Edgar Barillas | Arte/cultura / RE-CONTRACAMPO
Ramón González Ponciano, antropólogo guatemalteco radicado en Estados Unidos, advierte, en un trabajo de hace un poco más de una década («No somos iguales»: la «cultura finquera» y el lugar de cada quien en sociedad en Guatemala, en Istor, Revista de Historia Internacional, Año VI, Número 24, primavera de 2006) de la existencia de un mito sobresaliente en la historia nacional: el mito de Ubico. Este mito, dice el investigador, que continua justificando la existencia de gobiernos dictatoriales, es todavía un parámetro para medir las cualidades de honestidad y eficiencia de los aspirantes a gobernar Guatemala.
No estaba ausente de esa mitología en torno a Ubico, la no disimulada admiración por lo extranjero, gringo y blanco que existe en el país; «el mito fue creado gracias a la propia inclinación narcisista del dictador», dice González Ponciano y esa tendencia deliberadamente celebraba la belleza masculina del jefe castrense, la conducción del patriarca, la superioridad racial, tal como sucedía con ciertos referentes del gobernante: César, Napoléon, Mussolini. «Ubico explícitamente asumió a Mussolini como una de sus principales referencias simbólicas» y, agrega con ironía el antropólogo, que los comunicadores sociales y propagandistas exageraron la apariencia melancólica del dictador «concentrado en los destinos de su pueblo».
Si nos atenemos a la iconografía, lo dicho por González Ponciano no dista de la realidad. Los retratos de Napoléon y de Ubico tienen tantas semejanzas que es imposible no sospechar de las intenciones de los panegiristas pictóricos del gobernante guatemalteco.
Pero las películas de la Tipografía Nacional no se quedaban atrás en la labor de crear y recrear imágenes en las cuales se destacara la virilidad y belleza aristocrática de Ubico. Sistemáticamente, gira tras gira, celebración tras celebración (fuera su asunción al poder, su informe a la Asamblea, los desfiles cívicos o los fastos de su cumpleaños), los camarógrafos del Departamento de Cinematografía de la Tipografía Nacional siempre estuvieron dispuestos a obtener los mejores planos, los que les harían merecer un poco más que una palmadita en la espalda, pero que les garantizaba el trabajo.
Ubico en una embarcación en Atitlán; siempre en el centro de la atención, siempre girando instrucciones, dictando órdenes o mirando con displicencia al resto de la humanidad. Ya no era el joven atleta que lo mismo destacaba en ciclismo que en boxeo y esgrima, sino un sexagenario, pero los camarógrafos se las ingeniaban para que permanentemente conservara el porte que le mantuviera el prestigio ante sus gobernados.
Edgar Barillas

Guatemalteco, historiador del cine en Guatemala, investigador de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
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