-Gil Zu | ENSAYO–
Hablar de Teatro en Guatemala es remontarnos a la etapa posterremoto antes de los años veinte cuando la iglesia de la Candelaria quedó semidestruida y un grupo de soñadores como Mama Güicha y sus hermanos Andreu Spillari con otros jóvenes que incluían al Chato Monterroso se acercaron con el cura párroco de la iglesia para solicitarle que les permitiera improvisar una carpa en sus instalaciones para la presentación de obras de teatro, él accedió gustoso y tuvieron éxito después de aquella tragedia que asoló al país.
Un joven flaco que componía poemas se unió al grupo haciéndose famoso por su talento sin imaginar que años después iba a ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura por su obra literaria El señor presidente. Le apodaban «el Gran Moyas» y hasta hoy se le rinde homenaje en el mundo a Miguel Ángel Asturias, a quien conocí en 1953 cuando participó junto al canciller guatemalteco Guillermo Toriello Garrido en la Cumbre de Caracas donde el gobierno del coronel Arbenz denunció al mundo la invasión que se preparaba contra Guatemala para derrocar a un régimen constitucional por atreverse a favorecer a los campesinos con tierra. En el parque central lo saludé con un abrazo y aún lo recuerdo con traje y sombrero gris pero al momento de nuestro abrazo se le cayó el sombrero. Lo recogimos, lo sacudimos y nos despedimos.
Don Alberto Martínez Bernaldo
Vivía en el callejón Delfino donde vivieron Hugo Carrillo, Manuel José Arce y otros más de los grandes literatos. Cada año, el 1 de noviembre en el cine Palace se presentaba El Tenorio con una sala repleta de público que lo aplaudía.
En una oportunidad un patojo ayudante en la escenografía siempre le pedía a don Alberto que le diera oportunidad de actuar aunque fuera en un papel pequeño pero don Beto, como le decía el muchacho, siempre le respondía: «Tené paciencia, para el próximo año».
En esa ocasión uno de los actores enfermó y su participación consistía en ingresar donde estaba el Tenorio para decirle: «dese preso». Llamaron al ayudante para darle la buena noticia y para que se aprendiera el dicho parlamento. El Tenorio fue presentado y llegó el momento que aquel inexperto actor participara. Se puso derecho, caminó con autoridad, ingresó al escenario por uno de los foros y dijo: «¡¡Dese preso don Beto!!».
No fue la única mala jugada para don Alberto, en otra presentación una actriz vestida de monja caminaba, entonces ingresaba un personaje para decirle: «¿Qué haces hermana Tornera a estas horas en el claustro?». También a este personaje se le olvidó cómo era el parlamento y ante el público gritó: «¿Qué haces hermana Ternera a estas horas en el rastro?».
El salto de la muerte
Atrás del escenario había que colocar una colchoneta para que cuando Alberto Martínez Bernardo saltara por la ventana cayera en ella sin lastimarse, pero el mismo patojo que ayudaba en la utilería vio atrás del escenario la colchoneta y pensando que alguien por equivocación la había tirado la recogió y la guardó; al momento que el Tenorio brincaba por la ventana, solo se escuchó un trancazo cuando se somataba.
La escuela de teatro, cine y televisión
Con mi esposa Yolanda, estudiamos en esa escuela bajo la dirección de Luis Rivera en aquel momento jefe de producción del Canal 3 de televisión.
Tuvimos catedráticos estrellas como Dagoberto Vásquez, un argentino que impartía escenografía, don Carlitos a cargo del maquillaje.
Entre las anécdotas, estaba incluido un alumno que se encontraba por disposición de su maestro recostado en una mesa y encontrándose solos en el aula el maestro (don Carlitos) se le acercó para preguntarle: « ¿qué dirías si alguien te da un beso?» El alumno respondió «si es mi novia, está bueno». El profesor le vuelve a preguntar «¿y si fuera yo?». El alumno se sentó en la mesa y serio le respondió «le miento ma ladre, don Carlitos».
La Universidad Popular la hizo más famosa Rubén Morales Monroy como director de Artes Escénicas, pero las magnificó Hugo Carrillo con sus adaptaciones de novela al teatro.
El estilo bohemio en la vida de los artistas y de los políticos ha sido nutrida. Una cantina de barriada situada en la 14 avenida y 7a calle de la zona 1, llamada Alfonsín era visitada por artistas y por políticos. En una oportunidad ingresaron miembros del congreso y del PAR, varias personas entre ellas el canciller Manuel Galich. Luego de libar licor, a Galich le dieron ganas de orinar y salió a la calle. Cuando orinaba en la calle pasó una radiopatrulla y se lo llevaron al segundo cuerpo de la Policía Nacional hasta que varios de sus amigos, entre ellos Maco Villamar, lo sacaron aclarándole al jefe del segundo cuerpo que se trataba del canciller. El jefe policíaco les pidió disculpas aclarándoles que lo habían detenido porque no llevaba papeles.
Recuerdos idos, pero sus recuerdos quedaron.
Gil Zu

Maestro rural y licenciado en Hitoria y Antropología. Poeta creador del género de poesía universal en verso. Miembro del grupo de escritores y poestas Saker Ti, Nuevo amanecer.
4 Commentarios
Amo lo bello y me llena de nostalgia el pensar que no exista nadie que luche por darle su lugar a las letras bellas, al teatro y todo lo que se relaciona con la farándula de pureza pero con respeto; ahora todos suspiran y apoyan los desechos sólidos, y después nos lamentamos el estar viviendo en recintos contaminantes.
SIEMPRE ES AGRADABLE LEER LAS ANECDOTAS / RECUERDOS DE GIL ZU. NOS ENTRETIENEN E ILUSTRAN CON ESA HISTORIA, REMEMBRANZAS, QUE NOS COMPARTE. MUCHA NO SE ENCUENTRA EN LIBROS / TEXTOS, LO QUE LIMITA DESCUBRIR LA GUATEMALA DE AQUELLA EPOCA. GRACIAS !!
Gil Zu, hoy por hoy el decano sobreviviente de nuestra cultura. Es junto al gran poeta Julio Fausto Aguilera uno de los legados mas grandes de la epoca de oro del Saker Ti nuevo amanecer. Es un honor y privilegio tenerlo escribiendo en estas paginas y poder leerle. Su historial merece el reconocimiento y la gratitud de nuestra Guatemala, a la que a servido y defendido con tanto amor y desinteres.
Gil Zu es una Enciclopedia andante. Deseamos sus amigos que en algun momento la Universidad de San Carlos o un Coletivo Cultural le den reconocimiento como Historiador nato. O que sea invitado para compartir un recital de poesia que a sus 87 años mantiene una memoria prodigiosa.
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