Trudy Mercadal | Política y sociedad / TRES PIES AL GATO
A finales del siglo XIX, el dictador militar (de los que tanto gustan en Guatemala) Justo Rufino Barrios dispuso que traería el progreso al país, mediante la expropiación de tierras indígenas para otorgarlas a los cafetaleros que llevarían a Guatemala a la modernidad (conocida aquí como la Reforma Liberal). En su serie de 3 tomos titulada Un viaje al otro mundo pasando por otras partes, José Milla y Vidaurre, terrateniente y muy lejos de ser un nefasto socialista, crea al personaje Juan Chapín, quien viaja a Estados Unidos y Europa, y en la obra describe lo que es realmente la modernidad: escolaridad para todos, empleo digno para las mujeres, el pago de impuestos, la industrialización real, grandes ciudades, etcétera. En otras palabras, describe una modernidad que en Guatemala no se adoptaría y que sigue sin adoptarse realmente. Bien sabido es que uno de los varios factores de atraso para Guatemala, hasta hoy día, es la falta de mecanización de la agricultura, debido en gran parte a estratagemas que mantienen demasiado barata la mano de obra local.
Volviendo a Juan Chapín, este es un simpático y ocurrente personaje que resulta ser una metáfora del guatemalteco común «bien pensante»: buena onda, pero fácil de impresionar, poco sofisticado, imitador de lo alucinante más falto de iniciativa. En otras palabras, es una analogía de la sociedad guatemalteca. Cada sociedad se puede decir que es como un mundo entero, si bien uno de tipo muy particular. Se podría decir que esta sociedad sueña con ser un mundo ordenado y limpio, como la nave de alguna iglesia, y moderno, como un mall de lujo. Sin embargo, al igual que durante la Reforma Liberal, todo lo necesario para lograrlo se termina haciendo a medias y a conveniencia de un grupo pequeño. Pues dicha sociedad guatemalteca –para este caso, definámosla como las capas pequeño-burguesa y burguesa– carece, por factores históricos de larga duración, de las luces necesarias para comprender lo que significa realmente el bien común, el civismo y cuáles son las acciones necesarias para implementarlos, así como carecía de ese entendimiento en la época en la cual Juan Chapín andaba por el mundo y pasando por otras partes.
No es que Guatemala se cierre por completo a la modernidad, entendida como abrirse a la existencia de otros mundos; es que lo hace a regañadientes y de mal modo, sin apertura real, sin deseo de hacer el trabajo de aprendizaje, sin la inclinación a la compasión y el civismo. Quizás es demasiado desilusionante, a final de cuentas, comprender lo que no se ha logrado, en lo que se ha fracasado y «da hueva» la idea de comenzar ese trabajo de hormiga hacia una sociedad mejor.
En algún libro leí recientemente la frase «como estar viendo desde el lente opuesto del telescopio», o sea, de afuera para dentro, con un lente que engrandece el interior mientras se le da la espalda al universo. A manera de autodefensa, muchos se convencen de que los valores del progreso son inferiores y, para denotar algo como inferior, existe todo un glosario de términos como «comunistas», «mucos» y «huecos», entre otros. Es mejor descalificar que hacer el trabajo necesario de cambio para que todos tengamos que pagar impuestos, invirtamos los impuestos en infraestructura sólida (en lugar de que lo hurten políticos y empresarios corruptos), usemos el presupuesto para construir más escuelas y gastar menos en armamentos, empoderemos a las niñas y las mujeres, protejamos los derechos de todos y todas, en fin, todo aquello que conlleva mejorar al país.
Evitando esto, nos limitamos a que las acciones para mejorar el país sean gestos absurdos como que el Congreso gaste tiempo en prohibir la entrada a una banda de rock «satánica». Sé, sin embargo, que el progreso llegará. Será inevitable que eventualmente «esa» gente que viene «de afuera»—las feministas, los campesinos, la diversidad, los artistas, los/las estudiantes, en fin, toda la ciudadanía consciente— botarán a puro picar los muros que protegen el obsoleto fuerte y lograrán con éxito sus demandas justas y necesarias.
Imagen de Alberto G. Valdeavellano, afiche promocional de la Reforma Liberal, tomada de Wikimedia commons.
Trudy Mercadal

Investigadora, traductora, escritora y catedrática. Padezco de una curiosidad insaciable. Tras una larga trayectoria de estudios y enseñanza en el extranjero, hice nido en Guatemala. Me gusta la solitud y mi vocación real es leer, los quesos y mi huerta urbana.
2 Commentarios
Excelente articulo, Trudy, una descripción fiel y exacta de la sociedad guatemalteca.
Gracias, Lillian. Queda la esperanza de que se puede mejorar!
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