gAZeta | Para no extinguirnos / PELOTAZOS Y ALGO MÁS
Luego de un ayuno de diecisiete años, finalmente un guatemalteco vuelve a ganar la vuelta ciclística nacional. Catorce vueltas anteriores fueron ganadas por extranjeros, siete de ellas por colombianos y cuatro más por costarricenses, demostrando plausiblemente la superioridad de esos países respecto al nuestro, con la salvedad de que, en el caso de los colombianos, en las últimas décadas han sido aquellos los que no han conseguido destacar en su país.
Posiblemente Manuel Rodas no es un fuera de serie, pero en otras condiciones y con otros apoyos no solo habría ganado la competencia del año pasado sino, como sucede ya con el costarricense que hace un año lo derrotó, hace ya varios años estaría compitiendo en otros países, en equipos de mucha más calidad que Decorabaños, su patrocinador actual, y con logros más que significativos.
Rodas no es un experimentado escalador, pero su especialidad en las contrarreloj le permitió establecer una suficiente ventaja que los demás corredores no lograron superar en las etapas siguientes, tal y como este año hiciera Chris Froome en la última edición del Tour de Francia. En ruta esta especialidad puede definir al triunfador, y quien la cultiva y desarrolla, si cuenta con eficaces domésticos, puede alzarse con el triunfo.
Pero el ciclismo chapín, como todo el deporte nacional, no pasa por su mejor momento, a pesar del esfuerzo y entusiasmo de quienes lo practican. No estamos ya en la época en la que los mejores ciclistas de la región se ponían como objetivo del año ganar la Vuelta a Guatemala, como el colombiano Rubén Darío Gómez, que, ganador dos veces de la vuelta a su país y un referente regional en su época, su triunfo en Guatemala fue la confirmación de su calidad.
Como sucede en países con administración deportiva caótica y penetrada por la corrupción, en sus sesenta años de existencia, la Vuelta a Guatemala ha dejado de disputarse cuatro veces. Con equipos que apenas si aportan para la alimentación y avituallamiento básico de implementos, los ciclistas realizan sus actividades asumiendo parte importante de su manutención, imposibilitados de dedicarse profesionalmente al deporte. Mientras en el mundo los ciclistas se contratan por períodos largos, que incluyen el financiamiento para participar en varios eventos, en el país, los equipos muchas veces apenas si asumen los gastos de participación en la vuelta, sin contar con equipos juveniles que permitan el surgimiento de nuevos valores.
En esta edición, todos los equipos participantes, nacionales y extranjeros, con excepción de los ecuatorianos, estaban clasificados como aficionados, es decir, los corredores no son profesionales de la actividad, lo que reduce grandemente el prestigio de la competencia guatemalteca. Extrañamente, además, la Federación Guatemalteca de Ciclismo no invitó al equipo costarricense de Román Villalobos, ganador dos veces de la vuelta, y quien este año intentó suerte en el ciclismo europeo.
Todo lo anterior no demerita el triunfo de Rodas, que en otras condiciones y latitudes habría sido elevado al rango de héroe nacional y ganado apoyos para crecer aún mas en su carrera deportiva. No siendo un ciclista completo para la ruta, ha conseguido mejorar su calidad de escalador, obligando a compararle, guardando las diferencias, con el colombiano Rigoberto Urán, que este año consiguió ser segundo en el Tour de Francia, luego de ser dos veces también segundo en el Giro de Italia. La diferencia es que Urán proviene de un ciclismo históricamente competitivo y ahora altamente profesionalizado internacionalmente, y Rodas, lamentablemente, a sus treinta y tres años apenas si puede soñar con participar en eventos centroamericanos.
La vuelta ciclística ha caído en tal abandono y menosprecio que, cuando se disputó el circuito final en la ciudad capital, fueron muchos los internautas que se preguntaban en las redes sociales el porqué del cierre del Anillo Periférico. Los Espectadores apenas si saben quiénes son los competidores y cuál es su situación en la competencia.
El ciclismo no es un deporte de masas pero, en los países donde la cultura deportiva es promovida en todos los niveles, son cada vez más las personas que lo practican y la profesionalización de los de alto rendimiento es cada vez mayor. El ciclismo escolar, como en todos los deportes, es la base de su desarrollo, sin embargo, en Guatemala, a pesar del alto presupuesto que administra el Ministerio de Cultura y Deporte, la promoción a nivel escolar y aficionados es casi inexistente, consumiéndose la mayor cantidad de los recursos en una pesada burocracia evidentemente ineficiente.
Fotografía por Douglas Suruy, tomada de Publinews.
gAZeta

Reflexiones y comentarios diversos sobre el mundo deportivo, los actores y los negocios que lo obstruyen
0 Commentarios
Dejar un comentario