Extraños en el paraíso

Luis Felipe Arce | Política y sociedad / EL CASO DE HABLAR

El término Navidad proviene del latín «nativitas que significa «nacimiento», según la tradición, el día de Navidad fue oficialmente reconocido en el año 345, cuando san Juan Crisóstomo y san Gregorio Nacianzeno proclamaron el 25 de diciembre como fecha de la natividad de Cristo.

De acuerdo al testimonio de calificados historiadores que acompañaron a Cristóbal Colón en su travesía al Nuevo Mundo, la primera Navidad que se conmemoró en tierras americanas, fue el 25 de diciembre de 1492 en La Española, nombre con el que bautizó el navegante a la isla que actualmente comparten República Dominicana con Haití.

Desde esas remotas épocas, en las celebraciones navideñas -que es un rito de renovación y cambio- se respira paz y amor, todos estamos llenos de los mejores y más puros sentimientos de amistad y solidaridad humana. La Navidad es también una época de fiesta, la fiesta hace olvidar los fracasos, corta aunque sea por unos pocos días la cotidianidad de la vida y relaja el tiempo en los relojes.

Hay una cierta ilusión de abundancia, aunque sea efímera. Es una celebración de igualdad, surge de la necesidad de convivir, como si por un momento participáramos todos juntos de la magnificencia de la eternidad.

Las fiestas, deben entenderse como fiestas… todos están juntos para aprender, enseñar o intercambiar buenos momentos; para alegrarse, para estar ahí, en amistad, concordia y armonía.

Platón afirmaba con sobrada razón que «los dioses hicieron las fiestas para que pudiéramos respirar un poco».

Tomando en cuenta este concepto, voy olvidarme por un momento de los recurrentes problemas políticos nacionales que tanto nos preocupan y nos agobian; y contarles que, en días pasados, tuve la suerte de encontrar en mis viejos archivos una historia que hoy aprovecho para compartirles.

Esta historia es una versión diferente del mito del paraíso terrenal, en la que veo reflejado el profundo calor humano de los protagonistas; me gusta creer en ella porque, a la vez de ser reconfortante, estimula el pensamiento y es más humana y terrenal. Según esta narración, la salida de Adán y Eva no fue por los motivos atribuidos a la tradición.

Si bien es cierto, cuando la serpiente arrinconó a Eva contra el árbol de la ciencia del bien y el mal, y con engaños la obligó a comer del fruto prohibido, la primera mujer comprendió que estaba condenada a la muerte y con absoluta seguridad Dios tendría que darle a Adán una nueva compañera.

Cuenta esta historia que Eva, presa de angustia, decidió poner a prueba el amor de Adán, así que después de arrancar el fruto y comer de él, llega con Adán y le suplica que lo comparta con ella. Adán vacila… lo que Eva le plantea no es desobedecer a Dios, sino elegir entre la vida o la muerte.

Adán vagó durante muchas horas indeciso y desolado, pero al final del día, cuando el manto de la noche principiaba a posarse sobre el Jardín de Edén, regresó con Eva y le dijo:

«Esta es mi decisión, si murieras por haber comido la fruta de árbol, Dios no podría consolarme con otra mujer que iguale tu hermosura y la felicidad que le das a mi corazón. Prefiero, por tanto, morir a vivir sin tu compañía».

Y dice la leyenda que Eva se llenó de gozo y el árbol se alegró de que Adán prefiriera la sabiduría de la trascendencia a la inmortalidad.

Las dos leyendas, la tradicional y esta otra, tienen similar origen y proceden de la misma época pero… hay una diferencia abismal entre las dos, porque si en la versión tradicional, Adán y Eva salieron del paraíso señalados, avergonzados, arrepentidos y sucios, con su pecado de desobediencia y remordimiento a cuestas; en la versión que les relaté debieron haber salido felices, enamorados, libres de cualquier temor y limpios de toda culpa.

Aquí no hay ansias de inmortalidad, ni desafío, sino una sabia decisión nacida del amor entre un hombre y una mujer que el destino los juntó para sembrar la semilla de la raza humana, o sea que llevaron a cabo un verdadero acto de amor hasta sus últimas consecuencias, por sobre los prejuicios, las apariencias, la codicia, la ruindad o el egoísmo.

Regresando al tema de la Navidad. Hace muchos años, en 1962, se inauguró la primera radio comercial en la ciudad imperial de Cobán -mi muy querido terruño- don Max Arce -mi señor padre- fue el director de Radio Cobán. Para esa Navidad se grabó un jingle alusivo a la fecha con el fondo musical del tema «Campanitas» de la orquesta de Chuck Anderson con la voz del locutor quetzalteco Karl Heinz Chávez. Este era el mensaje:

«Navidad es amor, Navidad es bondad, feliz Navidad les desea Radio Cobán “La voz de las Verapaces”».

La Navidad es una fiesta de luz, de fraternidad universal, de júbilo, de reencuentros; entre pólvora, posadas y convivios. Una fiesta de risas, afectos, abrazos y buenos deseos… qué mejor ocasión para recordar este pequeño verso:

«Todo niño quiere ser hombre, todo hombre quiere ser rey, todo rey quiere ser Dios… solo Dios quiso ser niño».

En 1818, hace exactamente 200 años, en la población de Oberndorf, cerca de Salzburgo, Austria, fue cantado por primera vez el villancico más conocido del mundo: Noche de paz, atribuido al sacerdote Joseph Mohr y su amigo, maestro y organista Franz Xaver Gruver.

En la madrugada del 25 de diciembre de 1977, a la edad de 88 años, falleció en la localidad Suiza de Vevey el genio del cine mudo; Sir Charles Chaplin (el primer actor en ser portada de la Revista Times en 1925). Chaplin decía:

«la vida es una tragedia si la vez de cerca, pero una comedia si la vez con distancia… la vida es una obra de teatro que no permite ensayos, por eso… canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida, antes de que el telón baje y la obra termine sin aplausos».

Que la fuerza imperecedera de la «noche de paz… noche de amor», nos acompañe siempre.

Feliz Navidad a todos… con todo el amor del mundo.


Luis Felipe Arce

Guatemalteco. Ingeniero civil, por varios años gerente de Producción para Centroamérica de una importante corporación mundial dedicada a la fabricación de materiales refractarios y aislantes. Actualmente, consultor independiente.

El caso de hablar

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