Saily Espaderos | Arte/cultura / A UN PASO DEL ABISMO

Parada ahí, justamente en el mismo lugar de siempre, cada mañana, como de costumbre, rutinaria.

¿Lo mismo de siempre? En verdad, ¿nada? Cada mañana suelo ver los mismos rostros, jóvenes y personas de la tercera edad ejercitándose, mujeres, incluso niñas siendo blanco de miradas hostigantes –¡qué repugnante!–. Madres y padres en camino por el sustento del día a día, rostros verdaderamente desalentados, otros totalmente animados, personas desconocidas saludando y entre quienes nos conocemos ignorándonos. ¿Qué está pasando? Altos mandos, altos puestos por debajo de la educación básica, valores, para ser más clara, y personas «irreconocibles» siendo más prestigiosas con la humildad que les acompaña.

Sigo parada y observo, siempre más de alguien va corriendo detrás de una camioneta, otros, en el camino el sueño logran conciliar, para ser sincera, a mí, en ambas posiciones me ha tocado estar. Sea donde sea, a donde vaya o como vaya, en la mayoría de los semáforos, cuando en rojo suelen estar, puedo apreciar niñas y niños explotando otras habilidades que de seguro ni ellos sabían que se convertirían en un recurso necesario para su sustento diario. Niñas y niños a quienes admiro, pero que por esa situación no debiesen pasar. Miles de guatemaltecos, en su mayoría jóvenes, buscan superarse, sabiendo que la tasa de desempleo es muy alta, alcanzando hasta el 70.6 % según la ENEI 1-2018 (Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos), y muchas veces estos mismos jóvenes fungen como el sustento familiar. Pero, lastimosamente, en nuestra actualidad y sobre todo en nuestra realidad, solo en deseo se vuelve a quedar, una vez más. Sin embargo, también está la contraparte, en donde otros, con muchas o unas cuantas posibilidades más, simplemente aprovechando todo recurso y oportunidad que se les suele dar, están. Cualquiera de las dos no está mal, simplemente son acciones limitadas por un «estatus social».

No vengo a recalcar la mayoría de cosas y situaciones que ya sabemos que debemos mejorar como sociedad o como país; aunque a lo mejor no estaría mal recordarlas. Más bien, vengo a contar sobre algunas acciones que he podido notar en general, cosas y acciones que, como humanos, podemos cambiar y que no están ni estaría mal si empezamos a actuar como tal. Con humanidad.

Gratificante es ver que en nuestra sociedad, desde temprana edad, sin ninguna exclusión social, la perseverancia, solidaridad y determinación son valores que imperan en la educación y recreación. Con ello no digo que sea suficiente (claro está que nos queda mucho por desarrollar), pero si como personas tratamos de mejorar, sin importar el antes o el después, y realizar las cosas, acciones o labores bien, pero no un bien de conformidad sino de calidad; podríamos llegar a dar ese cambio que tanto se espera, se habla pero normalmente nunca hacemos nada y, para ser sinceros, nuestro propio entorno lo exige ¡ya! Es un pequeño cambio que a nuestro país podemos brindar y con ello, quien sabe, a qué otras fronteras podríamos alentar, pero, lo más importante y principal es darle ese toque radical a nuestras propias vidas, darle ese toque de vitalidad que a lo mejor siempre se va a necesitar.

He aquí el momento de romper paradigmas, he aquí el llamado al cambio, al cambio como seres humanos, cambio que renacerá de su ser para lograr ser. Romper cadenas de estereotipos sociales puestos y sobrepuestos. Ponerle fin al confort. Empezar a trabajar por un bienestar personal con repercusión social y así, de pequeñas acciones, grandes cambios lograr.

Fotografía por Saily Espaderos .

Saily Espaderos

Guatemalteca, 1999. Con fe y esperanza por el cambio del mañana. Interés por el arte y la cultura, donde el principio más importante sea sonreírle a la vida y que forme parte de la inspiración del día a día.

A un paso del abismo

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