Mónica Albizúrez | Arte/cultura / INTERLINEADOS
«No está aquí en Guatemala en este momento y debería ocuparse, creo yo, de lo que corresponda». Con estas palabras, la ministra de Relaciones Exteriores, Sandra Jovel, criticaba la toma de posición de la congresista norteamericana de origen guatemalteco, Norma Torres, en septiembre pasado, ante la ilegalidad que cometía el Gobierno de Guatemala al incumplir la resolución de la Corte de Constitucionalidad que declaraba que debía permitirse la entrada a Guatemala del jefe de la Cicig, Iván Velásquez. Aquellas palabras ignoran la realidad de muchos migrantes guatemaltecos y guatemaltecas repartidos por el mundo que mantenemos fuertes vínculos con el país –sean memorias, lazos familiares, remesas o afectos– y que, por tanto, sentimos preocupación ante la grave situación que atraviesa Guatemala. En la misma línea de las declaraciones de Jovel, se han escuchado en los últimos meses constantes ataques contra «lo extranjero» como factor de desunión de los guatemaltecos. Pareciera, según la versión de quienes están ejerciendo una oposición beligerante en contra del trabajo conjunto de la Cicig y el Ministerio Público, que en Guatemala priva una unidad nacida de la paz y la justicia, en la que el racismo y el miedo no existen. Nada más lejos de la verdad. Si una división existe en el país, es fruto precisamente de una corrupción generalizada que favorece la desigualdad y la violencia. La división se construye diariamente en cada niño hambriento, en la falta de esperanza de los jóvenes, en los homicidios impunes de campesinos, en los hospitales y escuelas abandonados, en la falta de transporte digno, en la descomunicación vial y postal, en las horas interminables del tránsito, en la falta de oportunidades laborales. La corrupción es la que divide.
Es por ello, porque estamos lejos pero nos sentimos fuertemente vinculados con Guatemala, que un grupo de guatemaltecos y guatemaltecas residentes en Alemania empezamos, hace unos meses, a intercambiar opiniones sobre la crisis generada en el país a raíz de campañas de desinformación y alianzas entre sectores –diputados, funcionarios del Gobierno, algunos miembros de las élites económicas y otros sectores beneficiados por un Estado debilitado (lo que se ha llamado el Pacto de Corruptos)– que buscan detener los avances en el campo de la justicia. Como parte de encuentros iniciales, nos hicimos presentes en la entrevista que la Deutsche Welle hiciera a Iván Velásquez y Thelma Aldana con motivo del reconocimiento del Nobel Alternativo que ambos merecidamente recibieron. El coloquio se llevó a cabo en la «Felleshus», la casa nórdica de las culturas en Berlín. Nuestro interés era escuchar a Velásquez y Aldana, así como expresar nuestras preguntas e inquietudes.
Tres puntos nos parecen importantes luego de la asistencia a esta actividad. Primero, los avances en investigación y enjuiciamiento de personas que han robado y han lucrado con recursos del Estado –como el caso La línea– no hubieran sido posible sin el trabajo conjunto en los últimos años del Ministerio Público y la Cicig. Pero también resulta evidente, como Velásquez y Aldana lo señalaron, que aquellos avances también dependieron, en gran medida, del apoyo ciudadano. Las protestas, el alzar la voz, el tomar posición, el discutir abiertamente lo que estaba pasando, permitió apuntalar las acciones judiciales para concretar procesamientos. De ahí que nos parezca que una vía posible para nosotros desde Alemania es visibilizar, por distintos canales y en nuestros contextos, lo que está pasando en Guatemala. La palabra es una experiencia fundamental para nosotros y nosotras migrantes: ingresar en un nuevo idioma, ponerlo en práctica, formar parte de una sociedad, integrarse. Por lo tanto, nos parece legítimo «ocuparnos» de Guatemala y con ello articular, desde las palabras nuestras y las aprendidas, nuestra visión sobre los peligros que implica debilitar las acciones de fiscales y de la Cicig en el combate de la corrupción.
Segundo, se viene un año electoral y es evidente que el Pacto de Corruptos –desde la postulación de personajes ligados a las oscuras estructuras de impunidad hasta la financiación de partidos políticos a cambio de favores– pondrá toda su energía en retener cuotas de poder y bloquear el saneamiento de instituciones fundamentales en la vida del país, como Congreso de la República. Por ello, nos parece legítimo defender el derecho de voto de los migrantes. No obstante la distancia geográfica, creemos en nuestro derecho a participar en la elección de nuestros representantes. En tal sentido, tenemos muy claro que, en esa demanda, está también nuestro convencimiento sobre el apoyo a iniciativas políticas que se deslinden de lo que ha sido en esta pasada legislatura el ejercicio cínico e irresponsable de una politiquería tradicional: la mentira, el provecho egoísta, el sostenimiento de tráfico de influencias, la carencia de toda honestidad, la falta de una visión de país. Como bien recordaba Thelma Aldana, un objetivo fundamental del acuerdo de creación de la Cicig es promover la investigación y persecución penal de cuerpos ilegales de seguridad, aparatos clandestinos de seguridad y cualquier otra conducta delictiva conexa con estos que operan en el país. De ahí que una pregunta entre nosotros y nosotras esa noche fue hasta qué punto este objetivo está cumplido y quiénes en el futuro podrán encarar esa lucha fundamental para crear un Estado de derecho.
Tercero, en el medio de dos culturas, la que dejamos/retenemos y la que habitamos, nos toca sostener la esperanza. Sabemos que las dificultades son grandes en Guatemala y que no hay solución mágica. Pero haciendo una recopilación de lo logrado en estos años por la Cicig y el Ministerio Público, sentimos que es posible construir proyectos comunes, desde y fuera de Guatemala, para generar cambios que derroten la gran maquinaria corrupta. Cardoza y Aragón decía aquella frase célebre: «No amamos nuestra tierra por grande y poderosa, por débil y pequeña. La amamos, simplemente, porque es la nuestra». Sabiendo que la patria hoy es diversa, heterogénea y dispersa también en la geografía, la esperanza nos hace cerrar este 2018 con la búsqueda activa de formas para colaborar por un mejor futuro para Guatemala. Bienvenidos sean otros guatemaltecos en Alemania que quieran dialogar y trabajar con nosotros. Florecerás Guatemala.
Fotografía proporcionada por Mónica Albízurez.
Mónica Albizúrez

Es doctora en Literatura y abogada. Se dedica a la enseñanza del español y de las literaturas latinoamericanas. Reside en Hamburgo. Vive entre Hamburgo y Guatemala. El movimiento entre territorios, lenguas y disciplinas ha sido una coordenada de su vida.
3 Commentarios
Florecerás Guatemala. Muy interesante Doctora Mónica. Saludos.
Enhorabuena! Muy acertada tu perspectiva Mónica. La mayoría de guatemaltecos somos incluyentes y sabemos que la opinión de los guatemaltecos en el enxtranjero es muy valiosa, sin embargo existen corrientes de desinformación que quieren hacer parecer este hecho algo irrelevante.
Ánimo, yo me uno también a toda propuesta positiva que busque desinteresadamente el bien común en nuestro país.
Exelente , sigamos en la lucha contra la corrupcion .
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