Enamorarse de nuevo

Claudia Mejía | Cóncavo/convexo / EL PLACER DE SER MUJER

He llegado a pensar que no hay nada más delicioso y estimulante que las brisas de un nuevo amor, de una nueva conquista, eso que enriquece los egos de quienes conforman la nueva pareja. Gustarse, desearse, no pasa a diario, entonces si llega, no hay que dejarlo pasar.

Verlo pasar frente a ti, sin decir nada, mandar señales con la mirada, y querer que se entere de la magia que produce su sola presencia. El solo hecho de observar al otro te place, ver sus movimientos, poner atención a lo que dice, sus razones para reír, lo que le molesta, lo que le gusta, lo que disfruta, y sentirte observada, asechada, no saber si bajar la guardia, o si quizá todavía no es el momento, y solo seguir en el coqueteo.

El corazón palpita diferente, los ojos ven diferente, sonreímos diferente, imaginamos escenarios, es todo una mezcla de emociones, pero todas te llevan a lo mismo, a querer estar ahí, a querer pertenecer.

Esa es una forma de paz, cuando el corazón es correspondido. Es poder tener un puerto a donde ir a descansar, a olvidar los problemas por unas horas, a reír de nada y de todo, a poner los labios en movimiento, a parar de controlar la situación y dejar que te muevan, que te hagan sentir viva.

En esta modernidad y con la velocidad en la que vivimos, creo profundamente que la mejor forma de hacer pausas es en el amor, construir una realidad tan íntima, que nada ni nadie pueda interrumpir, lograr dar serenidad y seguridad a una persona, prestarle nuestra atención, tener juntos una larga y deliciosa entrega sexual, pláticas interesantes. Nutrirse mutuamente para reducir sus diferencias, esa fragilidad que al mismo tiempo es fuerza, es una de mis escenas mentales favoritas.

Y es que al final todos queremos tener un cómplice de amor, una persona que te haga vibrar, un amigo que te dé su apoyo y su incondicionalidad, un confidente en quien puedas depositarte, un novio eterno, un pervertido que te haga desnudar hasta los últimos deseos que llevas dentro, un amante que te satisfaga de pies a cabeza sin regatearte afecto, sin condicionar a tu corazón, sin frenarte con tratos absurdos, una persona que sea capaz de recibir lo que tienes para dar, y de cuidarlo como se cuida un diamante, porque aunque puede que esté en bruto, tiene la capacidad de saber lo que vale, y lo que puede llegar a costar.

Esa persona que no puede imaginar perderte, que valora cada instante de tu tiempo, porque sabe que es lo más valioso que existe, que con ternura logra abrir tu pecho y hacerte bajar los brazos, esa persona sabrá como disolver tus tantas dudas, aprenderá a disfrutarte, a conocer cuándo solo quieres silencio de su parte, quizá besos y abrazos bastarán para consolar tu tragedia, o sabrá celebrar contigo tus logros y éxitos.

Esa persona te llevará a las nubes con su sola presencia, logrará hacerse uno contigo mientras te hace el amor, te hará vibrar en formas que no conocías, porque esta persona es la indicada, es a la que estuviste esperando, y se vale esperar, se vale dejarte encontrar, se vale no perder la esperanza de que esa persona te está buscando, tanto como tú a ella, y cuando llegue la vas a reconocer porque tu alma va a estar lista.

Por lo pronto, mantengamos nuestro yo interno listo, limpio, sin nada que interrumpa la llegada de esa persona, cerremos ciclos, abramos caminos, amemos incondicionalmente, porque todo lo que damos al universo, nos regresa, más duro, más bonito y mejor.


Foto cedida por Alani Asturias y Pablo Cordero para uso de exclusivo de gAZeta.

Claudia Mejía

Mujer guatemalteca, en busca de la libertad de expresión en todas sus formas, artista, deportista, modelo y madre de tres. La vida ha sido mi mejor escuela, la resiliencia ha sido mi acompañante fiel durante el camino y aprender a ser feliz con lo que la vida me ha regalado mi mejor herramienta para seguir adelante.

El placer de ser mujer


3 Commentarios

Luis Pedro 16/05/2018

Excelente texto.

Marvin 13/05/2018

Toda persona debe vivir al máximo y que mejor si encuentras a alguien que te acompañe en ese viaje tomando en cuenta que la libertad es más importante, nada es más importante que tu libertad.

Andrés 12/05/2018

Excelente pensamiento, tanto hombres y mujeres buscamos ese cómplice de vida. Muy buen tema.

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