Enrique Castellanos | Política y sociedad / ENTRE LETRAS
Como respirando a la orilla del tiempo, la casa permanece vacía, pero aún se enciende la luz en ella. Las nubes surcan hacia el sur, suaves y lentas. Gorriones bailan, el viento sopla. Entre geranios y lorocos se quedaron las palabras y la risa.
Las mañanas de café entre las manos se prendieron en las paredes y vibran aún en la monotonía del día. Tras los pilares se esconden miradas y momentos. Tardes de sol y noches de noches se acurrucan entre ventana y luna.
Esta casa, rincón añorado de olores y sabores queridos. Rincón de instantes cercanos y lejanos. Rincón de mundo y de todos. Esta casa, de voces de bienvenida y sonrisa de ojos. Remolinos de viento que agitan saudades de otros tiempos. Desfilando palabras convertidas en cariños en la mejilla, en la espalda, en las manos antes de partir.
Esta casa, donde compartimos utopías, sueños imposibles y posibles. Esta casa, de piñatas y nostalgias. Esta casa, sin disfraces, donde nos dejaron ser, y dejamos ser. Rincón de tertulias nocturnas, rincón de vida y futuro. Esta casa, de retorno, siempre de retorno. Esta casa sin interrupciones. Esta casa, de final del camino. De comienzos de otros. Esta casa, de abrigo y abrazo.
Esta casa, de puertas abiertas, a amigos, a la bondad. Esta casa, de un plato siempre en la mesa, de un café peregrino. Esta casa, como una pequeña grada a la vida, al universo. Esta casa, de calles solas, avenidas de tristeza, callejones sin salida y rincones mustios. Esta casa, de orillas, barrancos y laderas, todo cabe en esta casa.
Esta casa, de hermanas y hermanos. Todos en la mesa común, coreando la canción de pertenecer a una familia. Estirpe clara y diáfana de dejar decir y querer a la otredad. Esta casa, despierta, de bellos corazones. Esta casa, de mujeres y hombres herederos de todo. Soñadores, encantadores, constructores de solidaridad. Vagabundos del universo. Hacedores de vida y paz.
Al precisar pupilas, las huellas surgen, la historia canta. El corazón palpita, agitado, encantado, lleno, pleno. Aquí está la casa, nuestra casa. La que se lleva adentro. En lo profundo. La que se siente, la que une. La casa viva. La de la familia matriz. La raíz. La que generó la noción de querer a esta tierra, a esta patria.
Esta casa, tranquila, de arcilla resistente al tiempo, al granizo. Impermeable a la brisa del olvido. Esta casa, nuestra casa, la que llevamos dentro, será siempre una casa abierta a la esperanza.
Fotografía tomada de Pinterest.
Enrique Castellanos

Estudios de Historia, educador popular, promotor del desarrollo. Voluntario de cambios estructurales y utopías.
5 Commentarios
Mi querido amigo de la vida y los sueños de juventud y de vejez; muchas gracias por compartir esas letras escritas con el alma y la nostalgia de los recuerdos de la casa que nos forjó el camino de vida que tomamos. Un gran abrazo desde la distancia y por favor seguinos deleitando con esos bellos recuerdos que hacemos nuestros. Tu cuate Carlos Castro Furlán
A ésto le llamo yo Literatura de la buena, que llena hasta el alma, Sencilla y clara con mensajes que reconstruyen los fragmentos dispersos de nuestros recuerdos y sentimientos. De nuevo gracias Luisen!!
Nostalgia…..pero llena de hermosos y felices momentos. Gracias por llevarnos al pasado nuevamente…..
Todo Muy cierto, adelante y mil gracias por compartir su literatura, sera por el tiempo y la distancia, pero me pone mas melancolica.
Vaya si nó…
Gracias por compartir la integridad de tu excelsa prosa y motivarnos a transitar de la nostalgia a la esperanza…
Que viva tu literatura, ahora nuestra…
Graciad nuevamunte
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