Guatemala: estrategias de muerte para una democracia agónica

-Rubén Herrera Herrera | PUERTAS ABIERTAS

Si la expresión tocar fondo tiene sentido en lo político, podemos decir que el proceso electoral 2019 en Guatemala es una expresión de cómo el país tocó fondo cuando más de una veintena de seudo partidos políticos intentan oxigenar a una democracia moribunda.

Este próximo 16 de junio, quienes asistan a las urnas, solo en apariencia tendrán la oportunidad de elegir, pero en sentido estricto estarán votando por el mismo proyecto político neoliberal y de muerte que ha prevalecido a lo largo de la historia de Guatemala. Este proyecto necesita de operadores políticos dispuestos a administrar los intereses de la oligarquía (los Arzú, Berger, Bosch, Gutiérrez, Castillo, Whitman), del Ejército, de clérigos católicos y de pastores evangélicos mesiánicos y fundamentalistas.

En este momento, como en otros, el proceso electoral es el vehículo para elegir a dichos operadores que hoy se nos presentan como candidatas y candidatos, y quienes en su afán por ser electos no han tenido empacho en vanagloriarse de las atrocidades cometidas en su muy obscura trayectoria política o recurrir a artimañas que los dejan muy mal parados pero con suficiente impunidad para presentarse ante el electorado como los ungidos o salvadores del pueblo. Basta mencionar al presidenciable del FCN-Nación, quien, en su campaña proselitista, se jacta de ser asesino de guerrilleros y como diputado impulsa anteproyectos de ley para aplicar la pena de muerte. Sandra Torres, del partido Unidad Nacional de la Esperanza –UNE–, no dudó en vulgarizar el sistema de justicia o las propias leyes para allanar su camino hacia la Presidencia, silenciando a sus detractores en nombre de ser mujer. Su actitud de víctima en nada ayuda a la causa reivindicativa de las guatemaltecas. Pablo Monsanto, un exguerrillero, quien en su afán de protagonismo político sacó del juego electoral a otras y otros candidatos con mejores posibilidades de ser electos. El oportunismo está en cualquiera de las orillas del espectro partidista.

Entre los y las postulados a diputaciones distritales, por listado nacional o para ocupar cargos en los gobiernos municipales desfilan nombres de hombres y mujeres vinculados al narcotráfico, por eso en Huehuetenango, San Marcos, Petén, Zacapa la puja por las primeras casillas es a morir. Están los asociados a la corrupción e ineficiencia gubernamental desde lo local hasta lo nacional, que deja grandes ganancias, por ello se explica su sed de reelección. En los listados resaltan los apellidos de las familias Bac, Hernández, Felix, Rivera, Fernández, Martínez, Alejos, Arzú y muchos más cuyas matronas o patriarcas confundieron los cargos públicos con títulos nobiliarios y tratan de asegurar su fortuna familiar empujando la candidatura de sus juniors para que desde las curules, a manera de feudo, enquistados en el Congreso de la República, seguir disfrutando de las mieles del erario público.

Se postulan hombres jóvenes como Juan Manuel Giordano y Felipe Alejos Lorenzana, envejecidos prematuramente por como los ha corroído la avaricia y lo sinvergüenza que son. Abundan las mujeres postuladas, por equidad de género el proceso no va mal; hay esposas, exesposas e hijas de quienes ya ostentaron el cargo de diputados o diputadas, la cuestión de fondo es ¿al servicio de quién pondrán su voz y voto en el pleno del Congreso? Así como van las cosas, seguramente serán los alfiles para defender a la familia patriarcal, para condenar la diversidad sexual y proteger las infamias cometidas por los caudillos de sus partidos políticos. Por supuesto, su interés es claro: perpetuar el colapso en el que se encuentra Guatemala, porque es la fórmula perfecta para administrarla como si fuera su finca o su feudo, así de arcaica es la democracia en el país. En fin, la fiesta electoral está en su fase final y ya nadie disfraza nada.

Gringos go home

Mientras la campaña electoral transcurre con más pena que gloria, en nuestro territorio, Huehuetenango, las agresiones del imperialismo yanqui se suceden una tras otra, también en nombre de la democracia. Pero esta agresión pasa desapercibida porque hoy todos y todas están en la vorágine electoral. Ninguna tropa del Ejército estadounidense es humanitaria, aunque pretenda ir «más allá del horizonte»[1] y ningún proceso electoral nos va a salvar de las garras del águila real. Cuando despertemos después del 16 de junio, no solo serán dinosaurios los que vamos a encontrar en los listados de felices ganadores, sino asistiremos a la vulgar develación de la injerencia extranjera con el beneplácito del gobierno de Jimmy Morales.

Elementos de las tropas norteamericanas en Huehuetenango, fotografías proporcionadas por Hernán Herrera Herrera.

Los y las candidatas, con su mejor cara, sonriéndole a Estados Unidos, se pronuncian en contra de Venezuela y todo aquello que según su olfato derechizado huela a socialismo; pero no se pronuncian por los tres millones de guatemaltecos, los tres millones de salvadoreños, los dos millones de hondureños o, en último caso, por los tres millones de nicaragüenses que viven en Estados Unidos. Quien verdaderamente está preocupado es Donald Trump porque ante el fracaso de sus intentos por crear nuevas geografías como el Triangulo Norte y su plan para hacerlo prosperar recibe como respuesta una marea de caminantes centroamericanos que le enseñan cómo las fronteras no sirven de muros para contener la indómita voluntad humana, cuando de sobrevivir se trata. Ante esta verdad y en función de defender los intereses de los ricos y el armamentismo en su país, Trump se aprovecha del delirio electoral guatemalteco para enviar tropas del Ejército norteamericano a invadir la frontera sur entre Guatemala y México, en nombre de la cooperación bilateral. Asistimos a otra invasión gringa como otras que le antecedieron en América Latina o en nuestro propio país.

En Huehuetenango no nos engañan, primero llegó Usaid y sus nexos locales sin arraigo en lo local, pero con dólares, como una clara avanzada de inteligencia para la embajada de Estados Unidos. A través de llamativos proyectos, estudios y sistematizaciones recabaron datos, identificaron liderazgos, mapearon a los jóvenes y sus sueños y recogieron nombres que hoy hacen parte de su base de datos para el control poblacional.

En las últimas semanas, los efectivos gringos están reparando edificios escolares, repartiendo galletas en las escuelas y preservativos en los centros de salud; y nuevamente el fantasma de la esterilización forzada vuelve a recorrer los caminos y comunidades. Mientras tanto, en su infinita mediocridad el presidente Morales afirma «en Guatemala no se pueden recibir tropas norteamericanas ni de cualquier otro país» (Prensa Libre 05/06/19). Pero como nosotros no somos igual que él les decimos gringos go home o, en pocas palabras, váyanse a la chingada que para ustedes no hay lugar en nuestro país, suficiente con los de siempre.

… y después de las elecciones qué…

Somos conscientes de que las realidades de este país dan para más, por eso nos mantiene vivos la capacidad de resistir, de luchar y de ser tercos. Seguramente, después del 16 de junio, todavía con los efectos de la resaca electoral, quizá estemos en condiciones de preguntarnos ¿dónde está la esperanza para este país? ¿Dónde queda la utopía de la unidad? ¿Cómo vamos a lamernos las heridas de nuestra incapacidad para conjuntar propuestas en verdad liberadoras y emancipadoras? ¿Cómo remontar los egos de quienes soñaron ser el señor presidente?

Por ahora solo sabemos que existe un reservorio infinito de posibilidades y probabilidades para que toda la energía histórica derramada en las montañas y caminos de este país florezca en dignidad.

No a las elecciones, si a las decisiones para ser libres.

[1] Nombre del programa de ayuda humanitaria para Huehuetenango y San Marcos, según lo declarado por la embajada de Estados Unidos en Guatemala (Prensa Libre, 05/06/2019).

Imagen principal por Julio César González -Matador-, tomada de Medium.

Rubén Herrera Herrera

Defensor del territorio y los derechos humanos.

Puertas abiertas

2 Commentarios

arturo Ponce 10/06/2019

Pienso, casí lo mismo pero le pregunto: cuando vamos a dejar de estar hablando y escribiendo y soliviantando los ánimos y pasar a la verdadera acción. LLego a creer que todo es solo una guerra de palabrerías sin mayor sentido que es el de, ó sobrevivir económicamente por esos motivos ó bien el de tener dentro de sí un resentimiento insuperable ó lo que es peor, pasarse escribiendo sobre los mismo siempre.
Esta situación que estamos viviendo como País debemos verla con inteligencia sin ánimos de beneficiarse de ninguna situación.

Francisco Lopez 10/06/2019

Si lo que dice de Pablo Monsanto es referido a los tres diputados de Convergencias, debería informarse primero… Me gusta su artículo.

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