-Carlos Castro Furlán / PERSIGUIENDO EL HORIZONTE–
El pasado 26 denoviembre se efectuaron elecciones en la República de Honduras. Estas elecciones estuvieron influenciadas por sucesos acaecidos en el 2009, en donde una petición y un intento de reelección, prohibida por la Constitución, condujo al montaje de un golpe de Estado en contra del presidente Manuel “Mel” Zelaya.
La verdadera razón de este golpe no fue la tentativa de reelección, sino la cercanía del Gobierno hondureño con el Gobierno de Nicaragua, así como con los países del ALBA y especialmente con Venezuela a quien en repetidas veces Manuel “Mel” Zelaya apoyó en el foro de la OEA, negándose a emitir condenas en contra del gobierno de Maduro. Estas razones llevaron al Gobierno de Barack Obama, a través de su secretaria de Estado Hillary Clinton, a orquestar un golpe de Estado blando con el concurso de diputados, políticos y el Ejército, que al final lograron deponer a Zelaya. Formar un Gobierno provisional de transición y organizar nuevas elecciones en las cuales resultó electo el actual presidente Juan Orlando Hernández, por supuesto con la venia de la embajada y el Gobierno de los Estados Unidos, fue relativamente fácil.
En estas elecciones del 2017, los candidatos más fuertes eran el actual presidente Juan Orlando Hernández, quien fue postulado por el Partido Conservador, y Salvador Nasralla, quien fue postulado por la Alianza Opositora, conformada por un conglomerado de partidos que aglutinó organizaciones desde el centro derecha hasta la izquierda moderada.
Estas elecciones desde mucho antes del inicio estuvieron viciadas, ya que la Corte Suprema de Justicia de Honduras modificó la Constitución para permitir que Juan Orlando Hernández se pudiera presentar al proceso electoral, buscando la reelección. Aquí se podría aplicar muy bien la célebre frase atribuida al presidente Benito Juárez que dice “Para mis amigos la ley, para mis enemigos todo el peso de la ley”, así, la ley para el amigo Hernández fue interpretada a como les dio la gana a los magistrados. La petición de Hernández era similar o igual a la petición que presentó Manuel Zelaya en el 2009, la que llevó a la destitución, captura y posterior exilio de Zelaya, mientras que la petición de Hernández se materializó en su participación como candidato a la reelección presidencial, además, si en caso el fraude electoral en marcha se llega a materializar, Hernández llegaría a ser presidente de Honduras por segunda vez.
El domingo 26 de noviembre por la noche con más del 72 % de las actas electorales contabilizadas Salvador Nasralla de la Alianza Opositora obtenía 45.1 % y Juan Orlando Hernández del Partido Conservador obtenía 40.3 % de los votos emitidos, con más de 117 000 votos de ventaja a favor de Nasralla. El magistrado del Tribunal Supremo Electoral, Porfirio Lobo, declaró que la tendencia de voto era irreversible. Esa misma noche se produjo un apagón y cuando volvió la luz resultó ganador Hernández por una diferencia de más de 46 000 votos. No se necesita ser un experto en inferencias estadísticas para saber que cuando se han computado más del 70 % de los votos emitidos, es casi imposible que la tendencia de la votación final cambie. Si tienen alguna duda con la afirmación anterior, la pueden corroborar preguntándole a mi querido amigo Víctor Borge, presidente de Borge y Asociados, quienes son los expertos más reputados y acertados en encuestas electorales en América Central.
Si se logra consumar el fraude electoral de Hernández, además de ser una transgresión al libre juego democrático, nos tiene que servir para sacar lecciones, tenemos que leer el mensaje oculto que nos envían los Estados Unidos con respecto a su política de relaciones exteriores hacia América Central. La embajada de Estados Unidos no se ha pronunciado en contra del evidente fraude electoral en Honduras; lo cual en lenguaje diplomático significa que apoyan al candidato Hernández. Estados Unidos y su nuevo presidente han involucionado en cuanto a su política internacional con respecto a América Central y están implantando una nueva era de la política del “gran garrote” en donde lo único que les interesa es el salvaguardar sus intereses y proteger sus fronteras de los “inmigrantes ilegales”. Seguramente los brillantes estrategas del Pentágono y de la Agencia de Seguridad Nacional han de haber pensado que si triunfaba Nasralla en Honduras se iba a implantar un régimen de tipo socialista que daría pauta a una inmigración masiva de ciudadanos hondureños hacia Estados Unidos.
Qué equivocados están y que miope es su visión de la realidad de Centro América, ya que las causas de la inmigración masiva radican en la pobreza y falta de oportunidades que tiene la mayoría de la población; lo cual los conduce a la desesperanza y a buscar nuevos horizontes en tierras desconocidas. Señores de los Estados Unidos ustedes son cómplices de que exista la pobreza y la falta de oportunidades en estas latitudes ya que siempre han apoyado a los gobernantes corruptos de la región. Esta es la razón fundamental para que la “inmigración ilegal” aumente exponencialmente.
Fotografía principal tomada de Comunicarte.
Carlos Castro Furlán

Ciudadano de Guatemala y del mundo. Sociólogo, economista, internacionalista y libre pensador. Exprofesor de la Universidad de San Carlos. Amante de la música, de los libros y de todo lo bueno. Mi pasión han sido el futbol, la carrera de larga distancia (maratón), los libros, las revoluciones y los procesos sociales en donde la organización popular ejerce cambios en favor de las mayorías.
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