Fucsia

María Pineda | gAZeta joven / BITÁCORA DEL FIN DEL MUNDO

Desperté pensando en mi madre, en los pocos recuerdos que tengo de ella, en las cosas que la orillaron a dejarme. Pienso en ella como un fantasma lejano, que no se atreve a mostrar su verdadero rostro. Estoy seguro de que algo la atrapó, lo inexplicable se apoderó de su ser y desapareció en el horizonte.

De niño siempre fui distinto a mi familia. Me aislaba constantemente y mi único amigo era un árbol enorme de buganvilia. Tenía solo tres ramas, y entre ellas se formaba una especie de cuna, yo me acurrucaba en él como si quisiera gestarme de nuevo y ser alguien más, como si mi SER supiera o presintiera que carecía de lo maternal, que no era correspondido…

Cuando mi madre desapareció y tuvimos que dejar nuestra residencia, lo más difícil fue despedirme de mi amigo. Sabía que no lo volvería a ver, y que a pesar de haber pasado tanto tiempo en el nido que formaba con sus ramas, yo seguía siendo la misma persona y esa era una verdad que los dos teníamos que aceptar, al igual que nuestra despedida.

Algunas noches todavía sueño con él, sueño que volvemos a abrazarnos, que vuelvo a su útero, pero esta vez nuestro plan funciona, porque al salir soy una persona reformada, que encaja. Un niño tan digno que su madre no podría abandonar. Pero son eso, sueños. Al despertar vuelvo a esta habitación y veo el árbol que planté en mi jardín. También veo a Samantha, que corre con la misma suerte que yo. Su madre no vino a reclamarla y su padre no es capaz de emitir sonido.

¿Me pregunto si Samantha ha perdonado a su madre como yo perdoné a la mía? Si ya superó el miedo, el vacío y el desamparo que solo una persona que ha perdido a su madre puede sentir. ¿Será que ella ya sanó? ¿Será que yo sané? ¿De verdad perdoné a mi madre? ¿Acepté realmente aquel adiós con mi amigo? ¿Por qué pensé hoy en mi madre? Tal vez por que al ver ese árbol recordé a mi amigo e inevitablemente me sentí arrancado de la matriz.


Fotografía principal por María Pineda.

María Pineda

Comunicadora, fiel creyente de que las mentes pueden modificarse a través de los distintos códigos de lenguaje. Me gusta ser ese medium que traslade información y fantasía a quien quiera recibirlo. Actualmente dirijo Quimera Editores y ocasionalmente realizo trabajos como copywriter o creativa. Tengo el programa radial Antes que todo termine en Chimaltenango Multicultural los viernes por la noche.

Bitácora del fin del mundo

Correo: odalyspineda5@gmail.com

Un Commentario

Oscar Díaz 25/04/2021

Se requiere de un corazón de piedra o no tener corazón para abandonar a un Hijo. ¡Es imperdonable! Esa herida no sana y hay momentos en la que duele más. Ver a otros Hijos acompañados o abrazados por sus MADRES hace que se extrañe aún más a esa madre que inexplicablemente se quiso alejar.

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