Mario Polanco | Política y sociedad / NO MÁS IMPUNIDAD
Juan José Gerardi Conedera, proveniente de una influyente familia, tomó la decisión de ingresar al seminario para dedicar su vida al servicio de la fe católica; habiéndose convertido en sacerdote fue enviado a las áreas rurales más precarias, las olvidadas por el Estado y por los grupos con poder económico.
Ese contacto con los grupos marginados y desposeídos generó en él, el sentimiento de trabajar desde la fe por cambiar esa injusta distribución de los bienes, por garantizar que los derechos humanos fueran una realidad, especialmente para la población indígena con quienes se identificó plenamente.
Siendo obispo de El Quiché, fue testigo de las violaciones a los derechos humanos cometidas por el Ejército, las masacres que se cometieron frecuentemente en ese departamento fueron denunciadas por él ante el Vaticano y ante la comunidad nacional, debido a que fue considerado como enemigo del Ejército, recibió múltiples amenazas de muerte que lo obligaron a salir del país, teniendo un exilio obligado de cuatro años.
Cuando retorna a Guatemala, retoma su trabajo en favor de los derechos humanos, impulsa dentro de la Iglesia católica la creación de un espacio que vele por los derechos humanos, naciendo de esa forma la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG) que desde su inicio adopta una postura clara y objetiva acerca del trabajo que se debe desarrollar contra la impunidad y en favor de la verdad y la justicia.
Una de las primeras acciones que adopta la ODHAG es la de impulsar un proceso de investigación de los crímenes que se habían cometido en Guatemala con el pretexto del conflicto armado interno (CAI), este esfuerzo es denominado Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), se documentan miles de casos a través de las diócesis e iglesias en todo el país y luego se redacta el informe Guatemala Nunca Más que se presenta públicamente el 24 de abril de 1998.
Monseñor Gerardi participa en la presentación del informe REMHI, sin imaginar que estructuras clandestinas dentro del Ejército se preparaban para asestarle un golpe del cual no saldría vivo. La muerte del obispo ocurre tan solo dos días después de la presentación del informe, el hecho ocurrió el 26 de abril cuando fue atacado en la puerta de la Iglesia de San Sebastián de la cual era párroco.
El crimen contra un representante de la Iglesia constituyó un hecho emblemático, la presión sobre el Gobierno fue inmediata, la misma provino de los diversos actores importantes dentro de Guatemala, así como de la comunidad internacional.
Fueron capturados tres militares, uno de ellos se convirtió dentro de la cárcel en un verdadero capo del crimen organizado, otro fue asesinado de una manera aberrante y el tercero salió de prisión luego de haber cumplido la condena. Sin embargo, la investigación se detuvo en el nivel de los responsables materiales del crimen, no alcanzó a quienes dieron la orden de silenciar para siempre la voz de protesta de monseñor Gerardi.
Han transcurrido dos décadas desde este magnicidio y la verdad se conoce a medias. Recientemente fue reactivada la investigación por parte del Ministerio Público, aunque se desconoce si nuevos hallazgos motivaron la reapertura del caso, la realidad indica que se hace necesario profundizar en el esclarecimiento, debido a que muchos de los promotores de la impunidad siguen señalando una serie de mentiras que solo vienen a victimizar aún más a Juan Gerardi y a toda la grey católica del país.
Conocer la verdad de este crimen permitirá que no se repitan nunca más los hechos que tanto dolor causaron al pueblo guatemalteco.
Imagen principal tomada de Cibergerardi.
Mario Polanco

Graduado en la Universidad de San Carlos de Guatemala de licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, con Maestría en Seguridad y Defensa por la Universidad Mariano Galvez, actualmente director del Grupo de Apoyo Mutuo. Activista de derechos humanos, haciendo esfuerzos para que no haya más impunidad.
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