Héctor Herrera | Política y sociedad / PEDAGOGÍA DE LA PREGUNTA
Es complicado hablar desde el cuerpo de las mujeres, porque entonces reproducimos el mismo sistema patriarcal. Un sistema que nos brinda privilegios como hombres e invisibiliza la lucha histórica de las mujeres, una lucha que se enmarca en un ejercicio político, por la defensa de su dignidad, libertad y ese derecho que tienen ellas a decidir sobre su territorio cuerpo. Un derecho violentado por la iglesia (no importando su denominación), por los medios de comunicación que reproducen el cuerpo de la mujer como una mercancía, violencia entre «piropos» y apropiación en el ámbito privado y público.
Para reconocer lo que sucede en la vida de una mujer, decidí entrevistar a Rebeca, ella tiene alrededor de 30 años, educada en su niñez como evangélica por imposición, madre por elección y de las pocas mujeres con acceso a la educación superior, mestiza y con acceso al trabajo en el área urbana.
¿Qué opinas de la Ley 5272?
Quiero empezar diciendo que tengo mucha rabia, porque es una ley retrógrada, que es el patriarcado en su máxima expresión, porque no solo se apropia del cuerpo de las mujeres, sino también las criminaliza, dejándonos sin ninguna oportunidad de desarrollarnos libremente, ni de decidir sobre nuestros cuerpos, y la decisión sobre nuestros cuerpos no solo pasa por el aborto sino también en limitar nuestra educación sexual, nuestro acceso a la anticoncepción y a elegir nuestra pareja libremente. Además, engaña a muchas personas con el tema de «protección a la vida» cuando se ensaña en dañar a muchas niñas y mujeres que ya tienen vida y que han sido violentadas por este sistema machista y patriarcal sin que les importe en realidad nuestras vidas.
¿Por qué consideras que esta ley (5272) violenta la vida de las mujeres?
En primer lugar porque tenemos que entender, que en un caso de embarazo el niño(a) no se hizo solo, tuvo que existir un hombre para que ese niño se formara en un vientre, y en ese sentido las únicas que salimos afectadas con esta Lley, somos las mujeres quitándole toda la responsabilidad a los hombres que engendraron a ese niño sin importar que, en muchos de los casos, sobre todo en este país, esos hombres han violado y abusado a niñas e incluso a mujeres adultas, pero ellos no tienen ninguna repercusión en el caso. Considero que ninguna de esas personas que se hacen llamar provida se han puesto a pensar qué harían si su hija o ellas mismas enfrentaran una violación, ¿será que quisieran parir un hijo(a) fruto de esa violencia, o ver a una hija de 10 años parir y asumir el cuidado de otro niño fruto de violación?
Quienes plantean la ley son hombres, ¿qué mensaje están mandando a la sociedad? Que ellos son los dueños de las mujeres y que pueden decidir sobre el cuerpo de ellas, que ellos son libres para hacer lo que se les da la gana, mientras nosotras, como mujeres, siempre tenemos la responsabilidad y la crítica ante cualquier circunstancia: si somos madres y trabajamos –que descuidamos a nuestros hijos–, si somos madres y no trabajamos –somos unas haraganas, mantenidas– si somos madres solteras –nos pasa por putas–, y si abortamos –somos unas criminales–. Ppero, y los hombres ¿qué? Si ellos son padres solteros –son un gran ejemplo a seguir–, si son padres y trabajan –son muy responsables–, y si abandonan a un hijo se les excusa diciendo –es un hombre–. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que nos sigan lastimando así?
¿Qué pasa con la educación sexual en Guatemala? Actualmente no existe, aunque hay algunos intentos por brindar educación sexual a los jóvenes, sin embargo, con esta ley se daría un retroceso enorme, porque se prohibiría dar cualquier tipo de educación en las instituciones educativas ya sean estas públicas o privadas. El problema radica en que nos cierran todos los caminos, porque para empezar nos han criado con el tema de las relaciones sexogenitales como un tabú, eso hace que los mismos padres no tengan información científica para educar en salud sexual y reproductiva a sus hijos. Muchas veces los padres no saben cómo abordar esos temas con los hijos y estos crecen sin guía en estos temas. Además, la mayoría de los casos de abuso sexual es dentro de las familias, entonces el niño(a) necesita un espacio fuera del ambiente del hogar en donde pueda identificar ese abuso y encontrar una salida. Por otro lado, la iglesia prohíbe los anticonceptivos dejando únicamente el método natural, sin embargo, existimos muchas mujeres que sufrimos de ovario poliquístico, de problemas hormonales, irregularidades que no nos permiten usar ese método, entonces nos quedamos nuevamente sin educación sSexual, sin acceso a anticonceptivos y sin opción de decidir sobre nuestro propio cuerpo.
¿Existe el derecho a vivir una vida plena para las mujeres?
Definitivamente no, se nos veda el derecho a vivir una vida plena y libre porque al Estado y a los provida no les importa la vida de las mujeres, ellos quieren decidir sobre nuestras vidas. Por ejemplo, un violador tiene menos pena que una niña que no quiera enfrentar un embarazo producto de haber sido agredida sexualmente. Además, las mujeres tenemos que hacernos cargo económicamente, físicamente, emocionalmente de otra vida, mientras el agresor cumple entre cuatro y ocho años de cárcel y sale libremente sin ninguna responsabilidad por lo que hizo, mientras la niña tiene la carga para toda la vida, cuando ella no provocó semejante violencia sobre su territorio cuerpo. La niña seguramente no terminará de estudiar y su vida será limitada en todo sentido, en educación, en la economía, en su libertad de jugar, de salir, de vivir porque tiene que hacerse cargo de un niño que le impusieron con violencia.
¿Cuándo un provida dice «que lo dé en adopción», qué piensas?
Es la peor falacia que existe, porque hay cientos de niños(as) en los hogares de protección y abrigo, esperando ser adoptados, pero no hay familias dispuestas a adoptarlos. Crecí en una iglesia evangélica en la que en muchas oportunidades escuché que no se tenía que adoptar niños –porque no se sabía qué maldiciones generacionales podía traer–, sé que esto no es el pensamiento de todos los evangélicos, pero también tengo claro que son muy pocos los que están dispuestos a cuidar un niño que no es biológico. Eso, sin tomar en cuenta que los recursos económicos de la mayoría de familias en Guatemala no permiten darle una vida digna a los niños biológicos y menos lo harán con niños adoptados.
¿El 2 de septiembre existe una movilización «en defensa de la vida y la familia» que opinión te merece?
Muchas mujeres se movilizaran, sin entender que se están dañando ellas mismas y que están dañando a sus pares, esta ley es violenta, criminaliza incluso los abortos espontáneos, pero en la cabecita de esas personas con privilegios y dogmáticos solo desean el castigo divino a las mujeres –porque abrieron las piernas– sin observar el fondo de opresión, represión y apropiación de los hombres hacia nosotras las mujeres y mucho menos sin ver todos los casos de mujeres y niñas que no tienen sus privilegios.
¿Qué provoca este tipo de leyes en Guatemala?
Retroceso, violencia, criminalización, patriarcado, que las mujeres volvamos a ser ciudadanas de segunda clase.
En Guatemala, según datos del Instituto Nacional de Ciencias Forenses –INACIF– en los últimos nueve años han muerto de forma violenta 7 237 mujeres, y con leyes como la 5272, criminalizar a las mujeres y violentar su cuerpo como Estado e iglesia, será más fácil para quienes buscan la construcción de un Estado fascista en detrimento de la débil democracia en Guatemala.
¿Quiénes son responsables del retroceso democrático en Guatemala?
¿Por qué la Iglesia y el Estado deciden sobre el cuerpo de las mujeres?
¿Cómo cambiamos esta realidad en Guatemala?
Héctor Herrera

Ha cursado estudios en la Facultad de Humanidades (USAC), docente en el nivel primario, dirigente magisterial y estudiantil. Ha participado y desarrollado actividades académicas en distintos puntos del país y ha colaborado con otros docentes que trabajan diariamente en la construcción de una sociedad dispuesta al pleno ejercicio de la equidad, desde las aulas y las ideas de las nuevas generaciones. Es, en suma, un hombre comprometido con los grandes procesos y desafíos interculturales en el país.
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