Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES
Sí sabemos que para elegir a un ciudadano como nuestro presidente, primero tenemos que ser libres. Y de eso estamos lejos. ¿Son ciudadanos libres para elegir los que tienen hambre? O votan con el estómago quienes creen que un candidato les va a quitar el hambre.
Hace rato me planteo esta disyuntiva, ¿votamos de veras y por quién?
Se supone que los partidos políticos se organizan para darle al ciudadano la posibilidad de escoger al mejor, en democracia. Pero ya sabemos que la tal democracia no funciona igual para todos. Y también sabemos que los adinerados controlan el poder político y que históricamente los partidos que se formaron para dar mayor cobertura a las masas populares en la democracia se convirtieron, en su mayoría, por corrupción, en entes plagados de oportunistas que ven en el poder una forma de acrecentar su capital y su prestigio en las sociedades humanas.
Según la famosa Wikipedia un partido político es:
Una asociación de individuos unidos por objetivos comunes , son entidades de interés público creadas para promover la participación de la ciudadanía en la vida democrática y contribuir a la integración de la representación nacional; quienes los conforman comparten objetivos, intereses, visiones de la realidad, principios, valores y proyectos para ejecutar total o parcialmente en gobiernos democráticos de países.
Todo en papel suena bonito, pero, aunque llegar a tomarse el poder de un país por mayoría electoral es el objetivo común de los partidos políticos, también sabemos que lo hacen movidos, en su mayoría, por el placer del poder y por prestigio o por acrecentar su fortuna y poder, mamando de la teta gubernamental.
Pero nuestra gente se inscribe y milita en los partidos políticos como si se tratara de reales entes cuyos objetivos e intereses fueran los suyos propios.
¿De qué se trata todo esto? Pareciera que nuestra gente opta por dos opciones: o no le importa lo que pase con su país o tiene intereses escondidos de los cuales no nos damos cuenta. Tal vez piensan que pueden imitar a sus predecesores y mandar a sus vástagos al exterior a aprender un idioma extranjero, a estudiar o a pasear. Y eso, queridos lectores, además de corrupción, es falta de evolución.
Bueno, ya sabemos que muchos optan por el desconocimiento de la cosa pública y por el no me importa, dejando que los políticos continúen con su asquerosa marcha, mientras otros creen ingenuamente que los señores que ocupan el poder van a ayudarlos a salir de la miseria en la que están.
Todo esto redunda en mi vieja teoría de la falta de evolución. Un ser humano evolucionado, forma parte de un partido político y vota siguiendo los designios de su conciencia política, no su estómago o sus intereses mezquinos.
Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.
Correo: luzlescure@hotmail.com
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