Edgar Ruano Najarro | Política y sociedad / LA RAZÓN DE LA HISTORIA
En la memoria política de Guatemala, los maestros siempre ocuparon un sitio de honor. Todo empezó en los primeros años de la dictadura de Ubico, cuando algunos maestros, entre quienes estaban Edelberto Torres Espinoza, Miguel Ángel Gordillo, Luis Raúl Arango, Efraín de León y Mardoqueo García Asturias, decidieron presentar un bloque de lucha ideológica contra la dictadura.
Todos escribían artículos y columnas de opinión en el diario El Imparcial una vez a la semana, en una sección llamada Página Pedagógica o el Martes Pedagógico. También otros distinguidos invitados, como Jorge Luis Arriola, Aída Martínez, Federico Mora, escribían de filosofía y doctrinas pedagógicas novedosas en boga en el mundo entero. Pero, en especial se ponía énfasis en la inconveniencia de militarizar la educación, que era uno de los anhelos del presidente Ubico. En ello se distinguió particularmente el profesor Mardoqueo García Asturias, quien escribió varios artículos «técnico pedagógicos» contra la militarización de la enseñanza pública, lo cual irritaba enormemente al dictador, hasta que llegó el momento en que ya no pudo más y ordenó el encarcelamiento del profesor Mardoqueo García. Después de un segundo encarcelamiento del profesor García Asturias, y de otros maestros, murió la Página Pedagógica y en poco tiempo la educación pública culminó su proceso de militarización.
Un segundo choque con la dictadura se produjo entre 1937 y 1940, cuando los maestros iniciaron las peticiones de no asistir a los desfiles del 30 de junio. Eran obligados a marchar bajo el mando de sargentos y oficiales del Ejército, quienes los trataban como a reclutas, con humillaciones y faltas de respeto. A una primera solicitud, más que comedida, en 1937, fueron destituidos más de sesenta maestros, pero en 1940 se continuó con la oposición a desfilar el 30 de junio y por ello fueron despedidos y capturados más maestros.
Así se llegó a junio de 1944, mes en el que habrían de confluir dos corrientes, dos movimientos sociales, maestros y estudiantes, especialmente los últimos, que llegaron a convertirse en una fuerza política formidable. Se había desatado un nuevo espíritu, un nuevo estado, el de rebelión. A lo largo de ese mes, uno tras otro fueron desencadenándose los sucesos que habrían de explotar en la última semana.
El 12 de junio, los estudiantes de Derecho demandaron la liberación de su compañero Ramón Cadena, prisionero de la dictadura sin justificación legal alguna. El día 16 los maestros presentaron una petición de aumento de salario, como respuesta fueron detenidos los profesores Manuel Chavarría Flores y Rafael Arévalo Morales. Así, sucesivamente, hasta llegar a la última semana de junio, en la que en una marcha de mujeres fue asesinada la maestra María Chinchilla. De ahí en adelante, las cosas ya no se pudieron detener, el 30 de junio por la noche renunció Ubico y después de 108 días de agitación, movilizaciones populares, organización de partidos políticos y tanteos electorales, finalmente todo se resolvió con la insurrección del 20 de octubre y comenzó una nueva era en la vida y la marcha del proceso político de Guatemala.
El magisterio también tuvo un papel destacado en esa nueva etapa y llegó a fundar el Sindicato de Trabajadores de la Educación (STEG), organización laboral de la cual surgió una nueva generación de maestros, como Rafael Tischler, Mario Silva Jonama y especialmente Víctor Manuel Gutiérrez, quien alcanzó se ser electo como secretario general de la Confederación General de Trabajadores de Guatemala (CGTG).
Como puede colegirse, los maestros a esas alturas habían consolidado un espacio político de primera importancia y pese a los acontecimientos de 1954, que significaron un grave retroceso del país, quedaron en la memoria colectiva como uno de los sectores que con su movilización podía resistir o luchar contra las injusticias sociales de que eran víctimas los grupos populares.
Un segundo hito en esta trayectoria se registró a mediados de 1960, bajo el gobierno del general Ydígoras Fuentes. Los maestros de segunda enseñanza, agrupados en el Frente Unido del Magisterio Nacional (FUMN), liderado por maestros como Saúl Calderón y Héctor Nuila, estallaron en junio de ese año una huelga que alcanzó una duración de treinta y cuatro días, en la que se peleó la restitución del escalafón magisterial como demanda principal. Este conflicto también captó el apoyo de un amplio conjunto de sectores sociales, incluidos los alumnos y los padres de familia. La huelga finalizó con un acuerdo que contenía la restitución de los maestros despedidos, la libertad de los apresados en las demostraciones públicas y la decisión de establecer en el futuro el escalafón, después de un estudio técnico.
Esta huelga, junto con otro movimiento huelguístico registrado en enero de ese año, protagonizado por los trabajadores del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), puede considerarse como uno de los puntos más altos en la curva de ascenso que venía experimentando el movimiento sindical, en particular en los últimos dos o tres años, cuando se atravesó la etapa más difícil de la reagrupación sindical luego de la masiva persecución e ilegalización que sufrió el movimiento sindical en 1954.
Un importante hecho derivado de la huelga del FUMN fue que los estudiantes de educación media, o de secundaria o postprimaria, como se decía entonces, consolidaron su propia organización que era el Frente Unido del Estudiantado Guatemalteco Organizado (FUEGO), fundada un par de años antes. El FUEGO apoyó decididamente a los maestros y se dio a conocer públicamente con un liderazgo estudiantil de alto nivel que en poco tiempo habría de protagonizar importantes luchas populares, como en la crisis de marzo y abril de 1962.
El tercer hito magisterial se registró en 1973, cuando en abril los maestros de educación primaria iniciaron paros progresivos de labores hasta alcanzar un paro total el 7 de mayo, en un movimiento que tras diversas etapas de negociaciones creó el Frente Nacional Magisterial (FNM), el cual declaró la huelga de maestros de nivel primario a partir del 1º de julio, paro en que se involucraron unos 21 mil maestros.
El movimiento de los maestros rápidamente logró la solidaridad de otros sectores sociales, como los estudiantes de los niveles medio y universitario, quienes en sus respectivos centros de estudio declararon paro total de labores y acompañaron a los maestros en sus demostraciones públicas. Sin embargo, el apoyo al movimiento magisterial de diversos sectores sociales llegó más lejos a la altura de julio, ya que cinco entidades se unieron al Frente Nacional Magisterial con el objeto de crear un Frente Nacional de Unidad Popular (FNUP), cuyo propósito, además de solidarizarse con los maestros en huelga, fue «Luchar por las reivindicaciones de todos los sectores que ahora sufren la explotación, humillación y desalojo, así como oponerse a todas las formas de represión y muerte que la violencia institucional genera y propicia todos los días en contra de las fuerzas democráticas de los trabajadores». Las organizaciones, instituciones y grupos que se aliaron en este frente fueron la Universidad de San Carlos, la Asociación de Estudiantes Universitario (AEU), la Central de Nacional de Trabajadores (CNT), la Central de Trabajadores Federados (CTF), el Frente nacional Magisterial y el Sindicato de Acción y Mejoramiento Ferrocarrilero (SAMF).
El Gobierno respondió a las protestas y manifestaciones callejeras con el uso de gases lacrimógenos, disparos de armas de fuego, golpizas y capturas de manifestantes, con lo cual se produjeron algunos enfrentamientos callejeros con los maestros y estudiantes. Además, se intensificaron las presiones sobre el magisterio con despidos de maestros, amenazas de muerte, etcétera, aunque esta vez el Gobierno fue relativamente cuidadoso en ese orden, ya que se estaba iniciando la campaña electoral y no quería machar la imagen del candidato oficial.
A principios de agosto se llegó a un arreglo con el Ministerio de Educación, según el cual el Gobierno había liberado un millón quinientos mil quetzales para ser distribuido entre los maestros, dejando que fueran ellos mismos quienes fijaran el criterio de la distribución. Fue entonces que los maestros de educación media se salieron del esquema del FNM y crearon la Coordinadora Nacional de Claustros de Catedráticos Educación Media (CNCCEM). De todas maneras, la huelga magisterial terminó con una victoria de los maestros, pues era la primera vez, desde 1960, que los empleados públicos lograban un aumento salarial con medidas de hecho como en el caso del FNM, entidad que debió ser aceptada por el Gobierno como interlocutora magisterial, pese a no contar con personería jurídica. Sin embargo, la importancia de esta huelga trascendió los logros obtenidos en prestaciones, pues tuvo una resonancia política que no había tenido ningún otro movimiento laboral reciente. Del mismo modo, este movimiento indudablemente incidiría en el proceso electoral que se avecinaba.
Para empezar, había sido la primera vez que estudiantes, maestros y otros sectores de la población salían a las calles a manifestar y eventualmente a enfrentarse con la policía desde la crisis de marzo y abril de 1962. En particular, en la segunda mitad de los años sesenta, ya con el movimiento guerrillero en acción, prácticamente desparecieron las manifestaciones públicas y menos se produjeron choques de grupos sindicales o estudiantiles con las fuerzas de seguridad. Esto significó, en 1973, que de algún modo se estaba perdiendo el temor a salir a las calles por parte de algunos sectores sociales. Por otro lado, es de hacer notar que los maestros que mantuvieron el paro en un 100 % lo hicieron distribuidos a lo largo y ancho del país, en cuyas localidades el movimiento magisterial despertó las simpatías de la población local y escuchó las razones del movimiento.
Edgar Ruano Najarro

Guatemalteco sociólogo e historiador. Se ha desempeñado en la docencia universitaria. Ha publicado diversos títulos cuya temática ha estado relacionada con la historia política de Guatemala del siglo XX.
3 Commentarios
Buen análisis Edgar, algunos datos históricos de su documento no los había investigado, ahora ya estoy informada. Le comento que, (egresada del Aqueche) fui Presidenta de la Asamblea Nacional del agisterio ANM durante dos períodos consecutivos,luego de eso renuncio en el 2000 y asume la presidencia el Delegado de Chiquimula, al terminar ese mandato, Joviel Acevedo se proclama presidente de la ANM y hasta la fecha no hay elecciones libres en ese alto organismo. Lamento mucho la situación actual del Magisterio nacional, apoyando a un seudodirigente que ha sido comparsa de los presidentes desde Portillo hasta Morales y los maestros lo respaldan, además recibe dinero (sueldo extra) del sindicato de maestros de Noruega y su salario como maestro de parte del Ministerio de Educación, profesión que no ejerce desde antes del 2000 por ser miembro del comité ejecutivo del STEG. Saludos y gracias por colaborar con la culturización de sus lectores.
El que no conoce la historia, esta condenado a repetirla…Las conquisitas alcanzadas por el Magisterio Nacion, fueron a consecuencias de las luchas y logros, de las cuales fueron la Jornadas Matutina, Vespertina y Nocturna, el Escalafon, El Auxilio Postumo del Magisterio nacional, entre otros…Participamos en las sanciones por parte de Jorge Serrano Elias, quien nos castigo con quince dias sin sueldo, Oscar Humberto Mejia Victores, sansiono a traves de un acuerdo Gubernativo el acenso inmediato al grado superioor a todos los alumnos del nivel Preprimario, primario, diversificado, aunque los niños del primer grado no pudieran leer y escribir….No ha sido facil, participar en las huelgas magisteriales…
Recuperar la Memoria Histórica para el ejercicio politico en las aulas y en las calles es una tarea que como Magisterio al servicio de las causas populares nos debe mover. ¡Viva Victor Manuel Gutiérrez!
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