos, hasta la misma estufa. Hicimos toda esta utilería de duroport para que no tuviera mucho peso, y con la ayuda de un intrincado mecanismo hecho con hilo de pescar logramos producir este efecto.
Recuerdo que en este montaje tuvieron su debut en el teatro profesional César Soto (el Mago César) quien alternaba su papel con el Mago Roberto y Silvia Obregón, hija de Miriam Monterroso y Carlos Obregón, quien a los 11 años debutó con el personaje principal de la obra El lorito fantasioso. En este elenco alterno también estuvieron Carmen Solis Gallardo, Saul Pércola, Yolanda Williams y Samuel Carranza entre otros.
El teatro, el teatro, el ambiente del teatro, era divertido y rudo a la vez, los celos profesionales, la pelea por un pequeño espacio efímero que solo cabe en nuestra cabeza.
Ya teníamos el próximo montaje, esta vez sería Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, pero ahora teníamos muchos candidatos que querían formar parte del grupo, nos preguntaban cuándo comenzarían los ensayos y si ellos podían participar con nosotros.
Empezamos con los castings de actores para esta obra y uno de los personajes clave en la misma era el de Lorenzo Barquero, y de nuevo la pregunta de Carrillo hacia mí:
¿Francisco, conoce usted a un actor que pueda interpretar este personaje?
Por supuesto –le contesté– tenía el nombre en la punta de la lengua, pero en ese momento le dije que hablaríamos después. Le comenté en privado que conocía a Abigail Ramírez, que trabajaba actualmente en la UP, era otro de mis grandes cuates con el cual años atrás habíamos trabajado juntos en el grupo de teatro Cuarto Creciente.
Continuará.
Francisco De León

Arqueólogo, antropólogo forense, ambientalista, teatrista e investigador. Residente en Suecia desde el 2003 donde ha trabajado en temas de medio ambiente, antropología social y consultor de proyectos de migración para las municipalidades y la dirección del mercado de trabajo sueco. Excatedrático de la USAC y actualmente profesor invitado para las universidades de Uppsala y Gotemburgo.
9 Commentarios
Muchas gracias, recordar es volver a vivir. « El Lorito Fantasioso», FUE el inicio de mi formación teatral, toda una universidad de arte escénico y con vos Pancho mi Academia de escenografía. Muchos recuerdos. César ilusionista
Una época muy hermosa la que vivió, y cierto el teatro es así,una carita sonriente y la otra con una lagrima, lindas fotos, mi maestra también fue Doña Helen,gracias por mostrarnos su vida Francisco,usted nos transporta de inmediato a ese mundo fantástico El arte histriónico. Saludos.
Me encanta esa memoria y esa narrativa que usas Francisco. Me parece que es una memoria Quiñonez, porque sòlo en la familia he encontrado personas que puedan recordar tan detalladamente los acontecimientos y los diálogos. También me parece muy ilustrativa tu historia sobre las increíbles «aventuras» de la producción de teatro en Guatemala y los recuerdos de ese gran genio quien fuera el Maestro Hugo Carrillo. Gracias por brindarnos la oportunidad de conocer estas bellas e interesantes historias.
Felicitaciones! Haces que sea un relato fluido y perfecto. Espero la continuación.
Agradable y ameno relato me encantó deseo en otra oportunidad leer nuevamente relatos tan interesantes
Me encanta, espero con ansias tus vivencias del teatro.te felicitó y admiro eres un gran profesional
Sigo de cerca tus publicaciones, es una lastima que no sean tan frecuentes, pero recibo cada una con mucho interes y curiosidad, tienes mucho bagaje historico en tu vida, mucho que contarnos pero ante todo lo mejor esa facilidad para llevarlos de la memoria a la escritura con fluidez y sencillez que hace tan facil y entretenida la lectura. Adelante y gracias por compartir tus vivencias espero tu proxima publicacion desde ahora.
Me encantanto este relato. Espero el siguiente.
Nos gusta el Teatro aunque no asistimos con frecuencia. Ignoraba la complejidad de montar una obra.
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