-Jorge Sierra / PALO DE MÚSICA–
Pese a no ganar el Grammy americano en la edición del pasado 28 de enero 2018, Diego El Cigala está feliz. Fue nominado en la categoría Best Tropical Latin Album por Indestructible, junto a Rubén Blades, que al final fue el que conquistó la presea por su disco Salsa big band. Ciertamente este nuevo disco es un parteaguas en la historia de la salsa, un género con casi medio siglo de vida plagado de historias, encuentros, conquistas como también de sobresalientes músicos. La placa es un tour de force del cantaor de etnia gitana que nació para el flamenco.
A punto de presentarse en Guatemala, el próximo martes 27, en la Gran Sala del Teatro Nacional, se nos concede de nuevo el gusto de conversar con él vía telefónica, en exclusiva para gAZeta. Contrario a la ocasión anterior, esta vez se muestra más conversador y animado, e incluso habla interioridades de la jugosa producción que supuso el brete de casi setenta músicos. Apostó todo por Indestructible, con el que culmina un periplo que empezó con Lágrimas negras, 2003, junto al pianista Bebo Valdés. La salsa le ha atraído, sentía según dice: «un llamado». El género estuvo de capa caída pero él no dejó de quererlo. «Cuando hablo de indestructible me refiero a la misma salsa, pero también a lo que me ha pasado en todo este tiempo (murió su esposa y madre), a las personas que han estado conmigo y a aquello por lo que siento nostalgia».
Entiendo que escuchó a Fania All Star, al Combo de Puerto Rico, tocó con Bebo Valdés y tuvo la ocasión de sumergirse en la salsa. Pero ¿exactamente qué le atrajo, qué le atrapó de la salsa?
La letra, el tumbao y la rítmica. Sobre todo por lo que escuché de esos grandes genios de Fania All Stars y otros pesos pesados de la salsa como Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Jhonny Pacheco, Oscar D’Leon. Incluso lo que han hecho algunos de aquellos que son unos colosos, increíbles músicos que estuvieron conmigo en los momentos más claves de mi vida. De manera que yo sentía una llamada de la salsa, pero yo no soy salsero, soy flamenco. Lo que sí hago es recoger lo mejor de la salsa y llevarlo un poco a mi terreno, sin dejar de sonar lo que dice la palabra: salsa.
¿O sea aflamenca la salsa?
Efectivamente
¿Será que su ritmo es el mayor atractivo que posee?
Creo que sí, porque nunca ha parado. La primera vez que paró fue hace muchos años, y para mí fue descubrir la salsa con el flamenco o el flamenco con la salsa. Y eso nunca se había dado.
¿En los años setenta era impensable?
Yo no hago nada que sea perjudicial para el mundo de la música, en este caso para la salsa. Lo que sí hago es respetarla muchísimo y pegarme a sus buenas vibras (ríe).
Bueno, acá tuvo el lujo de cantar con Oscar D’León ¿cómo fue esa colaboración?
Con mi compadre Oscar D’León ya habíamos grabado juntos para un proyecto en México. Él es uno de los máximos exponentes en el mundo de la salsa como cantante y musicazo que es. Entonces, cuando yo le llamé y le propuse El paso de encarnación, que en su momento fue grabada por Johnny Pacheco con la voz de Rolando Laserie, él se la gozó y le gustó. Nos vimos en Miami. Quedamos en el estudio y todo fue una gozadera. Y ya entonces el tema quedó bonito.
Entiendo que el repertorio elegido para este disco le tomó dos o tres años. Después de esa elección ¿han aparecieron más canciones?
Sí. Ahora estamos viendo Algo contigo, de Chico Novarro (canta un trozo y hace el quejío de gitano magrebí). Para este montaje cogí la versión de Rosario y de Vicentico.
¿Qué cualidad especial debe tener la canción de salsa para que la elija?
Que tenga ese elemento al que yo le pueda dar esa cadencia. Sobre todo, y me sucede con esos temas, que estén escritas en un tono menor. Cuando hablamos de un tono menor, hablamos de un tono más flamenco, un tono bajo para que la voz del flamenco se pueda sumergir en ella. Acá me refiero a la cadencia, a la tonalidad de la canción.
Pensé que se basaba en la letra.
Las letras también son importantes. Las letras son igual como en el mundo del flamenco, son canciones que hablan de amor, de desamor, de desengaño, de traición, de agonía. Las letras hablan de eso y es en donde realmente me siento como pez en el agua (risa).
¿Y a todo esto qué comentan los aficionados a la salsa?
Lo que me comentan es que tuvo que aparecer Indestructible para que hubiese un resurgir en el mundo de la salsa. Acuérdese que hubo un parón en la salsa, había quedado como en stand by y ahora como que ha vuelto a resurgir. Me lo comentaba mi colega y amigo Ismael Miranda (ex Fania All Stars) que esta vez hubo un levantón en la salsa y ahora con Cigala la gente se fija en ella. Lo cual a mí me hace muy feliz. Por lo menos hemos aportado algo al mundo de la salsa.
Usted ha corrido mucho riesgo al cantar salsa siendo cantante de flamenco. ¿Qué ha significado ese riesgo?
A mí me gustan los riesgos, porque yo no soy salsero soy flamenco. Lo que sí tengo que tener cuidado es a la hora de escoger los temas. Para mí, lo más difícil ha sido buscar los once temas, fue como buscar un sastre para hacerme un traje a la medida. Han tenido que pasar varios años en la búsqueda. El último tema del disco, por ejemplo,Cómo fue o Moreno soy fueron temas que cuando los escuchaba yo me los veía cantándolos. Los interpreto con cierto miedo y con mucho respeto a los grandes del género. Lo que sí quería hacer era salir un poco fuera de la salsa sin dejar de sonar a salsa.
Por cierto, me gustaron los dos temas del disco donde le acompaña Gonzalo Rubalcaba. Es como una aproximación al jazz, luego que igual toca allí el batería Horacio «El Negro» Hermández. Es que esas ornamentaciones que hace Gonzalo al piano, tan ricas, tan fluidas, tan emotivas. ¡Qué lujo!
Yo creo que es uno de los más grandes lujos que tiene este disco. Fue como tener conversaciones con él. Tanto mi querido Horacio «El Negro» Hernández como Gonzalo son dos colosos increíbles. Te digo más. Este es el único tema grabado con estas dos figuras que hicimos en un estudio de grabación en Miami, en una cabina cada uno y solo se hicieron dos tomas.
¿Fue fácil entonces?
Sí, salió fácil porque había mucha magia. Rubalcaba le pone tanto sabor, tanto gusto, tanta delicadeza, tan jazzístico él, sin perder esa melodía de sabor cubano. Sabes, me acordé mucho de su padre Guillermo (q. e. p. d.), que tuve el privilegio y honor de tenerlo en mi gira del disco Dos lágrimas. Ahora que grabé me vinieron recuerdos muy emotivos, muy bonitos que me hicieron llorar.
He notado que le atrapa cantar acompañado de pianistas.
Me encantan… los buenos pianistas (risas). El piano de mi compadre Jaime Calabuch, es uno de los grandes pianistas por excelencia al día de hoy y productor de Indestructible, y es con el que yo básicamente no habría podido hacer este disco e igual gracias a mi compadre Ramón Jiménez que pudimos grabar en Colombia, Puerto Rico, La Habana, Miami, porque fue un disco laborioso, donde colaboraron más de cincuenta músicos.
¿En Guatemala interpretará temas que no están en el disco?
En el repertorio incluiré temas de este disco, también de Lágrimas negras. Cantaré con la Cali Salsa Big Band, otra parte cantaré solo a dueto y otra con cuatro músicos. Tres versiones de mí. Tirando solo, cuarteto y orquesta. Cantaré Cómo fue, claro, también Amigo y Concavo y convexo de Roberto Carlos, Te quiero, te quiero de Nino Bravo, algo de Manzanero. Habrá muchos temas, habrá mucha gozadera.
Las fotografías de este texto fueron proporcionadas por Jorge Sierra.
Jorge Sierra

Dedicado en los últimos 13 años al periodismo musical. Desde hace 40 años produce programas musicales de radio. Ha escrito para revista Crónica y en los periódicos Siglo21 y elPeriódico. Participó en el tomo V, de Guatemala: historia reciente (FLACSO) y en el Manual del músico independiente. Ha rebasado los cincuenta, pero no hay novedad musical en cualquier parte del planeta que se le escape.
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