Hombro a hombro, brocha a brocha

-Rita Ma. Castillo / SOMOS ARTE

Hombro a hombro, brocha a brocha, así debería ser la cosa siempre. Hace un par de días tuve la oportunidad de pintar en Estanzuela, la ciudad de dinosaurios, y por cuestiones de logística, me tocó adelantarme al grupo con el que desarrollamos este proyecto de murales alrededor de Guatemala. Me tocó empezar a pintar mi pared sola, lo cual me hizo ver muchos aspectos que llamaron mi atención y que definitivamente quería plasmar en este espacio, no podía dejar pasar la oportunidad. Cada viaje que hago con el colectivo me trae muchas lecciones de vida, pero este en específico me hizo pensar mucho, y ver que como sociedad aún tenemos tantas barreras que derribar en la mente y tantos hábitos dañinos que cambiar. Por ejemplo, que todavía existe una diferencia fuerte y marcada en algunas regiones del país entre hombres y mujeres, que ser mujer en algunos lugares tiene sus desventajas y que es labor de todos ir cambiando, no con pelea ni fuerza , sino con voluntad, buenas acciones y justicia.

Al momento de llegar a un lugar sola te pone en desventaja según muchas personas. Agradezco, claro, el cuidado y atención que toda la gente me prestó para ver que llegara bien, sé que por seguridad el hecho de que una mujer viaje sola pone a todos al pendiente y lo agradezco, pero una parte de mí se pregunta, ¿por qué es así la cosa? Y otra parte de mí se contesta que lastimosamente la violencia en Guatemala crece y que ser mujer y viajar sola es el blanco perfecto para muchas cosas, pero aún así no deja de molestarme el estar en una situación vulnerable, cuando debería ser una situación libre.

Pero continúo para poder llegar al punto que quiero, debo aclarar que no planeo que sean párrafos llenos de quejas, sino más bien de reflexión y que nos motiven al cambio. Al estar pintando, subida en un andamio como ya es costumbre para mí, pasó un hombre e hizo un comentario que me tomó por sorpresa, “las mujeres acá no pintan, es raro ver a una mujer sobre un andamio y pintando, eso es para hombres”, lo dijo con un tono despectivo y pesado. Respiré profundo antes de contestar, muchas respuestas vinieron a mi mente, pero decidí irme por la que consideré no despertaría una discusión y solo contesté, “pues sí pintamos y si pasa mañana podrá ver a un grupo de mujeres más pintando al igual que yo”. Él siguió su camino, puedo decir que a lo largo del día oí ese comentario o similar un par de veces más, unos más amables que otros, cabe mencionar, sumándole abusivos “piropos”, pero eso, claro, ya es normal acá, dirían por ahí. Nunca me había topado con ese tipo de respuesta al pintar en la calle, no me había tocado ver un poco de machismo mientras pinto la verdad, casi siempre se acostumbré a que o te feliciten o te critiquen, pero nunca me había topado con esto, y me hizo pensar. Muchos dirán, estabas en Zacapa, allí hay mucho machismo y tristemente no solo en Zacapa, en muchos lugares aún toca lidiar con comentarios así, porque aún hay barreras entre “cosas de hombres” y “cosas de mujeres”, pero ya no deberíamos estar así, en realidad nunca debió ser así. En el mismo viaje, al día siguiente, ya con mis compañeros pintando, seguimos escuchando la misma clase de comentarios, un poco menos, ya que no estaba sola. Pero de repente pasó una señora y nos gritó “así es la cosa, hombre y mujer, hombro a hombro”. Casi me paro y le aplaudo, en serio, me pareció un grito de alivio, casi con tinte revolucionario, y me encantó, porque ese es el sentir de muchas mujeres en algunas ocasiones, porque hacemos o nos dedicamos a trabajos que la sociedad, aún en nuestros días, cataloga como “cosas de hombres”. Pero en realidad ya no nos deberíamos de preocupar si somos hombres o mujeres, sino más nos debería de preocupar hacer bien el trabajo y trabajar hombro a hombro, respetando el espacio y celebrando las diferencias.

Hoy dedico este pequeño espacio para aplaudir a todo los artistas hombres y mujeres que se atreven a vivir del arte, porque no es fácil, sino que es una lucha constante por abrirse espacio, que busca compartir y comprender a otros, a no ver la diferencia entre hombre y mujer, sino a ver la excelencia de cómo se hacen las cosas. También, con todo el respeto, a cada mujer que se pone en la brecha y celebra con un trabajo bien hecho su hermosos don de ser mujer, que sabe trabajar duro y que se esfuerza en generar arte de calidad, con buenos conceptos, innovación y amor.

Porque de esto se trata, de abrirnos campo sin pasarnos llevando a nadie, sino impulsando el arte, seamos hombres y mujeres, porque las cosas cambian cuando aprendemos a trabajar hombro a hombro, brocha a brocha, en el arte y en la vida debe ser así.


Fotografía por Rita Ma. Castillo.

Rita Ma. Castillo

Diseñadora industrial, apasionada por el arte, con ojos curiosos, corazón colorido, coleccionista de historias, relatos y vivencias con extraños. Descubrí el arte como una herramienta sanadora, como una medicina, dicen que las cosas llegan a la vida cuando deben llegar y a mí el arte me encontró y me rescató. Vivo de eso, y amo haber encontrado mi propósito de vida en ayudar al prójimo por medio de mi tesoro, por medio de mi arte, aprendo cada día y me nutro de color, historias y trazos.

Somos arte

Un Commentario

Rita de Castillo 22/11/2017

Preciosa reflexión, eres muy valiente apasionada para viaje a cada lugar sola o acompañada, tu sabes que estas siendo enviadas cumpliendo una tarea mayor que notados comprenden. A poner más color e nuestra querida Guatemala.

Dejar un comentario