Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA
Si crees en la libertad de expresión,
entonces crees en la libertad de expresión para puntos de vista que te disgustan.
Noam Chomsky
La libertad de expresión es uno de los criterios que ahora el mundo moderno impone como condición sine qua non para una vida social en democracia, en la ausencia de dictaduras o tiranías. De hecho, dentro de la multidimensionalidad de las métricas para los niveles de convivencia democrática existentes en una determinada sociedad, la dimensión de la expresión libre y soberana del pueblo ocupa el lugar primordial, constituyéndose así en un indicador fundamental, considerándose por antonomasia el baluarte de la democracia. Por ello, preocupa e indigna la actitud del presidente James Morales, quien, en preludio y durante nuestras recientes fiestas patrias, ha tomado decisiones nada acertadas al impulsar una ola de represión y mordaza a la expresión popular, inclinándose por el contrario de lo esperado del más alto funcionario del Gobierno, transmitiendo y fomentando una imagen represiva y de amenazas sobre un posible uso de la fuerza, muy a la usanza de cuatro décadas atrás, en un estilo militaroide nada agradable para el sentir generalizado de la población, que soporta una crisis en salud, seguridad y la provisión del sustento diario.
Bien dice el autor británico George Orwell (a propósito de las visiones orwellianas de la manipulación de la información y la práctica de la vigilancia masiva orientada a la represión política y social) que la libertad de expresión es justamente poder expresar lo que alguno no quiere oír, con lo cual podemos comprender que los niveles de libertad están bajando drásticamente en nuestro país; cabalmente porque el presidente Morales se encuentra gravemente enclaustrado en su molestia paranoide porque su popularidad y su aceptación han bajado a niveles mínimos, recurriendo de forma muy poco inteligente a las imágenes amenazantes del uso de los recursos de fuerza militar y policíaca del Estado. En efecto, nada menos acertado en la crisis por la que atraviesa el gobernante, en vista de que las aparentes muestras de fuerza y autoridad no son sino íconos de la misma debilidad interna e institucional que sufre, y con ello se incrementa el debilitamiento del Estado de nuestro país.
El uso de la fuerza ante el deseo de expresión de la población no solo es inadmisible sino totalmente ilegal en el Estado de Guatemala. En este sentido, el artículo 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos señala que «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión». Conviene agregar que se menciona que «comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole…», con lo cual la Convención establece literalmente que quienes están bajo la protección tienen no solo el derecho y la libertad de expresar su propio pensamiento, sino también el derecho y la libertad de estar informados por cualquier medio que consideren confiable. Con esta segunda parte se está garantizando el ejercicio de los medios de comunicación y de los profesionales de la prensa, en todas sus vertientes.
Como he escrito con anterioridad, es evidente que el despliegue desmedido e infundado de la gran cantidad elementos de la Policía Nacional Civil es un claro intento de infundir temor a contravenir la decisión que el presidente ha tomado, llegando a la sistemática y absurda presencia de equipos de militares totalmente fuera de lugar. Empero, se insiste que esta exhibición de poder nominal únicamente manifiesta la misma debilidad que al Sr. Morales le acompaña, por lo que nuevamente se hace patente la total falta de inteligencia, siendo las estrategias subterfugias asunto de un pasado que nadie quiere recordar, mucho menos revivir. El énfasis actual está en el fortalecimiento de las instituciones y toda formación ciudadana está orientada a la generación de esta consciencia social de la soberanía del pueblo por encima del Gobierno de turno.
Cuando la desesperación se asoma, la inteligencia se acorta, y es por ello que nunca se recomienda la toma de decisiones desde cuadros de estados emocionales alterados, o enfermedades de tipo mental, como el caso del síndrome de Hybris del cual hemos podido esbozar algunos peligros. Sin embargo, en la arena política no hay espacio para una demora en la toma de decisiones. Es por ello que es totalmente irresponsable aspirar, o peor aún, asumir un cargo público sin estar en la debida preparación y planificación al respecto de las funciones que se desempeñaran. Un acto de total irresponsabilidad es aceptar una función pública sin las competencias adecuadas. No cabe ahora la menor duda que el presidente Morales es totalmente incompetente para la posición que ostenta, y que como él mismo ha repetido en distintas oportunidades, ha sido electo democráticamente por la soberana voluntad popular. Lo que ahora olvida es que corresponde su renuncia ante el clamor popular que exige su retiro, y que ahora haciendo oídos sordos quiere acallar a como de lugar. No será posible.
Lo triste de las mentiras y del teatro que el gobernante ha querido impulsar, muy a su genuina y originaria profesión, pero en total discrepancia con su papel actual en los destinos de nuestro país, es ese segmento poblacional que en la expectativa de un retorno al pasado considera que las medidas son correctas y atinadas. Pese a una pequeña porción de la población que está siendo manipulada por su misma ignorancia y más abundantemente por la necesidad que tiene de algún tipo de ingreso con el cual llevar pan a sus hogares, hablaremos en su momento de todos esos cómplices del deterioro ético y profesional que apoya y da un leve sustento a la impunidad y la corrupción innegablemente extendida en nuestra sociedad.
El derecho a la libertad de expresión, entendido como un vehículo que sirve, no solo para emitir y difundir opiniones, sino también para difundir y recibir información, representa para los gobiernos autoritarios una gran amenaza, porque apareja un gran empoderamiento a las personas constituyentes de los diferentes pueblos que conforman un país. Cabe destacar que en la arena política se han librado feroces contiendas entre los gobiernos autoritarios –por un lado– y los medios de comunicación y ciudadanos –por el otro–, y que en estas batallas, a la larga, siempre los primeros han salido derrotados. Es clave la educación de las generaciones venideras. En la infancia estos principios de libertad de expresión serán marca para un nuevo y renovado futuro.
No podemos quedarnos inertes y en expectativa de los intentos por retornar a ese pasado obscuro que impulsa y promueve las acciones que James Morales ha estado conduciendo, y nuestra voz debe ser escuchada en los distintos espacios. No podemos permitir que se inculque en nuestra juventud ese temor que acalló a tantos y que algunos quieren traer a colación. Sin embargo, al final de la historia, el pueblo siempre se impone, y si no se puede por la mañana, por la tarde nos haremos presentes para que antes de que caiga la noche nuestras voces y nuestro descontento se hagan sentir. Estamos confiados que las páginas de una nueva historia se están escribiendo, golpe a golpe, verso a verso… hacemos camino al andar. ¡¡Adelante juventud de Guatemala!!
Fotografía principal tomada de elPeriódico.
Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.
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