Fraseología en tiempos de millenials (reflexiones de una chava-ruca)

Brenda Lara Markus | Política y sociedad / ¿QUIÉN, QUÉ Y POR QUÉ?

Las frases, los dichos, los refranes, han existido siempre, pero estamos en un momento en el que parecieran ser la palabra infalible, el refugio de la insatisfacción, la cultura, la identificación humana, etcétera. La fraseología en plena posmodernidad millenial.

«Para entender el presente hay que estudiar el pasado», una frase bastante lógica y respaldada, no en vano la ciencia, la filosofía, los estudios de historia, antropología, arqueología, etcétera. El hombre siendo siempre su propia interrogante, su issue, para que comprenda algún millenial que pudiera haber logrado llegar a leer hasta esta línea.

Siempre la búsqueda, siempre la inquietud, siempre un «algo» que no nos lleva a mucho, al menos a lo que quisiéramos, pero en esa sed tal vez no notamos que vamos cambiando, conociéndonos como especie y mejorando, o bueno, al menos ese debería ser el resultado, porque la verdad nunca la tendremos, no como humanos. Pero hay algo que también inquieta si nos salimos de la búsqueda, y es que en lugar de encontrarnos como humanos, muchas veces nos deshumanizamos. Ya sea por superioridad intelectual, por egoísmo, por aburrimiento del saber, por no conseguir respuestas entre tan basto universo de conocimientos a estas alturas de la civilización. Entonces perdemos la «conexión» o empatía, eso que nos une a otros o nos hace tratar de comprenderlos en su esencia real, su yo actual, no su naturaleza, sino lo que le aqueja, su pasado próximo y sus actitudes resultado de él.

Falta algo más que el conocimiento para llegar a un estado de confort real, tal vez utilizar la palabra «amor» suena muy trillado, al igual que «felicidad». Se han banalizado tanto ya esos conceptos que mencionarlos podría convertir cualquier buen discurso en uno de juguete para personas que están cansadas de no saciar sus profundidades.

Dice Agustín de Hipona que el fin de la existencia es la felicidad y que la felicidad llega con la verdad y que la verdad es Dios y solo Dios. Que ninguna filosofía es superior a la fe. Creo que como base está bien, aunque después de él muchas corrientes filosóficas han logrado minimizarlo por siglos, pero también se debe aceptar que la razón sí tiene límites y que las respuestas no llegan, nunca estamos satisfechos y nos conformamos con ser, pensar y creer como collages humanos, ya no se puede inventar el agua azucarada ni la copia, ni la imitación, ni ponerle más nombres para hacer creer que es algo distinto… ¿o sí?

Dice también la doctrina cristiana que la existencia es lineal, algo que me cuesta comprender porque no podemos negar que damos vueltas alrededor de «algo», siempre, que se cree avanzar, pero en realidad es lo mismo que ya se ha pasado en algún momento o lugar en la historia de la humanidad. Seguramente debo voltear a ver a la escatología y podré opinar diferente. Será una nueva etapa… aunque seguramente la misma por la que han pasado millones de seres humanos ya.

Los estudiosos de la Biblia han encontrado que una posible fuente de los Evangelios, afirman que podrían haber sido hechos de pura fraseología, sin marco narrativo ¿estaremos ante algo similar como renovación cultural?

También hay frases que dicen que «el pasado ya pasó, el futuro es incierto y el hoy es lo que vale», pero sin ese «amor» ¿cómo comprender al otro sin su pasado? ¿Cómo buscar un futuro con otro que tiene cosas que le hacen ser como es, tal vez algunas desagradables? ¿Cómo llegar a la aceptación sin tocar el amor o la felicidad propia? Porque también dicen que siendo feliz en nuestro interior, nos es más fácil navegar en la adversidad, ya sea circunstancial o en la convivencia con ese otro. Porque de algo sí estamos seguros, ningún otro ni ninguna circunstancia nos da la felicidad.

Para quien diga que sí, la está confundiendo con momentos agradables de «contentidad» (así le llamo al hecho de estar contentos, que repito, no es felicidad, es solamente momentos). Los exteriores no dictan nuestra existencia, pero nos venden a diario en vallas publicitarias que una casa, un carro, el sexo, la comida, etcétera son felicidad.

Muchos podrán asentir a esto, pero ¿lo viven realmente? ¿Para qué trabajamos? ¿Buscamos un buen vivir que no dependa del dinero o todo lo vemos en función de él? Hay otra frase «el dinero no da la felicidad, pero ayuda».

En fin, vivimos un mundo de superficialidad, basado en fraseología, y no me dejarán mentir que es lo que funciona hoy en día en las redes sociales; frases cortas reconfortantes en fondos de colores, libros de autoayuda superficial (ni aludir al tal Coelho). Hasta se ha puesto de moda eso de ser coach de vida… ¿qué es eso? Y hay que ver el montón de dinero que hacen con esa farsa y la cantidad de pendejos que pagan altos precios para entrar a esas conferencias.

¿Estamos siendo envueltos por una visión millenial?

En los tiempos de nuestras abuelas, esos refranes y frases tenían un sustento, había un respaldo con un ejemplo de vida que les daba veracidad o profundidad, pero hoy son como bocaditos de consuelo que, aunque sean reales, no son tomados en serio, ya no son sabiduría cultural. Hoy son tomados como respuestas livianas a problemas existenciales profundos que no encuentran salida y desembocan en desinterés y negligencia, el mejor ejemplo de esto es observar el desmadre político en el que nos encontramos. Tal vez sea necesario esperar hasta que la incomodidad llegue a puntos extremos y veamos realmente movimientos de nuevas generaciones, pues cuestionamientos y soluciones de fondo, ya no son opción.

La anterior descripción hace alusión a un grupo llamado millenial, que han llegado a su etapa adulta después del 2000 y que su forma de vida depende de la tecnología, aunque prácticamente sin dar validez a nada que esté fuera de ella. Estamos en la época de «hago lo que quiero a mi modo y no pasa nada», al final, todo termina siendo virtual.

Lo lamentable es que, por el momento, dependemos de ellos.

¿»No hay mal que por bien no venga»? Tendremos que esperar unos años para saberlo. Mientras tanto, sigamos tratando de hacer conciencia.


Imágenes proporcionadas por Brenda Lara Markus.

Brenda Lara Markus

Mujer y madre guatemalteca. Estudiante de Filosofía, actriz y locutora.

¿Quién, qué y por qué?

Un Commentario

Marvin Ramirez 02/01/2019

Algo que imagino es que la saturación de información nos ha hecho formar parte de una sociedad de lo inmediato, de lo momentáneo y eso hace que se dejen de apreciar muchos buenos momentos y entonces ya mucho se vuelve frugal.

Comparto sus puntos de vista, y agrego que el cosmopolitismo generalizado en la mano (en los teléfonos por ejemplo), no nos permiten detenernos a contemplar y disfrutar algo en su individualidad.

Dejar un comentario