-Brenda Lara Markus / ¿QUIÉN, QUÉ Y POR QUÉ?–
Es común escuchar o leer el comentario «la filosofía no sirve para nada» o utilizar el prejuicio de que los filósofos son personas con adicciones y sin «nada que hacer». Cuando una chica o chico dice que quiere estudiar filosofía en la universidad, usualmente la decisión es rechazada por la familia, pues no se comprende la improtancia que este estudio tiene en la sociedad, se «ningunea».
La idea de las personas a la hora de elegir una carrera es producir, ser «exitoso» con los parámetros impuestos de lo que esto significa, dejando fuera todo crecimiento desde una visión de sociedad, se piensa solamente en hacer dinero, comprar una casa o un carro, como forma errónea de estabilidlad económica, sin tomar en cuenta que todo ese sistema tiene raíces que no se ven, que todo funcionamiento social proviene del pensamiento.
Esta vez nos vamos en un viaje un poco más profundo, explorando más sobre ¿quiénes somos los guatemaltecos? o mejor dicho, trataremos de comprender por qué aún no lo sabemos. Esta entrevista con Marlon Urízar Natareno, presidente de la Asociación Guatemalteca de Filosofía (Agfil) y catedrático de filosofía en la Facultad de Humanidades de la URL, quien es uno de los académicos más activos e incidentes y de amplia trayectoria, nos explicará la situación que ha llevado a Guatemala a un riesgo de colapso social; sin un rumbo ideológico, sin formación y, por ende, sin capacidad para articular soluciones desde el pensamiento crítico.
PREGUNTA: Como presidente de la Asociación Guatemalteca de Filosofía, ¿por qué crees que este país no tiene un desarrollo de pensamiento propio como otros países latinoamericanos?
RESPUESTA: Son varios factores. El primero es indudablemente el letargo de nuestras universidades, al que se suma que el Ministerio de Educación no tiene interés ni presupuesto en promover la educación superior. Las universidades no invierten en un profesorado vigoroso, siguen, en muchos casos, los malos modelos de las universidades neoliberales que han tenido origen en Brasil. El parámetro es que los profesores tienen que entretener, y no estoy reñido con buscar métodos que atraigan la atención de los estudiantes, pero dejarlo solamente en ello es rendirse a la superficialidad. No destinan recursos para que sus profesores dividan la jornada laboral entre docencia e investigación, sobre todo porque la figura del profesor universitario busca acopiar, sistematizar críticamente y producir conocimiento. En nuestro caso tenemos que dar muchas clases y no hay tiempo para más.
P: En lo rescatable, para la Asociación ¿qué puede hecerse para lograr avanzar en esto?
R: En la Agfil nos hemos propuesto consolidarnos como un espacio de discusión académica sobre la filosofía y el pensamiento crítico social, referido al arte y las ciencias sociales, para cubrir un espacio que no llena ninguna unidad académica en el país. Por ello tratamos de hacer contactos con todas las universidades, lamentablemente algunas no tienen filosofía o no respondieron a nuestra petición.
P: Mucha gente no comprende la importancia de que exista la investigación y la definición de un país, la creación de una filosofía propia, si es que se le debe llamar así, ¿podrías explicarnos el punto exacto de esta importancia?
R: Es una pregunta difícil, sobre todo porque los resultados del pensamiento no se reflejan de manera inmediata. Se necesita tiempo y recursos para poder sistematizar las propuestas de pensamiento, además, se necesita una academia vigorosa que discuta los resultados para hacer avanzar el conocimiento. En este sendero, creo que la filosofía tiene mucho que aportar en la reflexión sobre las metodologías sociales que inciden en planes de Gobierno y en centros de investigación. Además, la filosofía podría contribuir a generar espacios de discusión argumentativa, y no tanto de «buenos» contra «malos» o a encerrarnos en posiciones como las que dicen que es mejor evitar temas tales como religión y política porque conducen a problemas personales, cuando estos dos temas son los que atraviesan toda nuestra existencia cotidiana. También, recordar que la filosofía es una forma de conducirnos frente al mundo, y no tanto una serie de doctrinas que se enseñan de memoria. Quiere decir que con la filosofía podríamos reflexionarnos desde diferentes puntos, primero en apertura a los demás, y luego ver cuáles son los campos que quizá hemos dejado de lado debido a nuestros prejuicios.
P: ¿En qué exactamente se reflejaría el resultado de este proceso de manera visible para las mayorías?
R: En espacios de discusión, formación para ello, y la preparación de las nuevas generaciones en modos de convivencia cada vez más democráticos. En el largo plazo, en la sistematización crítica de nuestros pensares, de nuestra ciencia y de lo que hemos aportado en la historia, sobre todo de lo maya. En lo maya está un modelo político que podría aliviar el nauseabundo sistema político que tenemos actualmente, sobre todo en la democracia comunitaria, que supera la democracia representativa de occidente. En las religiones podríamos encontrar el espacio ético de respeto para dialogar y reflexionar sobre mejores condiciones de vida para todos. Acopiando aquello que nos vincula y nos relaciona, sobre todo en un país que se dice cristiano en un alto porcentaje.
P: ¿Es entonces la filosofía latinoamericana la que debe resaltar el pensar originario y de esa manera encontrarse para después de aceptar lo negado por occidente, reconstruirse y avanzar?
R: La filosofía latinoamericana ha pasado por varias etapas, quizá la inmediata anterior a la que estamos viviendo, si podemos hacer gala de «etapas», es una que está en diálogo con los pensares, que ya superó la limitación que establecía que nosotros no teníamos filosofía o que buscaba la filosofía original como si se tratara de la búsqueda de la legendaria ciudad perdida de los incas, Paititi, que en las leyendas de los invasores españoles del siglo XVI pensaban que estaba construida en oro macizo. Claro, estar en diálogo con los pensares implica que ya hemos trabajado los nuestros, y es esa tarea que sigue estando muy maltrecha en las instituciones universitarias.
P: ¿Cuál es la relación con el arte y su importancia para este diálogo?
R: El arte ha sido cultivado en muchos contextos, y me refiero específicamente a las letras, aunque no excluyo otros pero lo menciono como ejemplo porque es el que conozco medianamente. La literatura refleja mucho de nuestro conocimiento y si alguien preguntara en dónde están los filósofos guatemaltecos, tendríamos que decir sin cejar que son los literatos.
P: Para llegar a la gente que no tiene la formación académica necesaria ¿cómo traducir los resultados académicos y de investigación?
R: Creo que todos tenemos conocimientos, los conocimientos formales son solo una parte del conocimiento, pero todos estamos en ese plano. Propondría espacios de discusión ciudadana, en el que se pudiera hablar sin límites de poder e influencia, y tratar de llevar la discusión a la argumentación con fundamentos que se refieran a la mejora de la convivencia.
Fotografía principal por Karen Ponciano.
Brenda Lara Markus

Mujer y madre guatemalteca. Estudiante de Filosofía, actriz y locutora.
3 Commentarios
que filosofía predomina en la sociedad guatemalteca?
Quizás, EL PROBLEMA en Guatemala es que ha habido y que vino «la filosofía».
Interesante importación, adaptación, imposición.
Una talla se ajusta a todos.
No existen nada que no se pueda medir con un sola medida o con un solo metro.
Muy interesante la entrevista. Estoy de acuerdo en que en nuestro contexto falta mucha investigación, también porque falta apoyo para la misma. Si al profesor universitario no se le concede y se le reconoce también económicamente el necesario tiempo para investigar, es muy difícil dedicarse a ello. Entonces se corresponde el peligro de ser meros repetidores, sin contextualizar o sin verdadera creación
Dejar un comentario