-Sindy Hernández Bonilla / SIMBIOSIS–
Poco… la insuficiencia es crítica, es angustiante.
El 19 de septiembre de este año, horas después de un simulacro de sismo, la población mexicana recordaba el trágico terremoto de 1985 que dejó más o menos diez mil muertes (se desconoce el número exacto). Quién iba a decir que el mismo día del 32 aniversario del terremoto, la población del centro de México sería sacudida por un terremoto de magnitud 7.1. Hasta el 22 de septiembre se registraban 230 personas muertas, se cuantificaban 38 edificaciones derrumbadas y aunque a la fecha se desconoce el número de inmuebles afectados, hay quienes sugieren que pueden ser miles.
La tragedia de 1985 planteó la necesidad de contar con mecanismos de prevención y desde 1993 en México funciona un sistema de alarmas. Los mexicanos tienen un minuto para reaccionar y salir de los inmuebles, antes de que inicie el temblor. Además, desde hace unos cuatro años quienes disponen de teléfonos inteligentes, a través de aplicaciones como SkyAlert o Alerta Sísmica DF, pueden recibir alertas de sismos. Pasados dos segundos del sismo, una de estas aplicaciones envía el mensaje de alerta sísmica indicando la intensidad del temblor. Para algunos especialistas, sin la referencia del terremoto de 1985 el impacto del reciente terremoto hubiese sido peor.
Aún con la experiencia y los mecanismos de prevención de México, las secuelas que ha dejado el terremoto recién pasado son lamentables, pero nada comparables a las de décadas pasadas. Al ver lo que está viviendo México, no puedo evitar pensar ¿qué pasaría en Guatemala? País con alto movimiento sísmico por las tres placas tectónicas sobre las que se encuentra, Norteamérica, Caribe y Cocos, que ya sufrió la tragedia del terremoto de 1976 y más recientemente otros sismos que han afectado principalmente el occidente del país.
Estas características geológicas definen el paisaje guatemalteco. Un paisaje delineado por profundas depresiones, como los barrancos, las cadenas montañosas. En el Valle de Guatemala hay varias fallas geológicas locales y cada gran sismo deteriora en alguna medida las estructuras que, junto a las características socioeconómicas de la mayoría de la población, la falta de medidas de prevención y de un ordenamiento territorial, colocan a su población en situación de mayor riesgo ante la presencia de algún evento natural, ya sea un terremoto, huracán o tormenta.

El déficit habitacional lleva a las personas a construir viviendas en barrancos y cerros con riesgo a derrumbes y en zonas altamente vulnerables. La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres –Conred– registró en 2015 cerca de 60 asentamientos, más de 200 ubicados en el área metropolitana y en sectores considerados de alto riesgo. De estos, solo doce cuentan con prioridad de atención ante posibles contingencias ocasionadas por fenómenos meteorológicos.
La pobreza obliga a vivir en zonas de riesgo a inundaciones, deslizamientos o derrumbes, además, la población no dispone de recursos para reducir su vulnerabilidad ante futuras catástrofes porque difícilmente pueden satisfacer sus necesidades vitales diarias. En ocasiones quienes tras un evento natural o climático sufrieron alguna pérdida en su vivienda, se plantean como “solución” un cambio de residencia, pero no siempre es una solución duradera, ya que la mayor parte del territorio nacional presenta algún riesgo topográfico. Por mencionar un ejemplo, Ciudad San Cristóbal es atravesada por la falla de Mixco, las diversas colonias del municipio de Mixco están construidas sobre dicha falla geológica.
Los esfuerzos de preparación para un terremoto u otro evento natural o climático son escasos. Las experiencias que la población guatemalteca ha vivido tras un terremoto, derrumbe o huracán dejan evidencia de que luego de llorar, lamentar y cuestionar alguna tragedia, con el paso de los días, nos olvidamos, la vida sigue o medio sigue, los esfuerzos de prevención son aislados y mínimos. Allí está la experiencia de San Marcos, en donde no se habían recuperado del terremoto de 2012 y este año nuevamente azotó un fuerte sismo que les afectó.

La tragedia de nuestro país vecino debiera ser un llamado de atención a lo que seguramente en el corto o mediano plazo nos tocará vivir. Pero mientras tengamos gobiernos corruptos, sin visión de planificación, priorización, ni prevención, seguiremos sintiendo pavor cada vez que tiembla y encomendándonos a dios y a todos los santos.
Sindy Hernández Bonilla

Amo la naturaleza y por ende la vida. Me apasiona trabajar y siempre estoy aprendiendo. Tomo en serio y empeño lo que hago: el trabajo, mis relaciones, mi entorno. Escribir es un ejercicio que además de estimular mi creatividad, permite compartir algunas de mis inquietudes y reflexiones principalmente de la biología o la ecología.
0 Commentarios
Dejar un comentario