Hoy lo vi

-Enrique Castellanos / ENTRE LETRAS

Caminaba lento, desgarbado con la mirada perdida. Por un momento lo vi mirando a la distancia sobre el horizonte de la tarde que se iba. Cuando terminó de cruzar la calle se apoyó en el poste del semáforo para subir la banqueta, certifiqué que le costaba caminar. El muchacho que lo acompañaba parecía ser su nieto, mismo porte, gestos y manera de obrar. Caminaron juntos un par de metros y se detuvieron como buscando ubicarse en el terreno. El semáforo marcó verde y tuve que avanzar.

Todo lo que pasa mientras la luz es roja, medité.

Como variable posible, pensé bajar el vidrio y gritar su nombre, o decirle por lo menos ¡señor! Nunca supe su verdadero nombre. Más realista la variable de avanzar, detenerme un par de cuadras después y retornar corriendo sobre la avenida para buscarlo en el punto del semáforo. No irán muy lejos porque camina lento.

El acontecer de ese instante de la tarde me lanzó a los ochentas. No quise importunar a los automovilistas que tras de mí, apurados, aceleraban para transitar. Un rápido despliegue de la situación operativa me indicó la dificultad de detenerme en esa avenida a esa hora de la tarde. Caos a esa hora pico en ese viernes de ese diciembre. Imaginé la cantidad de bocinas y saludos que saldrían de los vehículos.

Lo denso del tráfico me confirmó la variable y descarté la posibilidad de retornar corriendo. Entonces me fui pensando y recordando mientras en la radio escurrían unas notas de saxo y bajo.

La tarde de un 31 de enero había efervescencia en la ciudad. Serían las cinco de la tarde y Demetrio y yo veníamos en microbús de zona seis al centro de la ciudad. Casi en la entrada al puente de Belice un retén de soldados detuvo al micro y conminaron a bajar a los pasajeros. Cuando la gente comenzó a bajar agachados y agarrándose de los sillones Demetrio me quitó el libro que unos minutos antes él mismo me había dado. Guatemala país ocupado de Galeano. Lo introdujo debajo de su camisa y resopló en mi oído: «si hay clavo no nos conocemos». Recordé que en otra ocasión me había dicho que a los «cuques» hay que verlos de frente y a los ojos porque se ahuevan. La cobardía es innata en ellos. Al descender del micro, a una fila de mujeres y hombres con las manos en alto sobre el micro le estaban revisando sus ropas, mochilas y bolsas. Al menos seis soldados apuntaban con Galil la súper audaz acción de los requisidores. Los últimos de la fila éramos Demetrio y yo. Cuando tocaba el turno de la requisa a Demetrio el oficial al mando vociferó: «¡¡suban, váyanse!!».

De nuevo en el micro, medité sobre lo que había ocurrido. Nunca se lo dije pero en aquellos días tener el mencionado libro equivalía a una estampilla de soy comunista. La actitud de Demetrio de portar el libro él, la valoré tanto desde siempre. Esta tarde entre tantas otras, una de las primeras cosas que a mi mente vino fue darle las gracias por aquella tarde.

Enrique Castellanos

Educador popular, promotor del desarrollo. Voluntario de cambios estructurales y utopias.

Entre letras

6 Commentarios

Efrain Salazar 23/01/2018

Excelente, en los 80tas yo vivi situaciones parecidas cuando reclutaban jóvenes para el.ejercito…siempre encontramos la.manera de evadir y no ir..NO QUERIA IR. mis pensamientos eran otros.

Leonel 22/01/2018

Tu artículo nos traslada a épocas complicadas en este país como las q aún existen solo q con otro maquillaje. En medio de esta añoranza no se pierde la fe y los ánimos para seguir construyendo vivencias y compartirlas como lo haces. Gran carisma el tuyo brother, se te aprecia genuinamente. Saludos

Julio Eduardo 21/01/2018

La nostalgia, es para mi el sentimiento más difícil de plasmar en un papel, y también el mas fácil de sentir en propia piel, por eso los autores que logran plasmar nostalgia, se hacen dueños de muchos corazones que los leen a distancia. Muy bonito pedazo de nostalgia Enrique.

Myrna 20/01/2018

Sin duda hermanito que esos sentimientos siempre afloran de tu hermoso y gran corazón estoy orgullosa de ti,Felicitaciones,sigue adelante 👍📓👍

Doriss selina 20/01/2018

Recuerdos indelebles en un corazon con fortaleza enérgica y valentía serena para afrontar las vicisitudes cambiantes de la vida. Felicitaciones Enrique!!

Tito Medina 20/01/2018

Que linda forma de recuperar y fortalecer la memoria histórica…
Felicitaciones al autor, Guatemala necesita de arte, literatura, dignidad y ternura

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