¿Futuro? (II)

-Marcelo Colussi | NARRATIVA

– En un tiempo se decía que «las armas las carga el diablo…, y las descargan los tontos». Pues bien, Robertito: con la tecnología llevada a estos extremos como se ve hoy día, podríamos parafrasear y decir lo mismo. –

– ¿Cómo? ¿Las computadoras también las carga el demonio? ¿Y tu audífono, abue?–

– Eh…, no es exactamente así, claro… quiero decir que…. –

– No te justifiques, abue. Yo sé que ustedes, los de otra generación, nos ven como unos tontos consumistas, banales, superficiales, a todos los que nos pasamos la vida ante una pantalla. –

– En realidad, yo no dije exactamente eso, Robertito. Pero, ¿no hay algo de verdad en ello?–

– Bueno… sí y no. ¿Qué se podría decir de alguien que se pasa la vida delante de un libro?–

– ¡Eso es otra cosa!–

– No sé… ¿Por qué otra cosa? En todo caso, me parece, es un punto de vista. ¿Es mejor leer o resolver los problemas con estas máquinas? Y la mujer astronauta que acaba de descender en ese satélite de Marte, Fobos me parece que se llama, ¿no te parece que es un avance? Aunque no se lea como en otros tiempos, la gente sigue haciendo cosas maravillosas…, como tu audífono, por ejemplo. O estos viajes espaciales. –

– Yo sigo pensando que es mejor leer, Roberto. Te abre otros mundos, otras posibilidades. –

– ¿Y acaso la nube de internet no lo tiene todo? –

– No te lo sabría decir… No sé. –

– Creo que la idea de la tecnología te asusta un poco, ¿verdad, abue?–

– Tanto como «asustarme», creo que no… Pero definitivamente no soy como los de tu generación, ustedes que nacieron ya con un chip pegado en el cerebro. –

– ¿Y te parece malo eso?–

– ¡Qué pregunta! Creo que es imposible decir que eso sea malo, ¿no? Es distinto, profundamente distinto a lo que yo viví… La vez pasada leí una encuesta que me hizo reír.

Mientras hablaban, el abuelo permanecía sentado en su cómodo sillón con apoyabrazos jugueteando con el control remoto de su pierna ortopédica –última generación, de fabricación alemana, la cual le permitía caminar a buen ritmo pese a sus dos infartos–, en tanto Roberto hacía varias cosas: leía mensajes en su teléfono celular, escuchaba música con sus audífonos y tecleaba en su tabla buscando una información urgente para un trabajo en la universidad del que le acababan de avisar en una de sus siete redes sociales, echando cada rato una miradita tanto a la foto en tres dimensiones de su pareja (la de carne y hueso, no la virtual) así como a otras donde se veían orgías con lujos de detalle, en tres dimensiones y con opciones interactivas. Por supuesto, el abuelo no se daba cuenta de esto último.

– Estaban investigando sobre los hábitos de la juventud actual– comentó el anciano. –No sé si el estudio se dedicaba específicamente a la sexualidad o las tecnologías digitales. Quizá a ambas cosas. Lo cierto es que había una pregunta que se le hacía a los jóvenes, francamente hilarante. –

– «Hilarante»… ¿Y qué significa eso, abue?–

– ¿¡Nunca escuchaste esa palabra!?–

– «Que inspira alegría o mueve a risa», según el Diccionario de la Real Academia Española en su última edición. «Que provoca ganas de reír. Por ejemplo: un montaje con lo mejor del humor negro hilarante y jubiloso», según el Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. El término proviene del latín hilărans, sustantivo neutro de tercera declinación, cuyo genitivo hace: hilaranti; es el participio activo de hilarāre, que se pude traducir por «alegrar» o «regocijar». Sus antónimos son: «triste», «serio», y por si te interesa saber –perdón por hacerme el erudito, abue–, en polaco se dice wesoły, y en vietnamita vui nhộn–.

– ¡Por dios, Robertito! ¿No era que hace un instante no sabías lo que significaba esa palabra?–

– Cuando la ibas pronunciado, activé el decodificador de sonidos, y casualmente toqué las teclas del polaco y del vietnamita. Por eso, más rápido de lo que ibas diciéndolo, pude tener esa información. Pero te debo el árbol de sinónimos, que recién ahora estoy viendo en la pantalla de mi reloj/agenda electrónica: hilarante significa también gozoso, contento, alborozado, complacido, alegre, satisfecho, irrisorio, ridículo, grotesco, cómico, absurdo, festivo, risueño, jocoso, divertido, contento, placentero, jubiloso, jovial…–

– ¿Y de dónde tanto conocimiento, Roberto?–

– De todos estos aparatitos, abue–, dijo señalando la miríada de equipos que llevaba adosados, sin contar los que tenía implantados ya en forma fija, dentro del cuerpo.


Continuará.

Marcelo Colussi

Psicólogo y Lic. en Filosofía. De origen argentino, hace más de 20 años que radica en Guatemala. Docente universitario, psicoanalista, analista político y escritor.

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