Virgilio Álvarez Aragón | Política y sociedad / PUPITRE ROTO
El proceso electoral costarricense ha concluido, dejando como ganador al candidato del Partico Acción Ciudana -PAC-, a quien dos de cada tres electores le dieron su apoyo. La disputa, reñida, lamentablemente no se centró en propuestas programáticas , sino en defender o no las posiciones más conservadoras del fundamentalismo religioso.
El ganador debió reconfigurar su propuesta, relativamente progresista, para obtener el apoyo de los grupos conservadores católicos, los que si bien simpatizaban con el dogmatismo conservador de su contrincante, temían que, llegado a la Presidencia, radicalizara sus posiciones e incrementara la influencia del neopentecostalismo en la sociedad costarricense.
Si bien los sectores democráticos y progresistas pueden respirar tranquilos, el ganador tendrá que actuar con mucha cautela pues, como dice el dicho popular, «el horno no está para bollos». Carlos Alvarado obtuvo apenas el apoyo de uno de cada cinco electores en la primera ronda (21.7 %), para un total de 439 388 votos, mientras su contrincante, Fabricio, también de apellido Alvarado, logró el apoyo de uno de cada cuatro electores (24.9 % de los votos válidos), con 505 214 votos.
Como ya es sabido, en los segundos turnos los electores se orientan más a impedir que un candidato gane, sin comprometerse ni simpatizar del todo con la propuesta de quien al final obtiene su voto, lo que hace que el gobernante tenga que revalidar a cada momento su legitimidad. En el caso costarricense, es notorio que el discurso escandaloso y ultraconservador de Fabricio Alvarado lo fue haciendo antipático ante buen número de electores, al grado que apenas consiguió atraer 333 878 electores nuevos, mientras el ganador incrementó el apoyo con 859 276 nuevos votos. Mientras este casi triplicó sus votos, Fabricio solo consiguió un poco más de la mitad de los que tuvo en el primer turno.
Pero iluso e irresponsable será el candidato del PAC si se dispone a pensar que ese masivo electorado aprobó activamente su agenda relativamente progresista. La conformación del Congreso le dice claramente que su partido perdió credibilidad ante los electores, producto del gris y deslucido gobierno de su predecesor, Luis Guillermo Solís. Alvarado deberá no solo construir un gobierno de unidad nacional, limitando sus expectativas de cambios sustanciales, para concentrarse en resolver los grandes problemas nacionales, entre los que la pobreza es el más significativo, sino trabajar denodadamente para, en ese proceso, no perder el apoyo de aquel puñado de electores que en el primer turno confiaron en él y tratar, en lo posible, de aumentar no solo las simpatías sino los apoyos conscientes a sus políticas.
Carlos Alvarado es un activo representante del PAC histórico, el de la lucha contra el TLC. Aunque en la actual administración de Luis Guillermo Solís, fungió como ministro de Trabajo, mantiene como mentor al fundador del partido, Ottón Solís, lo que le permitió tomar distancia del actual presidente, haciendo suyas las críticas que Ottón ha expresado en estos cuatro años, mismas que buena parte de población también comparte y que, al notarlo sincero, le dieron su voto.
Alvarado llega a la Presidencia como consecuencia del destemplado discurso ultraconservador y homofóbico de su contrincante. Es evidente que, en otras circunstancias, el desteñido gobierno de Solís le habría pasado aún más fuertemente la factura y muy difícilmente habría obtenido los votos suficientes para pasar al segundo turno. El desprestigio de los partidos tradicionales -Liberación Nacional y Social Cristiano- acusados en diversos momentos de corrupción, hizo que ninguno de los cuatro candidatos más votados superarán la barrera del 25 %. Esta evidente atomización del electorado costarricense también deberá ser un dato con el que el nuevo presidente deberá trabajar todos los días, tratando de ganar más el apoyo de los ciudadanos, que de los políticos.
Costa Rica entra en una nueva etapa de su vida democrática. El limitado Estado de bienestar, que desde el primer gobierno de Arias ha sido puesto en cuestión, deberá fortalecerse e incrementarse, si se quiere reducir efectivamente la desigualdad e inequidad. Carlos Alvarado tiene todos los elementos para intentarlo, falta ver si los demás actores políticos y económicos están dispuestos a construir ese nuevo pacto social que les evitaría, a todos, crisis y estallidos sociales que están incubándose diariamente.
Fotografía principal tomada de elsalvador.com
Virgilio Álvarez Aragón

Sociólogo, interesado en los problemas de la educación y la juventud. Apasionado por las obras de Mangoré y Villa-Lobos. Enemigo acérrimo de las fronteras y los prejuicios. Amante del silencio y la paz.
Un Commentario
Buenos días y saludo respetuoso. Un comentario acertado y real. Es la era de demostrar que tiene un político pero también de que sus detractores – dígase las diferentes bancadas parlamentarias. – se rasguen sus vestiduras y negocien lo que le conviene al país y no a su partido.
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