Hacia una economía digital: Uber y Airbnb

Fernando Zúñiga Umaña | Política y sociedad / EN EL BLANCO

En su reciente libro Lo que viene, Brad Stone hace un detallado y bien descrito relato de cómo se conforman las empresas más fuertes en el campo de lo que podría denominar la economía digital. Dichas empresas son Uber y Airbnb (Air Bed & Breakfast). Como lo señala Stone, Uber es «uno de los mayores servicios de taxis del mundo», sin embargo no tiene contratado ningún chofer, no posee ningún vehículo. Por otra parte Airbnb es una de las empresas hoteleras más grandes del mundo y no posee ningún hotel ni activos inmobiliarios propios, personal y otros activos de la actividad hotelera tradicional.

Los mismos creadores de Uber jamás imaginaron el potencial de su empresa, pensaban en abarcar un mercado local en San Francisco, una ciudad que tenía serios problemas en cuanto a la oferta de servicios de taxi, sin embargo, la empresa creció a niveles inimaginables, Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Londres, París, Pekín y otras importantes ciudades, hasta llegar entre tantas, a nuestra diminuta Costa Rica. De alguna manera, esta empresa, liderada por Garret Camp, empresario canadiense, quien acababa de vender su primera empresa a eBay en 75 millones de dólares (porque tampoco se trata de jóvenes genios, que sin un centavo elaboran sus ideas y software en una cochera, como han tratado de hacer creer), logró evadir enormes barreras políticas, ante las demandas de poderosos sectores como los taxistas, no solo en San Francisco y Nueva York, sino en el resto del mundo.

Stone narra los problemas relacionados con los grupos de presión, por ejemplo, en San Francisco había una oferta de taxis muy inferior a su demanda. Eso era parte de los mismos intereses del gremio, que no querían que sus ganancias individuales se redujeran. Había listas de espera de 15 años para obtener una licencia de taxi, se habían opuesto al uso de tarjetas de crédito y preferían manejar el efectivo por razones de no tener que pagar comisiones y reducir el control fiscal. Ante un gremio con tal poder, al igual que fue ocurriendo en otros países, Uber ha salido avante. Los taxistas, al menos en el caso de Costa Rica, tienen altos costos: depreciación de autos, mantenimiento, combustible, que les impiden reducir sus tarifas, las cuales son fijadas por un ente público. Llega Uber y con tarifas muy inferiores se instala, sin ningún problema para ellos. Claro que sí para los choferes, quienes han tenido que superar, y que aún persiste, el ataque legal y físico de parte de los taxistas formales. A su favor, Uber ha tenido a sus clientes, quienes resuelven un problema de transporte, dado que disponen de un servicio muy eficiente y a un costo muy inferior.

Por otro lado, Airbnb es una empresa que se ha se había conformado con un esquema similar al de Uber, y que abarca el mercado de servicios de hoteles y alojamiento. Igualmente, personas jóvenes, de una gran imaginación, precedidas de proyectos emprendedores inconclusos o sin el éxito esperado, dieron en el blanco en lo que se refiere al servicio de alojamiento. Empezaron a realizar pruebas, un tanto basadas en sus experiencias de viajeros sin capacidad financiera para usar hoteles de altos costos, y conformaron listas de personas dispuestas a ofrecer un «sofá», un pequeño espacio, con un desayuno de acompañamiento. Disposición que fue ampliamente acogida y que mediante la tecnología la convirtieron en un servicio de hoteles y alojamientos a lo largo de cada rincón del mundo. Joe Gebbia y Brian Chesky fueron sus creadores, no obstante una enorme cantidad de personajes estuvieron a lo largo del desarrollo de este proyecto, tomando en cuenta los «ángeles inversores», quienes hacen posible que la idea del genio se convierta en un proyecto acabado.

El concepto de economía digital toma vigencia a partir de este proceso emprendedor, que permite establecer una forma de comercio de servicios, donde la inversión en activos es prácticamente cero o se minimiza, igualmente cambian las relaciones laborales y con el mismo cliente. Se trata de una enorme inversión en tecnología, en relaciones políticas, en marketing y publicidad, en negociaciones y fundamentalmente en una idea básica muy sólida, que sea atractiva para los inversores.

Muchos han caído y han hecho malas inversiones en proyectos precedentes a los que han tenido éxito, sus creadores son incisivos, no desmayan en el esfuerzo. Uno de los inversionistas llamaba «cucarachas» a estas empresas emergentes, capaces de superar todos los obstáculos y desafíos, eran imposibles de matar. También se han hecho muchos cuestionamientos válidos: se trata de una versión más de economía salvaje, se pasa sobre quien se tenga que pasar y atrás queda el sudor y sangre de los «fracasados», además se explota la mano de obra de «trabajadores» que deben aportar sus «medios de producción», sin que tengan ningún poder de decisión sobre sus compensaciones. También se presenta la competencia desleal, barriendo con competidores incapaces de tener tarifas como las que tienen ellos, los costos sociales de las externalidades de estos proyectos no los cubren, a saber: impuestos, daños ambientales, riesgos y seguridad, muchos de estos son trasladados directamente al chofer o al propietario del alojamiento.

Las historias sobre estos desarrolladores de proyectos, llamados modalmente emprendedores (término muy sobreutilizado: según Wikipedia, la ocupación que tenía Pablo Escobar es la de emprendedor-narcotraficante), nos visualizan a jóvenes genios encerrados en la cochera de sus padres inventando grandes cosas. Algo hay al respecto.

Sin embargo, esas ideas no se concretan sin el aporte de los inversores ángeles que aparecen cuando la idea toma forma. Uber tuvo dificultades al principio para conseguir esos «ángeles», cita Stone que uno de ellos, de apellido Ravikant, quiso invertir 100 000 dólares, Graves, uno de los consejeros de Uber, le advirtió que ya era tarde, Ravikant pidió que se los aceptaran y al final solo le aceptaron $ 25 000, hoy esa inversión tiene un valor de $ 100 millones de dólares. Ravikant aún lamenta no haber ingresado antes como inversor.

Todo esto nos recuerda los nuevos esquemas teóricos sobre el enfoque marxista sobre el capitalismo, entre ellos a Peter Drucker, quien advierte que la teoría marxista construida a través del enfrentamiento de clases, definidas estas en relación con la propiedad de los medios de producción, ha sido superada, dado que ahora vale tener la propiedad de los medios de información para dominar. (Julian Assange el de Wikileaks no estaría de acuerdo con esto). Pero, cómo se adquieren los medios de comunicación, si no es poseyendo los medios de producción y generando el capital necesario para aparecer como el «ángel» salvador, de quienes con los medios de información en su poder no son nada.

Por otra parte, quién asume el riesgo. Debe considerarse el impacto que ha tenido el servicio de Airbnb en la tranquilidad de muchos barrios, donde de la noche a la mañana amanecen desconocidos que alquilan un cuarto en una casa, o quién garantiza que el propietario de esa casa no tenga cámaras ocultas y otras intenciones. Todo esto lo resuelve el factor «daños colaterales», porque ni siquiera aparecen en las noticias, siendo este mundo lo que es. Igual puede ocurrir con choferes de taxis que no reúnen condiciones morales para tal función, o bien, que tienen antecedentes delictivos. Probablemente, y tal parece que es obvio, el costo de ocultar acontecimientos o de eliminar obstáculos legales es alto dentro de los pocos rubros de la contabilidad de estas empresas.

En otra esfera se presenta lo laboral. El recorrido de un taxista Uber es un calvario. Quizás si se trata de una persona joven, lo es menos, trabaja como burro y recibe un pago que le permite cubrir los gastos propios de una persona sin obligaciones importantes, que ni siquiera paga renta porque vive con sus padres, quienes le ayudaron a comprarse un «carrito de modelo reciente». Pero si se trata de una persona con hijos y las responsabilidades que conllevan, quien hace una inversión en un auto modelo reciente, el problema es serio. En Costa Rica, la tarifa de Uber es en promedio una tercera parte de la tarifa oficial de un taxi. El propietario de un auto al servicio de Uber no mide los costos, en su esquema mental parte del supuesto de que su carro tiene un ciclo de vida eterno, que un viaje es solo la gasolina, no mide el riesgo, no mide la depreciación y otros costos que están dentro de la determinación de la tarifa oficial del taxi. El usuario del taxi simplemente se monta en un carro de reciente modelo, paga con su tarjeta y lleva un mapa de la ruta. Lo demás no le interesa, también el usuario navega dentro de esa vorágine.

Finalmente, uno se cuestiona, porque nuestros gobiernos no normalizan esto, porque Uber, pese a la presión del gremio de taxistas no ha cedido, quién está maniobrando, qué poder oculto hay detrás de estas poderosas empresas. Tal vez, si tenemos oportunidad, hablamos más sobre el tema y nos referimos a ese manejo de influencias e incluimos lo que Stone denomina «lo que viene».


Imagen principal, Economía digital, por Fernando Zúñiga Umaña, elaborado en Artage con ilustraciones tomadas de internet.

Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.

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2 Commentarios

Luis Bonilla 19/05/2018

Muy bien artículo doctor, el tema Uber se las trae, y como usted lo deja planteado, falta.mucho por verse; de momento llama la atención que desde los poderes del Estado, se dijo hace cierto tiempo, que Uber era ilegal, en este país, que se previa de ser un Estado de derecho, no haya podido resolver este dilema. Como insinúa usted, ¿Qué poder está detrás de semejante indecisión?. Saludos Doctor.

Cynthia 19/05/2018

Muy interesante el análisis del Dr. Zúñiga. Inclusive ahora existen aplicaciones donde una persona puede alquilar un amigo o compañía por horas. Sin duda estamos ante un cambio socioeconómico radical, que amerita mayor análisis y debate del contexto completo.
A mediano plazo esta situación va a generar más pobreza y desigualdad a causa de la obsolescencia de mucha mano de obra debido a la automatización despropoporcionada que se avecina ( de nuevo, por falta de límites legales, éticos y económicos).

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