Moverlas al ritmo que yo quiera, agitarlas, apretar la ropa para que sobresalgan, marcar su separación con clara evidencia, son distintas posibilidades que tengo para sentirme a gusto con la parte trasera de mi cuerpo. Las mujeres hemos descubierto que no son solo sentaderas, sino parte importante de nuestra sensualidad y placer. En su firmeza estriba su suavidad, en su frescura el calor intenso que producen al ser acariciadas, muchas veces solo con la mirada. Su comisura superior las anuncia anchas y suaves, la inferior se confunde con la puerta del placer, que cual recinto sagrado se abre y cierra según se encuentre el mecanismo adecuado.
Las cuidamos, sentimos y, sin más ni más, las disfrutamos. Nos fascina que nos la besen, que con suavidad y deseo las acaricien, sea con manos, labios o sexo. Más que palmadas disfrutamos el recorrido suave de una lengua húmeda, que provocante e insinuante nos haga saber que estamos hechas para sentir y disfrutar.
El trasero es parte íntegra de nuestro gusto de ser y sentirnos mujeres. Presionado, en el abrazo frontal nos acerca al cuerpo de quien con deseo nos atrae hacia sí, mientras que al abrazarnos por detrás encaja perfectamente en el vientre de quien nos sujeta. En ambas posiciones son parte fundamental del deseo y del placer. No son simple agarradera, son elemento básico de las sensaciones eróticas que, en rítmico movimiento pueden aprisionar el sexo de quien nos lo ofrece para el placer común.
Asumida esa realidad, las mujeres hemos encontrado una manera propia y femenina de resignificar, no solo el erotismo, sino todo lo que se refiera a las relaciones entre nosotras y los hombres. Si para algunas de las clases altas y medias las nalgas deben ser redondas y pequeñas, para otras su volumen las hace más voluptuosas y sensuales.
Si el mercado las transforma en imágenes inexistentes, fruto apenas de la fantasía de quien deforma a su gusto una imagen de mujer para supuestamente hacerla más comercial, las mujeres de carne y hueso las hacemos sujeto de nuestra propia sensualidad, con su celulitis y demás características naturales, tal y como Anitta nos las exhibe en su ya multivisitado y criticado video clip de reciente difusión.
Desde abajo, desde lo popular, la cultura falocéntrica comienza a transformarse en «nalgocéntrica», donde las mujeres jugamos, exhibimos y disfrutamos de nuestras nalgas que sabemos propias pero, además, elemento importante de nuestro placer, como de inteligente manera se comenta ya entre algunas intelectuales.
Ya nos son las nalgas el objeto que los machos manejan y controlan a su gusto y por su gusto. Son parte de la mujer sujeto de placer que las mueve y expone a la caricia, al juego provocante y sensual, sin importar lo firme o redondo que puedan ser. Las caricias y toques provocan placer si es lo que se busca. Debilitan al macho que apenas las desea, envilecen al torpe que las quiere suyas cuando son de la otra. Entusiasman al elegido que, al tocarlas, besarlas y acariciarlas las elogia, venera y mima para el éxtasis erótico compartido.
Porque, como dice Erika Ender en su universalizada Despacito, aunque los medios no le den los créditos de ser la autora de la letra, las mujeres somos el imán que atrae el metal. No cualquier metal, sino el que se desea y se quiere, el que escogemos para que de frente o por detrás nos haga gemir de placer.
Ellas, nuestras nalgas, son las que con solo imaginarlas aceleran el pulso. Son las que al bailar hacen que los ojos no puedan ver a otra parte, como al fin de cuentas afirma Anitta en su Vai Malandra. Porque son mujeres que como Ender y Anitta las que saben decir «cosas al oído» o a gritos, con el cuerpo, con las nalgas. Ya no para implorar caricias o cariño, sino para escoger al que nosotras queremos para tener placer, pero también para dárselo, porque el sexo compartido es delicioso y delicado.
Imagen principal tomada de Atitude en una.
Ju Fagundes

Estudiante universitaria, con carreras sin concluir. Aprendiz permanente. Viajera curiosa. Dueña de mi vida y mi cuerpo. Amante del sol, la playa, el cine y la poesía.
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