Fuego y resistencia feminista

Rosario Jerez | Política y sociedad / PALABRA FEMINISTA

Este 8 de marzo se cumplen dos años esperando justicia por el crimen de Estado que cobró la vida de 41 niñas durante un incendio, tras ellas denunciar las condiciones inhumanas y el maltrato de los que eran víctimas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción.

Hace algunas semanas, un medio alternativo entregaba una publicación en la que la autora comentaba sobre cómo «ya había pasado la moda de las 41 niñas» y «cómo se había borrado de la memoria colectiva el hecho». Por desgracia, muchas de las luchas sociales en Guatemala están gestadas dentro de organizaciones en particular, condición que las debilita y minimiza las acciones políticas que se puedan tomar desde la autonomía del pueblo y las mujeres.

La niñez en Guatemala, día a día, se ve más vulnerada, sobre todo al crecer en una sociedad carente de conciencia y de memoria histórica, que no ofrece nada para que la niñez tenga una vida digna, segura y sana, cada día son menos las oportunidades que se le brindan a las niñas. Aunque los discursos y los informes de gobierno muestren otros resutados, nuestras niñas siguen sin acceso a la educación, viviendo en riesgo o en situación de calle, sin acceso a salud, trabajando o siendo madres a temprana edad.

Sin embargo, no todo es olvido, desde el 8 de marzo del 2017 en la Plaza de las Niñas, la memoria de las 41 niñas y su historia sigue viva desde la ancestralidad y las virtudes del Fuego de la Justicia. En un espacio público, tomado para defender el territorio en medio de esta selva de cemento, para defender la vida de las mujeres, para la denuncia, la sanación y retomar el legado Maya del fuego en un espacio para ellas y todas aquellas personas conscientes de la necesidad de construir un mundo justo para todas y todos.

«No eran calladitas, eso no les gustó, exigieron sus derechos y el Estado las quemó».

El Fuego de la Justicia se abre camino desde aquel trágico 8 de marzo de 2017. Está en manos de dos mujeres que darían inicio a la unidad de más mujeres, que actualmente forman parte de la Colectiva de Mujeres Feminstas Autonómas Fuego y Resistencia, quienes, en la Plaza, establecieron un espacio dedicado a las 41 niñas junto a 41 cruces en donde familiares, amigos y el pueblo podrían recordarlas con ofrendas florales, velas, juguetes, y en donde el fuego ha sido un símbolo para exigir justicia y reparación digna. Con esto se hace un llamado a la conciencia de la ciudadanía, facilitando el acceso al discurso de los derechos humanos, a la información sobre las obligaciones del Estado y sobre las garantías del desarrollo integral de la niñez.

El fuego ha unificado diversas resistencias de protesta y denuncia. A pesar de la represión, estigmatización y criminalización que ha enfrentado, se mantiene vivo por la autonomía y convicción de mujeres que tienen la certeza de la libertad, de la dignificación y de poder andar por las calles libres de acoso sexual y de violencia. Esta resistencia de veinticuatro meses se ha hilado también con el telar de Iximulew, tejiendo alianzas con los cuatro pueblos, quienes nombran el altar como centro ceremonial de los Pueblos Originarios; los cuales también manifiestan sus exigencias hacia el Estado y el Gobierno guatemalteco por y para su dignificación.

El Altar de las Niñas es un punto de encuentro para la interacción con el pueblo, en donde la voz de las mujeres y sus consignas han sido fuente de información y orientación para muchos más casos de violencia. El Altar tiene como objetivo la justicia, mantiene viva la memoria colectiva para sanarla también, mientras permite la sanación entre mujeres, apropiándose de la ternura, la comprensión, pero también de la rebeldía de hablar y escuchar, sonreír y llorar, también comprender la historia de la otra viéndola a los ojos y tomándola de las manos para envolverse juntas en el calor del fuego y curarse el corazón con un abrazo, para posicionarse en un reivindicativo: ¡Nunca más!

«Las niñas de Guatemala no murieron por amor, murieron porque el Estado las quemó».

Aunque la justicia siga tardando, el Estado siga sin reparar el daño y las audiencias se retrasen otro día más; cada día 8 del mes, el ocote seguirá ardiendo y las flores junto con el aroma del copal seguirán convocando a más mujeres para que unan su voz y sus manos, para exigir justicia por las 41 y por ellas, alrededor del fuego.


Fotografías por Rosario Jerez.

Rosario Jerez

(1991). Poeta feminista. Hermeneuta de la melancolía y romántica sin causa.

Palabra feminista

Correo: gabyhj17@gmail.com

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