Frente al Sr. Arzú

-Gabriela Carrera / FÍJESE USTED

La guerra en Guatemala es un tiempo que no viví. Escuché hablar de ella, a veces de manera académica, a veces en voces de los más cercanos. Siempre fue una abstracción de libros de historia y de clases de universidad, era un pasado lejano. Pero lo escuché de quien podía ver a los ojos, escuché de viva voz lo que sucedió en el genocidio ixil. Puse atención a los testimonios de las mujeres de Sepur Zarco. Visité en los pasillos del Archivo de la Policía Nacional el lugar en donde fueron torturados decenas de hombres y mujeres. Mi madre me habló de esos tiempos y la vi llorar, comprendiendo así los llantos de tanto tiempo. Eso que dijo Ricardo Falla acerca del 4 de octubre de 2012, cobraba sentido: vivíamos un continuo de la guerra.

Aun así, nunca pensé ver la escena de la que fuimos testigos reales la semana pasada. No pensé escuchar en tiempo real “usted papá, usted mamá”. Y cayó el peso de la violencia que muchos quieren revivir como recurso político para mantener el statu quo. El presidente que firmó la paz en Guatemala no solo ha dicho que si bien firmó la paz puede hacer la guerra, sino que ha vuelto a la vida las palabras de uno de los gobiernos más crueles de este país. Las palabas de Ríos Montt son sinónimo de muerte, de genocidio, de desaparición forzada. Ha vuelto a traer a la memoria colectiva uno de los asesinatos más despreciables de la historia de la democracia en el país. Monseñor Gerardi a horas de presentar el informe de la verdad fue asesinado con una piedra en la cabeza. ¿Regresamos acaso el tiempo, Guatemala?

Evidenciar la corrupción ha supuesto cuestionar el poder de este país. El poder que ha detentado el Estado y que ha mantenido la pobreza, la desigualdad, el racismo, el patriarcado. Se ha valido de la democracia para hacerlo, se ha legitimado con una democracia fofa, de nombre y que ya no provee ningún horizonte de vida digna en el país. Esa es la Guatemala que se quiere eternizar, es la mentira de primavera que quieren defender.

Me resisto y no soy la única. Me debato ante esa imposición antidemocrática de regresar a “mi Guatemala” de alguien más. Esa Guatemala no es la de muchos, no es la de la mayoría. Fíjese que no lo es señor Arzú. El tiempo no se puede volver atrás si no es para decidir si este es el futuro que queremos. Creo decididamente que no es el porvenir con el que soñamos.

Luis me habla de las perlas, que son la cicatriz que hacen las conchas ante partículas que se cuelan cuando estas se abren al mar. Las cubren de nácar, el mecanismo de defensa que tienen para protegerse. Es frente a esa imagen poderosa que se encuentra Guatemala. Seremos algo hermoso.

Gabriela Carrera

Creo firmemente que la política y el poder son realidades diarias de todos y todas. Por eso escogí la Ciencia Política para acercarme a entender el mundo. Intento no desesperanzarme, por lo que echo mano de otros recursos de observación como los libros y las salas de cine. Me emocionan los proyectos colectivos que dejan ver lo mejor de las personas y donde el interés es construir mundos más humanos.

Fíjese usted

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