Paola Cano | Para no extinguirnos / SOBERANÍA ALIMENTARIA
En el día de la conmemoración de las mujeres, siempre recuerdo a mi abuela, quien me contó que en 1945 en Chiantla, Huehuetenango, salió a buscar a las mujeres de casa en casa para votar porque era la primera vez que tenían la oportunidad.
Siempre agradezco a todas las mujeres que, de forma organizada o individual, han logrado cambios grandes o pequeños que nos benefician a todas. Gracias a ellas, hoy podemos estudiar, podemos votar, podemos trabajar, podemos hacer ciencia y, entre tantas cosas, hoy puedo escribir para emitir mi opinión.
No digo que todo sea perfecto, sí digo que se han logrado cambios que centenares de años atrás el mundo no imaginaba.
En el caso de Guatemala, nos rige un modelo económico neoliberal y patriarcal a favor de la oligarquía y burguesía, nunca a favor de la población y menos de las mujeres; esto provoca desigualdad, manteniendo a casi el 80 % de la población en la pobreza y 46.5 % con desnutrición crónica infantil.
Yo, como nutricionista, investigadora y feminista, el día de hoy también recuerdo que si a la población en general nos cuesta tener una vida digna, a las mujeres se nos dificulta aún más.
Todos los días nacen infantes con bajo peso, cuyas probabilidades de desarrollo están limitadas desde el nacimiento, sin importar si son niños o niñas; pero en la adolescencia, las brechas se abren, porque la anemia y desnutrición atacan en su mayoría a mujeres.
También pienso en todas las adolescentes embarazadas cuya vida se encuentra en riesgo porque aún no están preparadas fisiológicamente y emocionalmente.
En Guatemala, el 14 % de mujeres padece anemia, el 11.7 % son adolescentes entre 15 a 19 años y en esta misma edad se presenta el mayor porcentaje de mujeres con bajo peso; la desnutrición crónica se evidencia en el 25 % de mujeres en edad reproductiva con una estatura menor de 1.45 cm, lo cual se traduce en un riesgo en el embarazo y el riesgo es mayor en mujeres indígenas (37%) [1].
No podemos decir que estos indicadores se deben al descuido de las mujeres, porque el Estado debe garantizarnos condiciones para desarrollarnos. Tampoco podemos pensar solo en nuestro pedacito, porque nuestra falta de consciencia nos convierte cada día más en una sociedad vulnerable.
A partir de 1954 nuestras garantías se han reducido y los últimos gobiernos agudizan nuestra situación. Durante este gobierno, retrocedimos al período de la inquisición, porque se quemaron vivas a 41 niñas en un «hogar seguro» y 15 sobrevivieron, pero dos años después nos sigue doliendo y esperamos justicia y resarcimiento.
En materia de desnutrición, se han ejecutado más de Q 4 500 millones anuales para la atención de la desnutrición, pero en mi artículo anterior mostré que las coberturas del año pasado fueron tan limitadas que será imposible lograr los objetivos, esspecialmente en la población de mujeres, y como ejemplo cito que solo el 66.8 % de mujeres fueron suplementadas con micronutrientes que aseguran la salud reproductiva.
Lo poquitos avances en materia nutricional no son producto del modelo económico, son producto del trabajo de personas, muchas mujeres que siguen con compromiso a pesar de las crisis políticas e inequidades económicas.
Ahora que estamos a punto de iniciar la campaña electoral, yo quiero solicitar a los candidatos y las candidatas a ocupar cargos públicos que forjen propuestas que atiendan los problemas estructurales de la población y especialmente a favor de las mujeres, porque todos los días temo por nuestra extinción.
Yo no quiero seguir en este círculo vicioso, quiero una vida distinta, quiero respirar democracia y, por ello, me sumo a las demandas de la conmemoración de hoy, para que las brechas de género puedan quedar en la historia.
Paola Cano

Nutricionista, con una Maestría en Ciencias Sociales, feminista y en permanente dedicación a la investigación en el tema alimentario nutricional con un pesamiento crítico. Viajera amante de la fotografía y la comida típica que guarda la cultura de los pueblos.
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